Medidas inminentes. Son las que anunciaba el empresario Ramón Valencia hace escasas fechas en la entrevista publicada por El Correo. En la empresa Pagés andan moviendo números y el recorte del modelo de temporada que ha conocido la última generación de aficionados es inminente, aunque no afectará sustancialmente –ésa es la intención de la familia Canorea Pagés– al esquema de Feria de Abril consolidado en las dos últimas décadas. Algunos aficionados se han echado las manos a la cabeza pensando que ciertas fechas tradicionales pueden desaparecer por el momento del calendario taurino pero los hechos empiezan a ser tan tozudos como el escaso poder de convocatoria del espectáculo fuera de unos días y unas costumbres que -para bien y para mal- han ido cambiando. Y el recorte, ésa es la verdad, será bien recibido por el abonado superviviente.
Recortes en las plazas grandes
¿Se podría echar más imaginación al asunto? Seguramente. También se podría esbozar otra política de precios en función de la alcurnia de unos carteles que ya sólo son escogidos por los paganos en función de la excelencia. Pero el problema es de base y viene viciado: el tinglado dentro y fuera de Sevilla lleva ya varias décadas montado sobre ferias largas con dos tramos diferenciados: el de combinaciones de tono menor donde se gana el dinero doble a media plaza y el de los carteles sin rentabilidad inmediata que cuentan con los nombres de la primera fila que son el verdadero reclamo de unos ciclos que andan en trance de recorte. Pero la pescadilla comienza a morderse la cola. La crisis económica ha hecho descender vertiginosamente la clientela fija de las empresas y elegir entrada en un cartel de campanillas ya no obliga a pasar el fielato del abono. De alguna manera la fiesta recobra lógica empresarial: el espectador elige lo que le gusta, pero el equilibrio ecomónico del espectáculo, cimentado en la perdida fidelidad de los abonados, se ha hecho trizas. ¿Quien le pone el cascabel a este gato?.
La Maestranza en una encrucijada
Conviene echar una mirada fuera del viejo cerro del Baratillo. Los Chopera salieron corriendo de Córdoba después de aceptar un pliego en el que licitaron en igualdad de condiciones con otras empresas. Algo parecido les está pasando en Málaga: después de acceder a la gerencia de la plaza y aceptar los términos de un pliego desmesurado pretenden reconducir las condiciones sin pasar por el tamiz de un nuevo concurso que volviera a reunir a otras firmas en igualdad de oportunidades. El caso es que los resultados económicos de la temporada malagueña han hecho perder un potosí a los hermanos Oscar y Pablo Martínez Labiano, que andan pidiendo escaleras para bajar del madero una ruina galopante que está alcanzando a casi todos. La pregunta del millón es otra: ¿no se veía venir? ¿las grandes empresas creían que el statu quo conformado en las dos últimas décadas era eterno? Ya hemos comentado muchas veces que el mercado de las plazas de tercera ha sido arrasado por un ciclón. Pero el viento también está llegando a las plazas grandes, que han vivido amparadas en esa inercia de los días de vino, rosas y ladrillo que han dejado España como un solar polvoriento. Ya no basta buscar toros y contratar toreros. Hay que ponerse a trabajar. Y para arrastrar el toro de la temporada 2012 este Observatorio se toma un brevísimo descanso. Volveremos con los prismáticos a punto para no perder detalle del planeta de los toros.
VERSIÓN COMPLETA DE LA ENTREVISTA
RAMÓN VALENCIA: “La gestión de los derechos de imagen de los toreros ha dejado muy mal ambiente”
Álvaro Rodríguez del Moral
La crisis económica o la rebelión televisiva de los toreros del G-10 condicionaron una temporada que implicó la proclamación de Manzanares como torero de Sevilla. Ramón Valencia analiza la traumática gestión de los derechos de televisión, los estragos de la crisis económica y el replanteamiento del abono de cara a la temporada 2013 en la plaza de la Maestranza.
– Hace un año la empresa no se planteaba replantear la temporada pero la recesión económica es cada vez más tozuda.
– Estamos a la espera de tomar una medida que nos pueda aliviar de alguna manera. A nosotros y, lógicamente, al abonado también. Lo que pasa es que no es una medida fácil de tomar. Primero por la importancia que tiene Sevilla, con una feria y un abono que no es tan valorado como la Feria de Abril. Tenemos que saber qué hacer con ambos. No podemos minimizar la Feria, ni su contenido ni su duración. Eduardo Pagés empezó con cinco festejos y ahora estamos por diecinueve… en cualquier caso es una medida que tenemos que tomar en breves días y la vamos a tomar. No será drástica pero tenemos que actuar de alguna manera.
– ¿Y en el resto de la temporada?
– Estamos luchando contra la crisis y también contra las costumbres. El aficionado dice que tiene que haber toros en ésta o en aquella fecha pero a mí me da mucha pena encontrarme con 800 personas en una plaza con casi 11.000 localidades. La mitad son turistas y así estamos degradando el espectáculo sin querer. Debemos ser prudentes y saber aclimatarnos. Es algo que vamos a sopesar y que tiene que entender el aficionado.
