Siempre se ha dicho que los toreros que desde muy jóvenes se encaraman en los más alto del escalafón, para poder luego mantenerse en esa posición de privilegio, tienen que estar dotados de al menos tres condiciones: inteligencia para profundizar en el oficio, capacidad para crecer en el orden artístico y una afición sin límite, porque sólo así el torero mantiene la atención de unos aficionados, que por ley de vida se ven sorprendidos periódicamente con la aparición de nombres nuevos.
En ese rango ha inscrito su nombre Enrique Ponce, más veinte años ya en muy primera línea, con una edad que en cualquier otra profesión supondría estar el preámbulo final para dar el salto a lo más alto de su oficio. Y por más que paulatinamente vaya bajando la intensidad de su carrera, lo cierto es que Ponce sigue ahí, donde soñó cuando era niño y donde se colocó cuando en otras épocas se diría que aún no tenía edad para entrar en quintas.
Cuando se relee la amplia bibliografía periodística que se reúne en torno a este torero, se entiende que el discurrir de las cosas haya sido ese. Y lo que más sorprende es que esa línea de pensamiento que constituye el cañamazo de su afición, es una constante en todos estos años. Desde cuando en el lejano ayer su sueño era llegar, hasta hoy, cuando aspira a saber irse, cuando toque.
A recopilar los grandes temas de esa forma suya de entender el arte del toreo se dedica este trabajo de documentación, que se nutre de trabajos periodísticos publicados en España y en América a lo largo de los últimos 10 años.
LOS ORIGENES
●Desde muy chiquitito mi abuelo me enseñó a torear; yo tendría unos seis años. Después, toda mi vida he querido ser torero. Desde pequeño se me inculcó la afición a los toros y siempre ha sido mi sueño
●He crecido con los toreros de la década del ochenta. Son los que más me han marcado, como Manzanares, con quien tengo una predilección especial por amistad. Pero también otros grandes toreros de esa década, como Espartaco, Roberto Domínguez, Ortega Cano y Capea.
●Todos los toreros me han motivado mucho en la plaza. Desde Curro Romero, que es el torero más antiguo con que he compartido cartel, hasta Manzanares, Ojeda, Capea, Espartaco, Roberto Domínguez, que son de una hornada distinta a la mía. Y luego, Joselito, Rincón, Rivera, Jesulín, y ahora
El Juli, que son de esta última generación. Con todos he sentido la competencia, que hace que la Fiesta tenga mayor vibración y sea más bonita.
●Ha habido en todas las épocas grandiosos toreros, que han sido los que han marcado esa evolución. Desde Joselito y Belmonte y anteriormente, todos han tenido una importancia fundamental en la evolución del toreo. El toreo ha evolucionado a la vez que el toro. Sería impensable que al toro de hace dos o tres siglos se le pudiera torear ahora igual. Ha habido grandes figuras en cada época. Unos han sido el referente de otros que iban llegando. Pero es igual en la pintura.
●Las claves para ir a más en la profesión son varias. Primero, tener mucha afición, constancia, capacidad para afrontar las cosas, los triunfos, los fracasos y luego tener humildad para aprender, para no conformarte. Esa es la única manera de poder ir a más. Y a todo esto, sumar un toque especial, que te tiene que dar Dios con su barita mágica, para, además de tener esas cualidades que tiene que tener un torero, ser distinto.
●Me queda mucho por mejorar. A lo mejor, en esta profesión nunca se consigue el propósito de alcanzar la perfección, porque a lo mejor no existe. Pero, creo, en esa búsqueda está la ilusión de seguir toreando. Es muy difícil llegar a un tope, pero si no eres capaz de subir más peldaños puede que uno acabe aburriéndose al ver que no es capaz de progresar.
●Una de las cosas que me faltan por conseguir es saber irme. Que Dios me ilumine para decir hasta aquí llegué.
EL CONCEPTO DEL TOREO
●A mí me gusta el toreo clásico, el puro. Me gusta torear muy despacio y con mucho temple, siempre atendiendo lo que demanda cada toro. Cuando cuajas al toro, cuando las cosas salen y te detienes en lo que haces, toreas muy abandono, te gustas. Y cuando te estás gustando, eso llega a la gente.
●En una faena hay una relación muy estrecha entre toro y torero, existe un diálogo. Desde el momento en que se presentan, desde que paras un toro, el toro aporta, enseña condiciones que tú debes absorber. Y tú debes adaptarte a ellas para crear la obra de arte que esperas crear. El toro es un animal que te lo da todo, y todo te lo puede quitar, por eso el toreo es tan grande.
●Me he preocupado de torear toros de muchos encastes que así sea: un torero debe ser capaz de eso. Y lo he hecho sin necesidad, por sentirme más realizado. He matado toros de Santa Coloma, de Victorino, de Atanasio, de Domecq, de Samuel… Y de todas esas ganaderías guardo recuerdos imborrables.
● Nunca me pongo delante de un toro sabiendo qué voy a hacer. Dejo que fluyan las cosas y según trascurran las voy respondiendo y creando la faena.
