Pepín Martín Vázquez, uno de los matadores de toros exponentes del mejor toreo de estilo sevillano, ha muerto a los 83 años. Un torero valiente y artista, que se nos va cuando todos tenemos contraída la deuda de haber promovido antes que se le concediera la Medalla de las Bellas Artes, para así hacer justicia a lo mucho y bueno que aportó a la Fiesta. Por eso, ahora, cuando tantos aficionados llorarán su muerte, el toreo entero debe unirse para que en este año y con mayor motivo, se reivindique su aportación a las Bellas Artes españolas.
Este lunes ha sido enterrado los restos mortales del torero sevillano Pepín Martín-Vázquez. Previamente, se celebró una Misa en la capilla del Tanatorio de la S-30 de Sevilla, donde se había instalado la capilla ardiente. A la ceremonia, junto a familiares y amigos, se ha acercado un gran número de taurinos, entre ellos Curro Romero, Litri padre, Eduardo Dávila Miura y Pepe Luis Vázquez hijo. El próximo viernes 11 de marzo, a las 20:30 horas, se oficiará una misa en la Basílica de La Macarena en memoria del diestro sevillano.
En estas tristes horas cobra un especial valor cuanto en taurologia.com se ha escrito sobre el gran torero de la Rezolana, con cuya familia nos solidarizamos en tan difícil trance, a la vez que elevamos nuestra oración por su eterno descanso.
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Lo ha vuelto a reivindicar Morante de la Puebla, en la magnífica entrevista que le he ha hecho Zabala de la Serna en el diario “El Mundo”, cuando sin ninguna falsa modestia, sino con enorme verdad, ante la pregunta de si le gustaría que le concedieran la Medalla de las Bellas Artes, ha declarado: “A mí sinceramente no me gustaría que me la dieran. No sería el momento oportuno. Si puede servir de orientación para el oído de la gente, no querría que saliera mi nombre como candidato. No se lo deberían ni preguntar. Hay que dejar pasar el tiempo y dársela a quien se la merece, que en este caso es Pepín Martín Vázquez”.
No puede ser una petición más justa, ni más oportuna. Una pléyade de aficionados, por no decir todos, se alegraría que, precisamente en el año en el que se reconocen los valores artísticos y culturales de la Fiesta, nada más oportuno que conceder a Pepín esta Medalla. En este caso, se daría el paradigma máximo al que puede aspirar todo galardón: no es la Medalla la que prestigia y enaltece la figura del torero; es precisamente Pepín quien justifica y da razón de ser para que el Arte taurino se le considere como una de las Bellas Artes.
Pero es que, cuando el torero de la Puebla hacía estas declaraciones, se unía a una reivindicación que viene desde hace años. Por fijarnos tan sólo en lo más moderno, ya Antonio Burgos reivindicó su figura, en una magnífico artículo publicado en ABC en el año 2005: “Y nadie, ay, nadie se acuerda de Pepín Martín Vázquez, el de la Resolana, felizmente vivo y entre nosotros. Con tantas biografías que se editan, Pepín Martín Vázquez, torerazo de Sevilla, eslabón perdido entre Pepe Luis y Curro Romero, no tiene quien le escriba”.
De alguna manera, este artículo de Burgos fue el punto de arranque, el recordatorio de que Pepín Martín Vázquez debía seguir vivo en la memoria de los aficionados. Se trata de una reivindicación viva. De hecho, hoy puede afirmarse la plena vigencia de lo que Carlos Crivell escribió ya en 2009: “Ahora que es posible que aún quede tiempo por delante, antes de que los sesudos señores que conceden la Medalla de Oro de las Bellas Artes puedan nuevamente sembrar la polémica, que alguien vaya y les cuente que hay un torero llamado Pepín Martín Vázquez que puede lucir con todo merecimiento ese honor de ser considerado como un artista de los grandes”.
Por no citar los Se trata de una idea que más recientemente ha retomado Andrés Amorós en las páginas de ABC, cuando en este mes de febrero escribió: “Al acercarse la fecha de la concesión de las Medallas de Bellas Artes, conviene que se premie a un artista de la Tauromaquia con méritos indiscutibles y que, en contra de lo que a veces ha sucedido, sea acogida sin polémicas por los profesionales y los aficionados. Creo que muy pocos nombres reúnen mejor esas dos circunstancias que el de Pepín Martín Vázquez. Aunque vive retirado, el recuerdo de su arte parece crecer cada día”.
Y es muy justo que así sea, porque, como dicho ahora el propio Morante: “No se puede torear mejor, más natural. Duró muy poquito tiempo en el toreo, pero los éxitos que tuvo fueron muy sonados. A cualquier torero de la actualidad que se le pregunte por Pepín coincide con todos los que han visto sus videos. Es una cosa maravillosa”.
Algo que con gran sensibilidad ya había explicitado con más detalles Carlos Crivell, en su sevillatoro.com: “Pepín Martín Vázquez fue un torero lleno de virtudes. En su toreo se fundían – a la par – el salero y el clasicismo, el valor y la armonía, la casta y la gracia torera. Los aficionados dictan un juicio firme: ¡Por fin un torero de clase aúna está con la valentía!. En cuanto a su estilo, Cossío opina que "Toreaba excelentemente con la muleta y aun con un prurito de clasicismo que atenuaba su gracia auténtica, el ritmo alegre de su toreo. Cuajo muchas faenas memorables y especialmente en los años de su apogeo ocupó lugar en la primera fila de los matadores de su tiempo". Pepín era la gracia, el aroma, la sevillanía, la pinturería torera, pero también el valor y la casta. Era el detalle y el destello –heredado de Chicuelo y Pepe Luis Vázquez y precursor del de Manolo González–, pero también el pundonor, la arrogancia y la lidia total que iba desde el capote grácil a la armónica y florida muleta, que no estaba exenta ni de hondura ni de profundidad, pasando por los tercios de banderillas que, de novillero, frecuentó a menudo y que más tarde fue posponiendo”.
La Unión de Abonados y Aficionados de Madrid solicita la Medalla para Pepín Martín Vázquez
En reunión celebrada en la tarde del sábado, 26 de febrero, acordó por unanimidad dirigirse oficialmente a la ministra de Cultura para solicitar que se conceda la Medalla de las Bellas Artes a Pepín Martín Vázquez, en razón de su excepcional trayectoria y como reconocimiento a sus aportaciones al Arte del toreo.
Esta petición habia sido acordada cuando, aunque se sabía de su delicado estado de salud, nada presagiaba la inminente muerte del gran torero sevillano.
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