España, homenajeada por Machado

por | 23 Feb 2014 | Firma invitada

Recuerda hoy España a su poeta. Al poeta de personalísima esencia. Recuerda hoy España a Antonio Machado, fenecido tal día como hoy, 22 de febrero, lejos de su casa, en la tierra de un país que no fue el suyo, en donde aún descansan sus restos. La fatalidad, eterna metáfora de los conflictos civiles, así lo quiso. Quiso privarnos de poder velar hoy su memoria, ante esa porción de campo que se le reserva a los muertos. Mas, como ocurre con todos los que fueron insignes en vida, nos queda para hacerlo la riada de versos que legó a la literatura.

Por sus poemas, sencillos e íntimos, se imagina uno a un hombre de afable carácter, templado, cercano y preciso, tanto en los sentimientos (cosa harto difícil) como en las acciones. Ocurre así con quienes algún día soñaron con ser verbo. Y para mí tengo que Machado (¡Ay, España, que no puedes albergar a tu poeta!) soñó con sus Soledades, sus Galerías y sus Campos.

La esencia de su poesía no se halla ni en la (impecable) forma, ni en las palabras escogidas (con precisión relojera). Toda la poesía de Machado (¡Ay, fatalidad que desterraste a tu poeta!) se halla, palpitante, en el verbo. Color y esencia de sus poemas. Y porque, imagino, quiso ser verbo, amó tan apasionadamente a Leonor, que acabó por lograrlo. Como verbo le recordamos hoy, como palabra animada en el imaginario colectivo, más aún, en la íntima conciencia de cada uno.

La cordura de una esencia; un espíritu transustanciado en verbo, convertido en la levedad de una idea y en la idea misma. Y si, a la luz de su propia vida y su obra, el verbo tomó para Machado ese carácter esencial en la poesía no fue por capricho ni por transgredir sino, sencillamente, porque está, por su misma esencia, el verbo apegado al tiempo, a la hora justa, como el hombre, en la que ha sido creado. Hombre y verbo comparten la temporalidad y la metafísica vida a la que, tanto uno como otro, están llamados, más allá de deidades y confesiones, más allá de la credulidad o la incredulidad. Más allá de todo, queda la Historia, como vida eterna a la que estamos llamados, y en la que Machado, por justísimo merecimiento, entró.

Dialogante, como una conversación con esa vieja amiga que desde siempre nos acompaña, revestida de conciencia, es la poesía de Machado (¡Ay, España, laméntate. Tu poeta no está!). Íntima, según la concepción propia del poema, universal, según la apreciación y el derecho que le otorga su calidad, y, sobre todo, machadiana. Y no es baladí este adjetivo último, pues ¿cuántos poetas hay que escriben acechando los versos de otros?, ¿cuántos hay, carentes de estilo? Definitivamente, machadiana no es un adjetivo baladí para calificar a la poesía del genio sevillano. Merece un adjetivo propio, por lo menos.

Intelecto, parece gritarnos al oído en sus poemas, sin sentimiento, de nada valen, y viceversa. Lo que vale, lo que de verdad es útil es la dificilísima unión de uno y otro; la fundición de ambos en unas pocas palabras enhebradas en un papel, aún cuando el dolor por la pérdida, aún cuando Leonor haya fallecido.  

La humana… ¡la humanísima condición de su poesía, no es sino al reflejo de la condición del propio poeta! Humana, y por ello, hasta siete veces elevada, y profundísima, como una inmensidad oceánica, como una abisal llanura de lejano horizonte anaranjado, es la poesía del maestro Machado, que aún hoy, tantos años después de su muerte, cuando tantos poetas han caído en el dichoso olvido, sigue iluminando.

Recuerda hoy España a su poeta. Al poeta de personalísima esencia. Recuerda hoy España a Antonio Machado, quien homenajeó perpetuamente a su país por la casualidad de nacer en él.

Los escritos del autor pueden consultarse en su blogs, en la dirección electrónica:
http://www.ritmosxxi.com/blog.asp?idfirma=45

 

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