– Y el caso es que el año pasado estábamos felicitándonos por el paso a Cultura, la posible descarga fiscal del espectáculo y al final ha sido lo contrario.
– Es que la crisis es para todos. Si los productos culturales suben al 21% no se habría entendido que se rebajara la fiscalidad de los toros. En el caso de las novilladas se ha hecho un daño terrible. Estamos hablando de 13 puntos más en un espectáculo que de por sí era muy deficitario. Un 13% es mucho dinero. Nuestro núcleo es la Feria de Abril y ahí es donde se intenta ganar algo para ir soltando lastre el resto de la temporada. Hasta que no llega el 12 de octubre no sabemos lo que ha pasado. Y dar un cartel en esa fecha, con más o menos interés, es una ruina absoluta si no se trata de un evento absolutamente excepcional. No tiene sentido.
– ¿La gente no responde a la calidad de los carteles?
– Sí, pero siempre ligada a las fechas. Está superdemostrado. Mi suegro (Diodoro Canorea) dio un Corpus con Paula, Romero y Manolo Vázquez. No se podía dar un cartel más del gusto de Sevilla pero no hubo más de tres mil quinientas personas.
– Aquí hay algo que no funciona…
– Los carteles más rematados cuestan dinero. Podemos rematar diez carteles y hacer el resto algo más aliviados. Antes no ocurría así. Manolete se quedó fuera un año de la feria y al año siguiente lo pusieron las cinco tardes. Las cuentas cuadraban para todos pero eso es imposible hacerlo hoy. Algo se ha desproporcionado. Se defiende el dinero de los toreros pero hay que hablar del dinero del negocio porque si no es viable no se pueden pagar ciertas sumas.
– Hace un año también hablábamos del concurso de la televisión en las retransmisiones taurinas. Ha terminado una nueva temporada y seguimos sin dejar el tema.
– Sí, pero siguen los mismos parámetros que el año pasado. Ahí está la polémica con el famoso G-10 y la forma en la que se planteó un nuevo modelo que no ha favorecido a nadie y ha dejado un ambiente enrarecido para todo el mundo. Y el que más ha sufrido ha sido el aficionado. La televisión es un atípico que entra en la empresa. Es un dinero que repartimos. No sólo sirve para pagar los derechos de imagen sino para pagar los honorarios de los toreros. Ese reparto ficticio que se hace entre derechos y honorarios no es cierto, sólo hay un caché y ese dinero sirve para redondearlo. Si desaparece el derecho de imagen hay que bajar ese caché, es un todo.
– El caso es que a la imposición de las cámaras de las que se quejaban algunos matadores sus gestores de imagen (All Sports Media) antepusieron otra imposición, la de un paquete cerrado de toreros.
– Es que no lo que se podía es ofrecer diez toreros porque se ha llegado a una exclusiva con ellos y pretender cobrar la misma cantidad toree uno o toreen diez. Era un contrasentido y falta de conocimiento de los entresijos del mundo del toro. Posiblemente los toreros tenían otra idea de la gestión de sus derechos de imagen pero no lo enfocaron bien. Pero lo primero que no enfocaron bien fue la falta de diálogo. Este problema que ha surgido se habría arreglado perfectamente en medio de unas conversaciones que los empresarios hemos pedido en varias ocasiones. Por lo menos cada uno nos habríamos posicionado. No podemos detenernos en particularidades, tenemos que ir al problema de verdad y es que aquí no viene nadie, ni los toros, ni al fútbol, ni a ninguna parte.
– Se han querido polarizar demasiado las cosas, hacer una película de malos y buenos.
– El tema ha estado mal encaminado y mal asesorado. Se ha hablado de que el sistema es muy arcaico, de que hay que cambiarlo… pues no digo que sí ni que no pero a todos aquellos que quieren cambiar el sistema no les ha ido mal dentro de él. Hasta ahora, mucho mejor que a muchos empresarios. Están en su derecho pero el sistema no se puede cambiar dando palos, se cambia en consenso con todos los sectores que participan de la economía del toro. Tenemos que hablar todos.
– ¿Y se puede decir ya que las cámaras de Canal Plus estarán en Sevilla por abril?
– Pues no podemos decirlo. Es verdad que no hemos reunido, que hemos mantenido algunas conversaciones, que tendremos que mantener alguna más pero el tema aún no está nada claro.
– ¿Y los toreros deben entrar en esas conversaciones?
– No. Ahí no creo que deban entrar. Si confiáramos a los toreros la confección de una feria no se terminaría nunca. No se tratar de minusvalorar su capacidad pero sus propias circunstancias impedirían administrar ese potencial. Eso es misión del empresario, que sabe los pros y los contras de unos y otros. Creo que la televisión aporta más de lo que puede quitar aunque pueda mermar el concurso del público, más en las circunstancias en las que nos encontramos. Y no creo que la televisión sea tanto desgaste para un torero. No estamos hablando de más de cuatro o cinco plazas y seis festejos al que más. A nivel particular la incidencia es poca. Y además, si pusiéramos encima de la mesa los índices de audiencia nos daría hasta vergüenza y ante ello debemos ser prudentes.
