►Los honorarios de los matadores de toros
Reúnen los aficionados sus miradas en un punto común: los honorarios de los toreros. Es un vicio muy español el preocuparse de lo ganan los demás. Especialmente lo sueldos de los matadores de toros son el epicentro de todas las conversaciones taurinas. Y vienen las lamentaciones a la hora de buscar los contrastes. Los subalternos son situados en un plano plañidero: Injusticia de salarios y no sabemos cuantas cosas más. Pero, ¿de verdad ganan los toreros lo que dicen que perciben por una corrida? He aquí́ el problema. Porque lo cierto es que son muy pocos los que cobran las tan cacareadas cantidades astronómicas. Por el contrario, la inmensa mayoría de los matadores de toros reciben cifras verdaderamente irrisorias por sus actuaciones.
Si exceptuamos a la media decena de figuras, quizá́ alguno más, muy pocos, de los diestros no pasan de las 50.000 pesetas por corrida. Sabemos de matadores de toros que han recibido por una corrida en Francia 5.000 duros. Si sacamos a vuela pluma los gastos de un espada en una corrida, veremos que en muchos casos les llega a costar dinero vestirse de torero. A estos matadores de toros le es imposible pagar a las cuadrillas un precio superior al estipulado por la ley. Se abonan ridículas cantidades a los toreros llamados de segunda fila y luego ponen las entradas a precios de festejos de postín. Sin ir más lejos, ahí́ está el ejemplo de las plazas de las zonas llamadas turísticas, donde actúan matadores a 30.000 pesetas, mientras se pone a 50 duros el tendido. La verdad solo tiene un nombre, y no caben rodeos. También es verdad que muchos subalternos se lamentan de no poder vivir con lo que ganan en quince, veinte o veinticinco festejos en que toman parte al año. Nos parece muy bien que se les suba el sueldo en proporción a lo que ganan los matadores; pero, de todas formas, ¿podrán vivir todo el año de esos honorarios?.¿Se puede subsistir todo un año de veinticinco días de trabajo a cuarenta minutos por día?
Claro que se podrá responder que se juegan la vida en esos minutos mientras en otras profesiones se tiene asegurada la seguridad personal. ¿Es suficiente para una vida en tertulias de cafés el hecho de salir a un ruedo a cumplir su misión de prisa, muy de prisa, usando el capote a dos manos y las banderillas soltándolas a rapidez de vértigo? Ellos mismos -sálvense los que tienen la conciencia tranquila— son los que se han convertido en jornaleros del toreo. Ellos mismos se han ido quitando la categoría de artista que debe llevar todo profesional del toreo. Y ahora vienen, las lamentaciones, cuando ellos mismos tiraron su categoría con el socorrido tópico de “hacemos esto para no quitar palmas”.
►Los novilleros
Estamos ante el futro de la fiesta brava. Y ese futuro son los novilleros. No cabe más remedio que pronosticar con optimismo. Pocas veces se podrá́ vislumbrar un horizonte tan limpio. Estamos en los prematuros comienzos de una temporada. Apenas si se han dado festejos. Y ya se han destacado un par de muchachos haciendo el toreo conforme a las normas clásicas. Presiento que vamos a asistir al entierro del restregón, la gurripina y el pechugazo, que un mal día llegar a la Fiesta enmascarados en el nombre de “tremendismo” y, lo que es peor, como representación de una época.
Numerosos seudointelectuales que esos que afirman “que vivir en su época es estar de acuerdo con todos sus vicios y defectos”, quieren caminar hacia el futuro con una fiesta de toros deformada y ridícula —circense—, pero que Ies sirva para romper con todo aquello que les vinculaba al pasado. En muchos de estos seudointelectuales, toreros fracasos en su mayoría, no hay más que resentimiento, hasta cierto punto lógico, de no haber conseguido el triunfo en su época por falta de cualidades artísticas necesarias en aquellos momentos en que el toro requería de la buena lidia y el público exigía el buen toreo.
Sin embargo, y pese a estos auténticos derrotistas de la Fiesta –ellos sí que son derrotistas eficaces y eficiente—. nuestro espectáculo vuelve a emprender el buen camino, ese que conduce a la cumbre de su extraordinario esplendor y está cimentado en su pureza, al margen de la gula de unos cuantos vividores, amantes de un comercio descompensado, muy poco al corriente con las modernas corrientes europeas que se encargan de propagar.
Por todo esto miramos con simpatía a los que empiezan, a los que quieren toreros de verdad, a los que ser toreros de verdad, a los que ven en nuestro espectáculo su gloria y su dinero., pero ganados ambos a golpe de corazón y de arte.
