«El Soro», una página épica en los anales taurinos

por | 19 Ago 2014 | Reportajes

Han tenido que pasar algo más de 20 años desde aquel 8 de abril de 1994, cuando por última vez se había vestido de luces. Y en medio se han sucedido hasta 56 intervenciones quirúrgicas en sus rodillas, muy dañadas a raíz del percance que sufrió en Montoro (Córdoba). Pero al final, cumplidos ya los 52 años, se ha hecho verdad la frase que tanto ha repetido en estos últimos tiempos: “Los milagros existen y yo soy la prueba”.

Se trata, claro es, de Vicente Ruiz “El Soro”, reaparecido el pasado domingo en la plaza de Játiva, con un vestido de estreno que su sastre define como “ciruela y oro”. Una de las más grandes epopeyas que se recuerdan en la historia taurina, un verdadero héroe del tesón y la fuerza de voluntad, la demostración palpable de que, en efecto, los toreros están “hechos de otra pasta”, muy diferente a la de los demás mortales.

Podría decirse que ahora mismo lo de menos, aunque sea muy importante de cara al futuro, son las limitaciones físicas que dejó entrever en su reaparición, como tan atinadamente explicó Salvador Ferrer en las páginas de “El Mundo”. Lo cierto, lo que importa, es que ha sido capaz de superar una suerte increíble de contrariedades y sobrevivir a todas ellas con la sonrisa en la cara y el ánimo bien dispuesto. Cualquier otro andaría sumido en una depresión profunda, fruto de la incapacidad de realizar lo que ha sido  el sueño de su vida.

Si se repasa la historia, la actual y la pasada, se hace muy difícil encontrar un precedente a este caso de “El Soro”. Heroicidades a lo largo de los tiempos las hubo, que la Fiesta ha sido y será siempre una asignatura épica; pero una heroicidad que dure 20 años no se encuentra, pasar de la silla de ruedas a hacer el paseíllo constituye demasiado trecho como para que entre en lo cotidiano. Pero ahí está, el superviviente del cartel fatídico de Pozoblanco, ha sobrevivido también a su tragedia personal. Después de 692 páginas escritas con mucha dignidad, ahora deja una nueva, la más épica de todas..

El futuro, no cabe engañarse, es incierto. La ayuda de esa pierna biónica que le implantó el cirujano Pedro Cavadas, no lo es todo. En esta primera instancia, como en sus entrenamientos en el campo, a “El Soro” le ha respondido de manera suficiente como para pensar de nuevo en la profesión. No tiene porque dejar de ser así en el futuro. Pero pese a todo, no es lo mismo correr la maratón que lidiar dos cuatreños en puntas; en la carrera se pierde una medalla, en el ruedo muchísimo más que un oro o una plata.

De hecho, El Soro tiene todavía por delante otro reto y no pequeño, precisamente: vencer la resistencia de los empresarios a anunciarle en su carteles. Y no porque no le quieran, que el valenciano disfruta de la estima general, sino porque necesitan de mayores confianzas de que al contratarle no ponen en un riesgo excesivo y superior a lo normal al torero. De hecho, no es fácil imaginarse al torero de nuevo anunciado en una feria de San Isidro. Es la batalla pendiente, la de las reticencias bien intencionadas, pero reticencias al fin y al cabo, que no se vencerán hasta que se le vea superar la prueba de una feria de primer orden, si se da la ocasión.

Sin embargo, aunque “El Soro” en adelante se tenga que limitar a festejos sin tanto compromiso, incluso aunque no tenga ocasión de estrenar el otro vestido verde y oro que se ha hecho, el torero valenciano ha ganado la gran batalla, ha entrada a fuerza de voluntad en la esfera de lo casi mitológico. No puede ser de otra manera cuando en su haber tiene el milagro de hacer posible lo que en la realidad resultaba imposible. Y eso lo consigue un torero, pero nadie más, que por algo la historia de la tauromaquia guarda tantos parecidos con el canto épico de la “Ilíada”.

Vicente Ruiz Soro, “El Soro”, nació en Foyos (Valencia) el 30 de mayo de 1962. Tras una brillante carrera como novillero, tomó la alternativa en Valencia el 14 de marzo de 1982 compartiendo cartel con Paco Camino y Pepe Luis Vázquez con toros de Torrestrella  y la confirmó en Madrid el 21 de mayo del mismo año, actuando con  Rafael de Paula y Pepín Jiménez ante toros de Marqués de Domecq.  Hasta el pasado domingo, su último paseíllo había tenido lugar en Montoro el 7 de octubre de 1993, actuando con Palomo Linares y “Chiquilín”. Incluyendo la reciente tarde de Játiva tiene en su haber 693 corridas, en las que estoqueó un total de 1.376 toros.

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Taurología

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