La corrida de toros celebrada el domingo en las Ventas tuvo dos fases. La primera fué brillante y llena de matices de gran valor artístico: pero se truncó el espectáculo a partir de la cogida de Dos Santos y entró en otra etapa bien distinta. La culpa hay que buscarla en el ganado. Todos los toros fueron parecidos en cuanto a flojedad de remos: mas en tanto los tres primeros embistieron con nobleza y suavidad, los otros tres fueron todo lo contrario: el que no se vencía por el lado derecho, lo hacia por el izquierdo, o por los dos. El quinto, además, tenía un defecto en la vista y frenaba en mitad de la suerte. De presentación todos estuvieron bien, excepto el cuarto, flaco y con muchos pitones. Con los caballos no hicieron más que cumplir.
ANTONIO BIENVENIDA, CON GANAS
Después de hacer el paseíllo entre aplausos, Bienvenida hubo de salir al tercio para corresponder a la ovación que se le tributó, en recuerdo de la magnífica faena que realizó en una corrida de la Feria de San Isidro.
Salió decidido, con el firme propósito de repetir aquéllo, que tan grato recuerdo dejó entre los aficionados. A su primero, segundo de la corrida, lo recibió con cuatro verónicas y media, que fueron aplaudidas con fuerza. En su turno, en el tercio de quites, dió tres chicuelinas con garbo y arte. Puso después dos buenos pares de banderillas y fué aplaudido. Comenzó la faena con dos pases por alto, siguió con una serie de naturales con laizquierda y remató con el dee pecho. Con la derecha dió dos series en redondo, intercalando entre ellas tres de "kikiriki´", para terminar con una magnifica estocada y el descabello a lia primerai La faena torerisima de Antonio no pareció todo lo brillante que fué por la pegajosidad del animal, que no dejaba tiempo para terminar de reponerse al torero. A pesar de todo Bienvenida sacó del toro el mejor partido posible y dió la vuelta al ruedo entre las aclamaciones del público, que calibró perfectamente los méritos del torero.
Peor suerte tuvo en el cuarto y en el quinto, que mató en sustitución de Dos Santos. El cuarto, protestado por pequeño, era un toro con edad y sentido. Al intentar torearle en redondo se le coló y optó el torero por abreviar. Como el bicho se vencía peligrosamente por el lado derecho, era difícil entrar a matar, y por ello necesitó Bienvenida varios pinchazos antes de lograr una casi entera, de la que dobló su enemigo. En el quinto empezó Antonio sentado en el estribo y siguió por alto, pero el toro se quedó en cada pase peligrosamente, y ante esto Bienvenida terminó rápidamente de cuatro pinchazos y el descabello al segundo intento.
COGIDA DE DOS SANTOS
A Dos Santos, por una causa u otra, se le escapa el triunfo completo de entre las manos cuando parece imposible que así ocurra. No se le poeten negar ni su honradez profesional, ni su enorme valor, ni su buena técnica. Nunca regatea esfuerzo alguno: de continuo está aténto a tos menores detalles de la lidia para acudir donde sea preciso, y su valor estoico y consciente no decae, a pesar de haber sido fuertemente castigado por los toros. En esta corrida, en una ocasión su serenidad le salvó de una cornada, al hacer un quiebro al toro cuando se le arrancó a destiempo al poner un par de banderillas: por el contrario, en otra, ese mismo valor malogró con la cogida un triunfo que parecía seguro. Se cruzó tanto con el toro que, aunque lo embarcó bien en la muleta, el pitón izquierdo tropezó con su pierna y le hirió.
En el tercero toreó a la verónica suavemente bajando las manos y cargando la suerte. Demostró entonces que no es sólo un torero valiente, sino que también sabe llevar toreados a los toros. Con la muleta, después de unos ayudados por alto, citó desde mucha distancia al natural con la izquierda y dio cinco magníficos y el de pecho en un prodigio de temple, mando y valor. Cruzándose hasta lo inverosímil dió tres naturales, y al iniciar el cuarto se produjo la cogida. Á pesar de llevar toda la media manchada con la sangre que salía de su herida no quiso que se le escapase el triunfo e intentó entrar a matar: pero no cuadró el toro y sólo consiguió pinchar en hueso. El dolor de la cornada le impidió continuar en el ruedo, y entre una gran ovación fué conducido a la enfermería. Bienvenida terminó brevemente con el toro.
OREJA PARA SILVETI
El mejicano Juan Silveti confirmaba su alternativa en Madrid y su triunfo fue rápido. Con el capote recogido y las manos bajas toreó en diversas ocasiones a la verónica muy lucidamente. Al parecer, Silveti no ha extrañado el ganado hispano. Estuvo siempre en su sitio muy centrado con los toros, sin hacer nadaba destiempo y con autoridad al dirigir la lidia de sus enemigos.
Su primer toro, el de la confirmación, llegó al último tercio muy quedado, por lo que tuvo que meterse en su terreno y ponerle la muleta en la cara para encelarle. Con aguante, mando y buen estilo ligó una buena faena a base de redondos con la derecha y varias series de naturales con la izquierda ligados con el de pecho, para terminar de una gran estocada, de la que rodó el toro sin puntilla. Se le concedió la oreja, pedida por todo el público, y fué ovacionado en la vuelta al ruedo.
En el segundo hizo otra faena de gran calidad, pero de diferente estilo, por las distintas condiciones del toro. Empezó con dos por alto, y como el bicho se vencía por el lado derecho, Silveti lo toreó al natural con la izquierda en una serle de tres rematados con el de pecho: luego el mejicano no eludió el peligro y le ofreció la mano derecha en cuatro redondos magníficos, y en el quinto pase resultó cogido, sin consecuencias. Volvió al toro y le dió seis ayudados por alto, entró a matar y dejó media delantera. Oye una ovación.
Con las banderillas y en la brega, hay que señalar, como siempre, la eficaz y brillantísima labor de Pepe "Parrao" y Alfredo David, los dos excelentísimos peones, que, una vez más, fueron aplaudidos el pasado domingo en Madrid.
© El Ruedo, 21 de junio de 1951, nº 365
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