MADRID. Quinta del abono de San Isidro. Gran entrada: según la empresa, 21.150 espectadores (89,5% del aforo). Nueva tarde con viento y frío.
Cinco toros de Montalvo, bien pero desigualmente presentados: el que hizo 5º rompía todo equilibrio; un sobrero de Algarra (3º bis), grande y cornalón. Con dos de los toros titulares con importancia: 1º y 2º; sin mayor interés ganadero los restantes.
Ginés Marín (de marino y oro), una oreja tras aviso y silencio tras un aviso. Luis David Adame (de malva y oro), vuelta al ruedo y silencio. Pablo Aguado (de marfil y oro), palmas y ovacion.
Incidencias: Tras la muerte del 3º en la Enfermería de la plaza fue atendido Pablo Aguado de “contusión en región frontal izquierda, contusión primer dedo mano derecha, puntazo corrido en glúteo derecho y esguince en ligamento lateral interno rodilla derecha. Pronóstico: Leve, no le impide continuar la lidia”
Esto ha sido tan solo como el aperitivo. Pablo Aguado también enamoró a Madrid, con una actuación llena de serenidad y de temple al toro que cerró la tarde. Tiene el sevillano en sus muñecas los secretos de cómo torear despacio y por abajo. Y eso rompe todos los esquemas.
No pudo desarrollar todo lo que lleva dentro, porque el sobrero de Algarra no estaba hecho para grandes menesteres y con el 6º todo quedó emborronado por el pésimo uso de los aceros. Pero Aguado ha dejado claro que lo de Sevilla no fue una casualidad: es una forma históricamente conocida, pero que hy en día se ve poco pos los ruedos. Por eso, sin un triunfo redondo, este joven licenciado en ADE sale de su primer compromiso en Las Ventas con su crédito al alza. Está claro: el toreo eterno no tiene fecha de caducidad, incluso cuando no sea lo más frecuente en una tarde de toros de la actualidad.
Por otro lado, ee le vio en mejor son a Ginés Marín, aunque no consigue remontar a épocas pasadas. Uno tiene para sí que aquel mano a mano en Madrid con El Juli –que es mucho Juli– todavía no lo ha asimilado. Hoy tuvo un gran toro, el que abrió la función, como para volver a coger el sitio. Y en buena medida lo consiguió. Quda más que la duda de si no hubiera sido ocasión para más de lo que se vio.
Luis David –cosas de taurinos: ha borrado lo de Adame de los carteles– contó con un toro colosal, que fue el 2º. Lo toreó mejor que en otros momentos. Sobre todo, en dos series enormes sobre la mano izquierda. Pero esto de los grandes toros tiene mucho peligro; el mexicano lo experimentó.
En la corrida de Montalvo podría decirse que sobraba el grandísimo 5º, que desparejaba el sexteto salmantino y además no aportó nada. El resto, manejable y con dos toros a los que tomar la matrícula.
Postdata:
¿Que harán ahora, con la eclosión Aguado a tope, todos esos empresarios que para el mes de marzo ya habían cerrados sus abonos incluso para el mes de septiembre? Por lamentable que sea, se quedan a la espera de que en sus carteles se produzcan sustituciones. Es un sinsentido más de la forma en la que hoy se gestionan las cosas del toro, cuando el avlor del mérito se ha dejado en un segundo plano.
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