●En el triunfo sientes una gran satisfacción. Después de la tensión a la que te has visto sometido durante todo el día, de los nervios, del si saldrá bien o saldrá mal, cuando todo sale bien y cruzas la puerta grande, la satisfacción es la sensación de las cosas bien hechas, de pensar que todo ha salido bien, que he estado bien en la plaza y entonces tienes un relax tremendo. Mantener en esos momentos los pies en el suelo, en lo que a mí respecta, nunca me ha costado. Siempre he tratado de tenerlos y siempre he pensado que el triunfo es muy importante, pero que mañana es otro día y siempre hay que tratar de mejorar y buscar que cada día sea una nueva jornada de triunfo. Los grandes, grandes en cualquier profesión, ya no sólo del toreo, han sabido asimilar tanto los triunfos como los fracasos. Precisamente por eso son grandes.
●Lo mejor del toreo es cuando cuajo un toro bien. A lo mejor a otros les gusta más la salida a hombros, o cuando ya has triunfado, no lo sé. Para mí, desde luego el mejor momento es cuando estoy a gusto con un toro y lo estoy cuajando. Tengo al toro en la mano y lo que pienso, lo que yo tengo en la cabeza me sale perfecto. Eso para mí es la mayor satisfacción cuando ves que estás cuajando un toro, que estás a gusto, que estás sintiendo que estás creando una obra de arte. De alguna manera te llegas a olvidar de que tienes cuerpo… Eso pasa. Yo lo llamo ´abandonarte´: de alguna manera estás tan a gusto que te abandonas… Puede sonar a expresión artificial eso de que te olvidas del cuerpo, pero es verdad. Cuando tú te abandonas, todo brota con naturalidad y eso es realmente el toreo, cuando todo sale con naturalidad.
●El toreo no son gestos forzados. En el toreo de verdad, clásico, el arte brota de verdad de tu cuerpo, sin tú buscarlo… Por eso pienso que el arte se tiene o no se tiene, tú no lo puedes perseguir. El toreo es el arte entre las artes, no hay nada que se pueda comparar a él. En una corrida de toros están presentes otras grandes expresiones artísticas como es la música, la escultura, la poesía… Ha inspirado a grandes artistas de la pintura, de la poesía, de la danza, de todo. El toreo ha sido fuente de inspiración para todos ellos y ésa es la prueba más evidente de que el toreo es un arte.
LOS MALOS RATOS
●Ha habido muchos toros que me han hecho pasar fatigas. Pero me viene a la cabeza el toro Lironcito, en Las Ventas, por la importancia que tuvo ese toro y en el sitio que fue. Y en Valencia, un toro de Algarra en unas Fallas, uno de Sepúlveda el año 93. Y luego, más reciente, un toro de Charro de Llén en San Sebastián, que ha sido el más grande que he matado, y uno de Samuel Flores en Bilbao el año pasado, que ha sido, por trapío, el más serio que he matado en mi carrera y además la faena que le hice a ese toro ha sido una de las guindas de mi trayectoria.
●Baches gordos creo que no he tenido. Mi trayectoria siempre ha ido a más. Hombre, en una temporada, alguna semana que a lo mejor no hayas estado bien o que no hayas cortado orejas. Quizá en las temporadas del 94, 95 ó 96, sí que me podían achacar más eso porque eran años de consolidación. Pero creo, que realmente -corrígeme si me equivoco-, mis temporadas siempre han ido a más y a más, y nunca ha habido un bache hondo. Cada año, ha mantenido un tono ascendente. La temporada más complicada fue la del 2000, sobre todo, porque en Soria sufrí un percance que pasó desapercibido y pudo ser gravísimo. Fue un esguince cervical y estuve muy fastidiado todo el año. No se notó mucho pero ha sido de las cogidas más duras de superar. Muchas veces me quedaba enganchado, sin poder moverme. Y luego, en 2002, la cornada de Sevilla y la cogida de León, pero creo que superé todo eso muy bien. Por tanto, bache gordo, gordo, gracias a Dios, creo que no he tenido.
LA REALIDAD DEL MIEDO
●El miedo te supera o te puede cuando no eres capaz de poder con el toro, con lo que tienes delante. El miedo, muchas veces, es también, aparte del toro, el desconocimiento a lo que puede pasar. Creo que cuando uno está seguro de sí mismo el miedo es menor; por eso los toreros, cuando son capaces y tienen confianza en sí mismos y en sus posibilidades, tienen mucho más valor. También está el valor inconsciente que puede tener un muchacho que empieza y que no sabe bien lo que le espera, pero ese valor inconsciente, normalmente, no es duradero. El valor de verdad está asentado en un oficio y en unas bases. Yo cuando más miedo paso es cuando estoy delante de un toro que no obedece bien a los toques y a la colocación y te va buscando.
●Del día que se torea, lo peor son un par de momentos: cuando estás en el hotel, antes de vestirte, en la siesta… Ése es uno de ellos. Después te empiezas a vestir y parece que ya comienza todo, pero esa espera antes de vestirte en la que te mentalizas, pensando en qué va a pasar y tienes las dudas de si habrá viento, si van a embestir los toros o no… Es un momento muy tenso. Después, hay otro momento, un poquito antes de que salga el toro, en el que estás esperando para ver cómo va a ser el animal, que también es muy duro. Además, hay tardes con plazas en las que tienes más presión y otras donde estás un poquito más relajado, pero esos dos momentos son siempre tensos.
