MADRID. Corrida de la Beneficencia. Lleno de “No hay billetes”. Toros de Alcurrucén, desiguales de presentación y juego; 1º, 2º y 6º, cinqueños. Julián López “El Juli” (de nazareno y oro), una oreja y silencio. Iván Fandiño (de vainilla y oro), silencio y una oreja tras un aviso. Alejandro Talavante (de grana y oro), silencio y silencio.
Desde el Palco Real, presidió la corrida S. M. don Juan Carlos, que fue recibido con una gran y muy prolongada ovación, que luego se repitió en distintos momentos de la tarde y al concluir el festejo. Le acompañaban el Presidente de la Comunidad, Ignacio González; el ministro José I. Wert y la Delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes. Le brindaron sus primeros toros “El Juli” y Alejandro Talavante; se abstuvo Iván Fandiño.
Ha sido el homenaje de la Fiesta a S.M el Rey, en esta última corrida de la Beneficencia que preside. Y un homenaje sincero y sentido. Se le echará de menos en este Palco en las próximas tardes, aunque esperemos que eso no suponga que deje de ir a la barrera del tendido 2, como más le gusta.
Pero a partir de ahí, que no es precisamente poco, en los aspectos taurinos se trató de una tarde venida a menos, frente a la mansota y deslucida corrida de Alcurrucén, a mayor abundamiento desigual de presencia y hechuras, impropias de un lote de reses que los hermanos Lozano tenían comprometido desde hace un año. Salvo el recortado 1º, que tuvo nobleza, y el 5º, un manso con acometividad ante la muleta, el resto tuvo mal juego. Casi todos mansearon en los caballos y no dieron facilidades en el 2º tercio. Una corrida como para que sus criadores no se sientan satisfechos. Y a tenor de lo enviado por la Casa Lozano discurrió la cosa. Tuvo un momento lucido, la faena de El Juli al toro que abrí plaza, y otro de vibración, que se correspondió con la faena de Fandiño en el 5º.
En su segunda comparecencia en Madrid, con un sector del público situado de antemano en el palco de enfrente, El Juli no terminó de redondear su feria. Si en la ocasión anterior, tuvo muy escasas facilidades, hoy ha contado con un toro noble, pero de menor fondo, con el que se vio al torero sobrado de técnica y con el afán de darle pureza a todo lo que hacía. Un par de series de naturales que marcaron la cota más alta. Y sobre todo, tuvo todo una gran unidad. Volvió a comenzar con fuerza su trasteo con el segundo de su lote, pero después de una primera fase con garra, el “alcurrucén” se quedó vacío de contenido y ya todo vino a menos. Anotemos que también brilló en el manejo del capote, en el que compitió en quites con Fandiño, como volvieron hacer con el 4º.
No pudo pasar de anodina la actuación de Iván Fandiño con el 2º de la tarde, de embestida descompuesta y siempre con la cara por arriba, que para colmo aguantó muy poquito ante la muleta. En cambio, supo ver al 5º, manso y suelto, rehusando ante los caballos y dando quebraderos de cabeza a los banderilleros. Pero entrevió que el toro se desplazaba por los dos pitones, aunque había que aguantarle la fuerza de sus embestidas. Y ahí se puso Fandiño, con las zapatillas quietas. Hubo demasiados muletazos embarullados, sin la limpieza del arte, desde luego; pero también los hubo largos y profundos y, en último extremo, también la emoción cotiza, a su modo, pero cotiza. Y sobre esa base consiguió cortarle una oreja. Sobre el tapete queda lo que es más que una duda: si Fandiño no pudo, no debió, estar mucho mejor con ese toro, que le habría brindado un triunfo importante. Las condiciones se daban, desde luego.
Ni los toros fueron para alegrías, ni Alejandro Talavante consiguió entrar en la tarde. Como el extremeño es de los que no saben estar mal, todo discurrió en un tono muy menor, sin confianzas y sin entendimientos.
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