La primicia del día la ha dado Fernando Carrasco, en las páginas de la edición sevillana de ABC: Manuel Jesús “El Cid” ha decidido darse de baja en el llamado G-10, porque considera que objetivo primero de este colectivo no se ha llevado a cabo de la forma acordada, ya que considera que hay que defender los derechos e intereses de todos los matadores de toros, no sólo de unos cuantos.
Por medio de esta decisión está el abogado del torero, Joaquín Moeckel, que en su día ya tuvo divergencias con la formación de la Unión de Toreros y luego con la constitución del propio G-10.
En la versión del torero y de su asesor legal, la cláusula que figuraba en el acuerdo entre los diez toreros, según la cual si uno de los toreros del G-10 abandonaba el grupo, debería abonar la cantidad de un millón de euros, finaliza durante este mes de octubre, por lo que el diestro sevillano quedaría exento de pagar ese dinero.
El Cid ha comunicado su decisión ya al resto de componentes del G-10, y en breve lo hará a la empresa All Sport Media, que es la encargada de gestionar los derechos de imagen de este colectivo, por lo que ésta ya no tiene los derechos del torero de Salteras.
Junto a esta baja por decisión propia, el G-10 cuenta ya con un socio menos:
En algunos medios se cree que el siguiente en darse de baja será Morante de la Puebla, una vez que ha roto su relación de apoderamiento con Curro Vázquez. En otros mentideros se cree que José María Manzanares estaría sopesando también desvincularse del G-10.
Con seguridad, en el G-10, después de estas dos bajas, queda con Enrique Ponce, José María Manzanares, El Juli, Morante de la Puebla, Miguel Ángel Perera, Cayetano, El Fandi, Alejandro Talavante y César Jiménez. Pero podría pasar a ser, sencillamente, el G-6, si se confirman las bajas de Manzanares y Morante. Con lo cual, de ahí a la disolución queda ya un paso.
No afecta a la demanda en Competencia
Estos movimientos que fractura el G-10 se producen cuando en el horizonte está la demanda planteada –de forma poco sensata– por ANOET ante la Comisión de la Competencia, por la gestión de los derechos de imagen, que inicialmente se dirige con la firma ASM, pero también contra los firmantes del pacto conocido como G-10.
Como es evidente, estas desvinculaciones en nada afecta a las decisiones que pueda tomar la Comisión, que siempre actúa sobre hechos ocurridos, no sobre futuribles desconocidos. Por eso, si al final esta Comisión adoptara alguna medida sancionadora, ésta no se elude por el hecho de causar baja.
Por eso, más que esta demanda en la decisión de irse descolgando del grupo de figuras podrían localizarse razones puramente taurinas. Y así, de hecho, basta releer los carteles que los que en los últimos meses se ha incluido a El Cid, para concluir que ha bajado un escalón importante.
El caso de Morante más bien podría venir por sus nuevos apoderados mexicanos, que a efectos de los derechos audiovisuales tienen sus propios criterios, bastante alejados de lo que suele ser usual en España.
Y en todos los casos, en el fondo lo que se viene a plantear no es más que el fruto derivado de las incongruencias que se producían en unas relaciones cruzadas entre apoderados, toreros y ASM.
Habrá quienes entiendan que, al final, los paganos de este casi frustrado acuerdo han venido a ser El Juli y Miguel A. Perera, que fueron los objetivos prioritarios de las represalias de las grandes empresas. Y puede ser así. Pero también cabria pensar que, frente a esas contradicciones sobrevenidas, tanto uno como otro torero han dado todo un ejemplo de cómo lucha un torero independiente en defensa de su profesión.
Pero toda esta movida no ha hecho más que empezar. Si ya hay todo un rosario de cambios de apoderado. todavía nos queda mucho por ver. En el fondo, se libra un juego de fuerzas, en el que los empresarios no serán los menos activos.
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