●Uno nunca se acostumbra a jugarse la vida, nunca. Cuando empiezas ves a las máximas figuras y piensas que ellos ya no pasan tanto miedo porque están consolidados; pero ahora creo que no es así, que no es verdad, que cuando estás en figura todavía tienes más responsabilidad y te sientes más presionado porque la gente espera mucho de ti.
ENTRE EL ELOGIO Y LA CRÍTICA
●Siempre he tratado de que lo que puedan decir de mí no me condicione. Trato de ver todo lo que se dice o se escribe de mí pero intento que no me afecte. Las críticas, sean buenas o malas, no deben afectar en el ánimo del torero. Si acaso para bien pero no para hundirse en ellas. No obstante, si no lo lees, te enteras, te lo dicen, te llega todo. Pero aunque no quieras, te enteras.
●Los elogios, los reconocimientos siempre son buenos. O los homenajes, aunque piensas que te hacen más mayor (risas). Ahora mismo, si fuera por mí la verdad me daría más igual pero sé que mi abuelo disfruta mucho con eso. Porque mi abuelo, con sus 91 años, es el mejor aficionado que hay y está pendiente de todo. Y cuando hablan bien de mí, eso a él le llena, le gusta y se siente orgulloso de mí. Por él sobre todo es por lo que me gustan los reconocimientos o los halagos.
EL TORO, EL AMIGO
●Lo primero que siento si me dicen la palabra ´toro´ es respeto y una profunda admiración ante un animal con esa bravura. Es un animal único en el mundo, no hay ningún otro animal que tenga la bravura del
toro de lidia, del toro bravo. El crecerse ante el castigo, el ir a más, el embestir hasta morir… Eso es impresionante.
●El torero es la persona que más quiere y admira a un toro, aunque sea contradictorio porque lo tenga que matar, pero esto es así, para eso nace este animal, para morir en una plaza de toros y conservar de esa manera su especie. Más que sufrir cuando tengo que matarlos, sí es verdad que ha habido veces que he pensado que había toros que han merecido el indulto y no se lo han dado.
●Pero también es cierto que el toro bravo es un animal que no perdona absolutamente, que si puede y tiene la oportunidad te mata; es animal irracional y como tal no tiene sentimientos, no sabe qué va a ocurrir, por lo tanto eso es una de las cosas que hace que el toro bravo no sufra. Él vive el momento y su bravura le impide ese sufrimiento. Eso es muy diferente a que tú, en un momento dado, hayas pensado que ese animal ha merecido el indulto.
LAS TESIS ANTITAURINAS
●Yo he hablado, civilizadamente, cuando alguno me ha querido escuchar. Para ellos el sacrificio de este animal es un sufrimiento inaceptable. Pero, primero, yo digo que el toro bravo es un animal criado y creado genéticamente para este rito que es el toreo. Sin él, no existiría este animal. La prueba es que donde no se torea, no existe el toro de lidia. Segundo, yo estoy convencido de que el toro bravo no sufre. Pienso que no sufre porque no le da tiempo de sufrir; es por esa misma selección genética que se ha hecho con él, por su evolución, de unos tres siglos, en esa bravura cada vez mayor. Si sufriera, huiría, querría saltar la barrera, daría coces, pero no. El toro crece en el castigo, da la cara, pelea. Y muere con muchos más honores y dignidad que otro animal, y puede pasar a la historia. Incluso se le puede salvar la vida si es indultado y puede vivir privilegiado cuatro o cinco años, como el rey de la dehesa. Estoy seguro de que si le preguntasen al toro, diría a mí dejadme en paz, que estoy muy bien así.
LOS TOROS, EN CULTURA
●Es muy importante como símbolo. Nos sentimos ubicados en ese Ministerio. Queremos reivindicar que el toreo forma parte de nuestra cultura y nuestra tradición. Lo más importante: mejorar la imagen del toreo.
●Lo que se ha llamado el G-10 Es un grupo muy democrático por así decirlo. Lo que queremos es una unión para poder defender los intereses de todos. No queremos ninguna pelea con nadie. He oído que a veces los empresarios están como en guardia y nosotros no queremos hacer nada que no sea positivo para el toreo. Los galones siempre se deben respetar, como la antigüedad.
●Espero la llegada al ministerio de Cultura que sea un bonito punto de partida. Hemos llegado a este puerto. Ha sido importante. De generación en generación se venía pidiendo. Esperamos que ahora en Cultura tenga una difusión mayor que en Interior.
●El toreo es el arte entre las artes, porque en una corrida de toros se conjugan todas las demás artes. Una corrida de toros tiene luz, colorido, música, la escultura -pues estás viendo que toro y torero forman una escultura viva-. Por todas estas cosas pienso que el toreo es el arte entre las artes. Un espectáculo que es capaz de emocionar a los grandes genios de otras artes es muy significativo.
0 comentarios