Luego vendrán los consejeros. esos que enseñan aquello de “los torero cuanto m á s tramposos, más toreros”. Y viene el toreo con el pico de la muleta, el estatuario y el encimismo: “Chaval, crúzate al pitón contrario, que te veas los pitones por la espalda”. Y el “no cargues la suerte”, “mete la muleta al otro pitón para enganchar las embestidas…”, “no sigas los viajes, que los toros cogen”, y como consecuencia de todo esto, el antitoreo.
Confiemos en que la personalidad de algunos de los muchachos que empiezan haga oídos sordos a los consejeros que solo buscan la riqueza fácil y veloz.
►El toro actual
Y ya estamos ente el toro hace su aparición en
Un toro que da el peso reglamentario y que suele estar íntegro de puntas, un toro que indiscutiblemente tiene peligro –como se puede probar por la "clientela” del Sanatorio de Torero–, pero al que lo falta dar esa sensación de peligro que indiscutiblemente posee. Al toro actual se le ha llegado a quitar gran parte de la casta. Embisten con suavona memez. Se dejan pisar el terreno con desesperante candidez. Se habla mucho de la monotonía del toreo. Y el principal culpable es el toro. El toro de casta no permite "que se le falte al respeto", si no es a base de poderío por parte del torero, de buena lidia.
No hace mucho decía Lucía Bosé a su esposo, Luís Miguel Dominguín, que el problema que se planteaban los ganaderos era el de buscar un tipo de toro intermedio entre la bravura y la mansedumbre. La inteligente actriz decía, con muy buen criterio, que los toros no pueden ser más bravos o mansos; aunque les pese a los toreros. A mí me parece acertadísimo el juicio de la esposa de Dominguín. Se quiere llegar a un toro standard, absurdo, que amenaza con la belleza de las corridas de toros. El animal de lidia debe conservar su fiereza, para bien o para mal. Los recursos de los torero, de los buenos toreros, son los que acabarán imponiéndose a la excesiva bravura o a la mansedumbre. Y vendrán las diferencias de estilos. Y no habrá que hacer a todos los toros la misma faena, esa que dicen que gusta mucho y consiste “en pegar muchos pases”.
Confiemos en que los ganaderos despierten de su letargo y respeten la bravura de sus toros, que nada tiene que ver con el genio, con el mal genio, ese que trae de cabeza por su bronquedad y mal estilo. El toro, noble, pero bravo. Ya está bien de toros tontos, de aburridos animales con cuernos, que distan mucho de lo que en realidad es el toro.
El autor
Nacido en Madrid el 27 de enero de 1936, vivió algunos años de su infancia en Sevilla, donde se aficionó a los toros, y continuó esta afición en Madrid, ya desde su adolescencia, como espectador de las corridas de toros en la plaza de Las Ventas y pronto en el seno de la peña taurina juvenil Los de Hoy, que él mismo creó. Por aquellos años conoció a los hermanos Bienvenida y al fundador de esta histórica dinastía torera, el Papa Negro, con quienes consolidó una gran amistad.
Periodista de vocación, se graduó muy joven por la Escuela de Periodismo, colaboró en diversas revistas y pronto ocupó pronto importantes tribunas de la prensa diaria como cronista taurino, en una carrera profesional que le llevó a convertirse en una de las plumas taurinas más relevantes del siglo XX.
Colaboró unos años en la agencia Logos, fue corresponsal de “El Noticiero Universal”, de México; redactor jefe de “Fiesta Española” y redactor de “El Ruedo”. El año 1965 fue nombrado jefe de la sección taurina de “El Alcázar”, poco después creó la “Revista de Toros”. También desempeñó la crítica taurina en “Nuevo Diario” y el año 1972 ingresó en “ABC” sucediendo en esta importante tribuna a Antonio Díaz-Cañabate, y dirigió, asimismo, la sección taurina de “Blanco y Negro”. A partir de entonces, desde 1977 a 1982 colaboró en la agencia Efe, y en los últimos años era responsable de la información taurina de Antena 3 Televisión.
Es autor de varios libros sobre la fiesta de los toros; entre otros cabe citar: “La ley de la fiesta”, “La entraña del toreo”, “Hablan los viejos colosos del toreo”, “Restauremos la fiesta nacional”, “La corrida” y “Tiempo de esperanza”. Entre los numerosos galardones que recibió por sus trabajos, destacan los premios Luca de Tena (1990), Antonio Díaz-Cañabate y Carlos de Larra.
Falleció en accidente de avión el 20 de diciembre de 1995, cuando se dirigía a a Cali (Colombia) para cubrir informativamente su feria, entonces una de las principales de la América taurina. Con su muerte desaparece una figura historica en la imformación taurina. Pero detrás dejó la rica herencia de unos hijos que, ya sea en el periodismo ya en la gestión taurina, han mantenido viva la bandera de la autenticidad, del buen hacer, del amor verdadero a la Fiesta.
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