Entregada confirmación de alternativa de José Carlos Venegas

por | 2 Jun 2014 | Temporada 2014

MADRID. Vigésimo cuarta de feria. Tres cuartos de entrada. Toros de Hijos de Celestino Cuadri, de gran presencia y romana, de mal juego ante el caballo pero escaso  para los de a pie. Javier Castaño (de blanco y oro), silencio y silencio. Iván García (de fresa y oro), silencio tras aviso y silencio. José Carlos Venegas (de fucsia y oro), que confirmaba la alternativa, ovación tras un aviso y ovación. Más por tradición que por otra cosa, los banderilleros de Castaño fueron muy aplaudidos, aunque sus pares resultaron muy desiguales; sin embargo el más relevante fue Marcos Galán con el capote..

Si fuera por presencia, un corridón; por el juego que dieron fue otra cosa. Desde luego los hermanos Cuadri  no han escatimado esfuerzos, a los que luego sus animales no respondieron. Ante los caballos sacaron más mansedumbre que bravura, en peleas muy desiguales, que lo mismo se dejaban pegar que volvían grupas. Si quitamos los dos primeros, que apuntaron cosas de clase aunque su capacidad de humillar era muy limitada, el resto se caracterizó por una escasa movilidad, la soltura de sus caras y un nulo celo por los engaños. Poco, mal picado y de feo estilo en sus embestidas, el que cerraba plaza, trajo al ruedo una fuerte dosis de emoción, porque su torero se puso allí con  mucha firmeza.

Firmeza, desde luego; pero también un empeño poco frecuente. Viéndole ante sus dos “cuadri” quién diría lo poco que torea el confirmante José Carlos Venegas. Aprovechó hasta el límite de sus posibilidades la relativa bondad del toro de la ceremonia, el mejor de todos los lidiados. Fueron series sobre todo vibrantes, aunque no siempre tuvieran el acabado necesario. Sobre todo la mano derecha, hubo muletazos de categoría. Pinchó antes de dejar toda la espada arriba y se le ovacionó con mucha fuerza.

Volvió a dar la cara Venegas con el problemático 6º, que llegó en pésimas condiciones al último tercio. Estuvo valentísimo, sin volver la cara nunca ante las oleadas de pitonazos que le venían de un lado y de otro. Fruto de una de ellas vino el volteretón tremendo, del que al concluir el festejo tuvo que se asistido en la Enfermería. No hubo estética, pero sí mucha épica en toda su faena. Y de nuevo la afición madrileña le aplaudió con convicción.

Pero en esto de los toros no se gana para sorpresas. Con el respeto con que siempre la afición madrileña ha tratado a Javier Castaño,  no se sabe bien por qué hoy se rompió esa buena conexión. Era el mismo Castaño de otras veces, pero las reacciones eran diferentes. Pendiente siempre de la lidia Castaño, su primero se fue apagando paso a paso casi desde el muletazo inicial, lo que hacía imposible que la faena fuera a más, aprovechando la nobleza que tenía el “cuadri”.  Con algo más de viaje, el 4º sin embargo se desplazaba con la cara alta y distraído. El salmantino pudo delinear muletazos templados y suaves, siempre sin poder apretar el acelerador. Ese conjunto resultaba incapaz para que llegara al tendido.

Imposible resultó el lote de Iván García. Sin recorrido alguno su primero, el quinto no mejoró. El torero madrileño, aunque no se le hiciera demasiado caso, sacó un buen oficio para hacer lo que debía: lidiarlos y matarlos. Pero se le vio siempre en su sitio y cuando tuvo ocasión –como en su quite al 4º– sus buenas maneras de manejar los engaños.

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Taurología

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