Puerta, Camino y El Viti.
¡Qué extraordinario e inmortal cartel de toros! Quedará para siempre en cada uno de nuestros corazones, su recuerdo imborrable como un sueño vivo de emoción y de pasión.
Por desgracia, el maestro Diego Puerta no está hoy aquí para poder recibir este premio que tanta ilusión le hubiera hecho. Hace pocos meses, el 30 de noviembre, dejó el ruedo de la existencia para abrir la Puerta Grande. La Puerta Grande de la Luz, de la inmortalidad y de la gloria. Su toreo de valor, de honestidad y de entrega será para siempre un modelo ético y estético de grandeza y de auténtico señorío.
Puerta, Camino y El Viti.
Tres toreros, tres estilos, que, con su arte, han sublimado la época dorada del toreo. Tres escuelas que han marcado la intrahistoria y el sentir hondo del pueblo español.
Desde el valor y el temple de Diego Puerta y Paco Camino, la gracia y el color vibrante de Andalucía se vestían de luces para colmar el estremecimiento desbordante y apasionado que anuncia la plenitud.
En la figura del Viti, se encarnaba el espíritu de Castilla y de Salamanca: Una tierra bravía, de sagrados silencios, de doradas piedras eternas, capaces de encarnar, desde la quietud de los siglos, a la auténtica cultura.
Puerta, Camino y el Viti.
Tres maestros que nos han revelado con su arte la estética más honda del simbolismo del toreo, cuando anunciaban, en el círculo solar, que el valor y el temple torero es nostalgia de eternidad.
Quienes hemos tenido la gran suerte de disfrutar con el toreo de estos tres grandes maestros, hemos podido comprobar que la tauromaquia es un arte sublime y asombroso que aspira a la belleza esencial.
Los toreros inmortales, como Diego Puerta, Paco Camino o El Viti, llegan a encarnar en su figura los más nobles ideales de toda la humanidad.
Como han dicho los poetas, el torero es un héroe popular. Es el más grande, el más señor:
“No hubo príncipe en Sevilla
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de roma andaluza
le doraba la cabeza,
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia…”, como nos dice Federico García Lorca.
El torero es el maestro que sabe estar en todo momento. Nunca desentona, porque es todo armonía:
“¡Qué gran torero en la plaza.
Qué gran serrano en la sierra.
Qué blando con las espigas.
Qué duro con las espuelas.
Qué tierno con el rocío.
Qué deslumbrante en la feria.
Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla ”
Puerta, Camino y el Viti. Un inmortal cartel de toros: rotundo, irrepetible y eterno, que traspasa el tiempo de la historia para abrirnos para siempre la puerta grande de la luz.
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