– El caso es que el enredo televisivo melló la Feria de Abril.
– No es que esté en desacuerdo con ese dato. La feria no era la misma. Pero aunque El Juli opina que no se le quiso contratar no es cierto. Que se le llamara antes o se le llamara después no tenía ninguna incidencia porque se le ofreció lo que mata, lo que él torea y los días que él quiere venir. Así que por ahí no hay justificación. Es verdad que a Perera no se le llamó, no encajaba en la filosofía de la feria pero bajo ese planteamiento ha habido muchas ferias que han estado tan bien o tan mal rematadas como ésta. El caso es que no se desarmó tanto. Otros años no nos hemos puesto de acuerdo con El Juli por motivos económicos y con Perera tampoco y es verdad que se notan las ausencias pero no la balancea tanto. Nos han decepcionado más las llamadas corridas toristas. Se ha apostado por ellas y no terminan de funcionar. Creíamos que nos iban a dar más alegrías.
– ¿Y han quedado heridas abiertas de cara a la negociación del próximo año?
– Un empresario nunca deja una herida abierta. Tenemos la obligación de acercar las figuras con la afición y hacer los mejores carteles posibles. ¿Nos quedamos contentos? Eso queda en tu fuero interno pero empresarialmente tenemos esa obligación. ¿Significa eso que te estas doblegando con una determinada situación? Tampoco lo vamos a hacer nunca si creemos que tenemos razón sin dar pie a nadie a subirse encima de nuestros hombros. Pero no tenemos ningún tipo de malestar. Ése es el capítulo del 2012 y ahora llega el de 2013 que tendremos que resolver lo mejor posible.
– No podemos dejar de hablar de Manzanares para referirnos a esa temporada 2012. Ya es el torero de Sevilla.
– Ha cogido ese sitio igual que otros lo están dejando. Es como todo en la vida. Él se ha identificado con la plaza, igual que lo hizo su padre. Y la afición está con él porque él está con la afición. Uno no apadrina a nadie si no sabe que es suyo.
– Hay otras notas positivas: es el caso de Nazaré.
– La empresa siempre ha creído en él. La pena es que a veces lo que ha hecho a veces no le ha servido fuera porque la situación está como está. A lo mejor habría que pedirle a las figuras que reconsideraran acudir a las plazas de tercera aunque son ellos los que se juegan su dinero. Se le ha puesto, se le ha repetido, ha estado bien pero tiene que terminar de romper. Que esté en un cartel o en otro es lo de menos. No le hace falta torear con Manzanares o Morante. ¿Qué pinta ahí? Hemos puesto a otros y ha sido contraproducente. Lo que necesita es una corrida que le embista y que corte las orejas.
– También es obligado hablar de las novilladas sin picadores. Han sido uno de los revulsivos de la temporada.
– Paco Lama está funcionando. Sevilla lo ha visto y le ha gustado. Y además del torero, que es fundamental, tomamos la decisión de permitir que los abonados entraran gratis. Pero al bombazo de Lama de Góngora se sumaron otros chicos y nos asombró ver ese Sol Alto lleno de gente. Pero no hay que confundir las cosas aunque algunos crean que todo se arreglaría manteniendo esos precios en el resto de festejos. Podemos hacerlo en esas cinco novilladas de noveles para crear afición pero no podemos hacerlo así permanentemente porque nos vamos a la ruina total. Tenemos que distinguir una cosa de otra.
– Llegamos a la pregunta del millón de todos los años: el caso José Tomás.
– Ya explicamos los pormenores de su frustrada contratación de 2012. Se intentó pero el apoderado no nos contestó y este año haremos lo mismo. Se le llamará y se le dirá que Sevilla está aquí. Si lo cree conveniente, dice que sí y llegamos a un acuerdo dentro de lo razonable estará en Sevilla. Todos los años se ha intentado. Hemos hecho el esfuerzo que hemos podido. Los primeros años no ha podido ser porque era inviable económicamente. Lo sigue siendo de cualquier manera pero el año pasado volvimos a hacer el esfuerzo aunque tenía un planteamiento de temporada en el que no entraba la plaza de la Maestranza. Y es muy libre de organizarse como crea conveniente.
– ¿Qué chispa le falta al panorama que estamos viviendo?
– Que algunos toreros afronten hacer un gesto, la afición está deseando. No se trata de matar corridas desesperadas pero hay grandes encierros que las figuras no quieren matar, incluidas algunas que hace muy poco podían ser las más codiciadas. Todo ocurre en la vida. Ahí tienes el caso de Torrestrella, tres años echando una gran corrida en Sevilla y nadie dice voy para allá. No se sale de tres o cuatro hierros pero si dejáramos a alguien fuera por no afrontar esos retos nos crucificarían.
►La versión original de estos trabajos puede consultarse en:
http://blogs.elcorreoweb.es/latardecolgadaaunhombro/
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