El test de Bilbao: cuando se quiere, el toro vuelve a su verdadero ser

por | 1 Sep 2011 | Temporada 2011

A finales de junio, cuando se anunciaron oficialmente los carteles de las pasadas Corridas Generales de Bilbao, se escribía en estas páginas:  En esta ocasión, para el aficionado el ciclo bilbaíno tiene un valor especial: comprobar si los desastres ganaderos que se han vivido en las ferias anteriores se repiten o no en esta Semana Grande. Será el definitivo "test de estrés" de la salud ganadera”.

El test de estrés se pasó, porque era algo que venía de suyo. La duda estaba en el resultado. Y éste no ha defraudado, como unánimemente se puede comprobar en todas las crónica que los medios más diversos han publicado. De forma que se puede extraer una conclusión clara: Bilbao  ha sido otra cosa, algo muy diferente a lo que estábamos acostumbrado durante la temporada.

Dicho de otra manera: Bilbao ha sido la demostración palpable de que cuando las cosas se quieren hacer bien, el toro vuelve a ser lo que siempre debe  ser. O lo que es lo mismo, puede darse por desmentida las tesis que manejan muchos empresarios acerca de que las deficiencias que se dan por esa plazas son de la exclusiva responsabilidad de los criadores de bravo.

Por el ruedo de Vista Alegre se han visto toros de diferentes encastes y, como es natural, juego muy diverso. Pero en todos los casos, incluso en aquellos en los que algunos toros han estado en el límite de la presentación requerida, se han visto ocho verdaderas corridas de toros. Incluso la de rejones fue diferente.

Han sobresalido unas ganaderías sobre otras, como corresponde a una cuestión que en sus resultados finales depende de factores muy dispares. Pero ninguna ha provocado el escándalo. Y si algunos toros –proporcionalmente poco– han vuelto a los corrales ha sido por carencia de fuerza, no por su presentación.

Hubo una corrida especialmente completa, que fue de la de Alcurrucen. Otras muy interesantes, las de Núñez del Cuvillo, Victorino Martin y El Pilar. Otras dos de juego más dispar, pero de presentación irreprochable: las de Jandilla y Fuente Ymbro. Y una octava sencillamente imposible de encuadrar, por su singularidad, que fue la de Miura, cuya presentación no fue la esperada y cuyo juego salió por el palo de los nones. Pero el conjunto, bastante por encima de la media de lo que llevamos visto en este año.

Pero, incluso, dándose la coincidencia de cuatro corridas con el hoy mayoritario encaste parladé, poco tuvieron que ver unas con otras. ¿En que se pareció, por ejemplo, la dulce corrida de El Pilar con la mucho más encastada de Fuente Ymbro? En muy poco, pero cada una tuvo lo suyo.

Sin entrar aquí a desmenuzar el comportamiento de cada una de ellas, que ello ya se hizo en la serie de crónicas publicadas en su día, lo realmente importante es tratar de aproximarnos al por qué esto ocurre en Bilbao y no lo vemos en otras plazas de  primer nivel.

A nuestro entender, la razón es sencilla: porque en Bilbao el toro que se lidiará en agosto se empieza a cuidar nada más acabar la temporada y la Junta Administrativa de Vista Alegre, responsable de las Corridas Generales, están encima de ellas, con continuas visitas al campo y muy pendientes de lo que pueda ir ocurriendo. Naturalmente que cuentan con unos profesionales que colaboran con su tarea, en este caso la Casa Chopera; pero la última palabra les corresponde a ellos.

De esta realidad cabría concluir que se trata de una de las grandes ventajas que tiene la llamada “gestión interesada”; en este caso, la empresa mercantil que se hace responsable en su integridad del ciclo ferial es la Junta Administrativa, en tanto los hermanos Chopera actúan en labores de gerencia, esto es: como técnicos contratados por la propiedad.

Por ello, la Junta Administrativa toma sus decisiones, después de oír todos los asesoramientos que se quieran, pero de manera autónoma y mirando exclusivamente los intereses de la plaza bilbaína. Ahí radica el secreto de por qué las Corridas Generales son, sencillamente, otra cosa.

Como consecuencia directa de todo ello, los criadores ya tienen buen cuidado de qué ofertan o dejan de ofertar cuando les llaman de la Junta Administrativa. De sobra han experimentado que aquí resulta de imposible aplicación nada que no responda exclusivamente a criterios de autenticidad y exigencia.

Otra cuestión colateral

Pero sentado lo anterior, que es lo sustantivo, Bilbao también nos ha dejado alguna que otra experiencia. Entre ellas, el importante número de cinqueños que han salido por la puerta de toriles.

Y traemos este punto a colación por una cuestión al menos curiosa. Cuando ganaderías de renombre, y las de Bilbao todas lo tenían, recurren a lidiar con frecuencia cinqueños, sólo cabe buscar una razón lógica: también entre esos hierros de cinco tenedores hay sobreoferta de ganado, de forma que tienen que dar salida a los restos de la camada de cinqueños, porque al año siguiente no tienen ya posibilidad de lidiarse, mientras que los cuatreños pueden comercialmente esperar un año más.

Junto a ser consecuencia directa del bajón producido en el número de festejos que se organizan, debido a la crisis económica, no es sino un síntoma más sobre la dimensión que hoy tiene la cabaña de bravo en nuestro país, fruto de ese aluvión de nuevos hierros que se han ido registrando, y que la mayoría se integran en ese grupo tan especial de los de tal o cual “procedencia”, porque carecen de personalidad propia.

Pero también habría que anotar que en esa sobredimensión también influye la política de que ”todo lo que nace y es macho, hay que lidiarlo”, sin pararse a introducir los criterios selectivos que los ganaderos históricos siempre tuvieron en cuenta.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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