SEVILLA. Sexta de feria. Dos tercios de entrada, en tarde de lluvia intermitente. Toros de Fermín Bohórquez, correctos de presencia y reglamentariamente despuntados, manejables pero de poca movilidad y fondo. Sergio Galán, ovación y una oreja. Diego Ventura, una oreja y ovación. Lea Vicens, silencio y silencio.
A lo mejor ha llegado el momento de llevar las innovaciones también a los festejos del toreo a caballo. Este año Sevilla ha descartado el festejo que era tradicional para la mañana del último domingo, que es como comenzó organizándose, y lo ha reducido a uno. También a diferencia de otros años, la plaza no se llenó; nada distinto de lo que se ha visto en otras ferias.
Es cierto que en estos comienzo de temporada Hermoso de Mendoza, que sigue como gran figura, viene cambiando los ruedos españoles por sus bolos en los pueblos de los estados mexicano. Pero también debe tenerse en cuenta que los nuevos valores no renacen como en el toreo a pie. Contemplemos, por qué no, si el abuso de acudir al encaste murube no puede acabar siendo también un hándicap. Vamos a esperas a ver como se comporta Madrid, que será un test muy importante que marcará por donde se debería andar.
En Sevilla la corrida de Bohórquez no ha colaborado al lucimiento de los toreros. Su escaso empuje y movilidad ha multiplicado los intentos fallidos y ha hecho demasiado premioso el espectáculo, que no se compensa con el recurso abusivo a las acrobacias. Hubo fases auténticamente soporíferas. Y es que el toreo a caballo es otra cosa, si es toreo.
Sin salirse de su línea clásica y sobria, Sergio Galán se lució especialmente con el 4º de la tarde, ante el expuso mucho y pudo realizar todas las suertes reunidas y yendo al toro de frente. La segunda parte de su faena llegó con facilidad al público, con un espectacular par a dos manos, para culminarlo luego con un certero rejón de muerte, que facilitó el pañuelo blanco en el palco presidencial. Con el que abría plaza, al que recibió en la puerta de chiqueros, tuvo unos comienzos prometedores, pero el toro se paró y todo ya result
Sin una competencia real en el ruedo, por la ausencia voluntaria del jinete navarro, Diego Ventura lo fía todo a su imaginación y a su magnífica cuadra. Pero para eso se necesita de un toro en toda su pujanza que aguante su estilo de lidia hasta el final. Este domingo no fue el caso. Con momentos, sin duda, muy meritorios –hubo quiebros inverosímiles– , tuvo que tirar demasiado de los recursos para mover a los tendidos. Mucho mejor en el 2º que en el 5º, el hispano-portugués lució mucho con “Fino” –un caballo que sorprende– y con “Sueño”, que ya es un clásico; con todo lo más meritorio surgió en el toreo de salida a su primero, magnifico de temple.
No ha sido la tarde de Lea Vicens. Ni en la lidia ni a la hora de clavar, en ningún momento se la pudo ver centrada. Otra vez será.
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