MADRID. Tercera de las novillas del ciclo Taurodelta. Un cuarto de entrada. Cuatro novillos de Hnos. Collado Ruiz, uno de El Cotillo (5º) y un sobrero (6º bis) de Martelilla, todos bien presentados y manejables, pero con el hándicap de la falta de fuerzas. Roberto Blanco (de verde botella y oro), silencio tras aviso y silencio tras aviso. Tomás Campos (de nazareno y oro), ovación con saludos y silencio. Gonzalo Caballero (de grosella u oro), silencio y ovación tras aviso.
A la finalización del festejo el jurado designó a Tomás Campos como tercer finalista para la novillada del próximo 28 de abril, en la que compartirá cartel con Rafael Cerro y Brandon Campos, con novillos de Guadaira.
El sin sentido de este ciclo de novilladas con las que Taurodelta ha cubierto el mes de abril, es evidente: planteado con sentido competitivo, a la final llegan tres novilleros que hubo de elegir con lupa, porque en ninguno de los tres festejos precedente se produjo un triunfo mediamente importante. Cuando está el patio tan mal como anda, 9 novilleros seleccionados en el escalafón, con 27 novillos aparentemente elegidos para la ocasión, no consiguen ni dar una vuelta al ruedo, algo falla.
Como ciclo en competición ha sido un fiasco monumental, por no decir una tomadura de pelo. Mucho más competitivas e interesantes fueron aquellos primeros ciclos de novilladas nocturnas con las que Taurodelta debutó en Las Ventas. Allí sí había competición de unos con otros. Pero, claro, es que allí estaba en juego un bien “escaso y difícil”: un puesto en la novillada de la feria de Otoño.
Pero cuando en el ciclo actual se anuncian novilleros que, en una gran mayoría, están ya puestos en las principales ferias, cuando alguno tiene a tiro de piedra la alternativa y otros ya tienen garantizada su presencia en las novilladas de San Isidro, el sentido de la competición desaparece y con él su propia razón de ser. Salvo que alguien se pueda creer que ofrecer como todo premio un coche de cuadrillas es elemento dinamizador de la competencia entre toreros.
Pero dejando de lado todo lo anterior, que es competencia de los organizadores, en esta ultima serie de competición, la novillada de Collado Ruiz, con sus dos remiendos, tuvo más calidad que la de las anteriores. Un conjunto bien presentado, con nobleza y suaves embestidas, tan sólo limitadas por la justeza de sus fuerzas.
De lo que vimos en el ruedo muy interesante ha sido la actuación del extremeño Tomás Campos. Su faena al segundo de la tarde, templada y con buen gusto, rayó toda ella a buen nivel, que mereció más premio que una simple ovación. No hubo ocasión de confirmar esta impresión en el 5º, porque el novillo se partió una mano al inicio de la faena de muleta. En ambas, lanceó con buen juego de brazos y con suavidad.
Abría terna Roberto Blanco, que en primer término se encontró con el novillo más blando del conjunto, no terminó de encontrarle la tecla y su faena se diluyó en la cantidad y la falta de emoción. Con otra faena prolongada más de lo necesario, tampoco alcanzó a despertar interés en su segundo novillo.
Completaba la terna el ya conocido Gonzalo Caballero, cuyo empeño por lucirse chocó de frente con la falta de fuerzas de su primero. En segundo lugar, le correspondió el sobrero de Martelilla, que se desplazaba pero que también desarrolló mucho genio, ante el que sólo pudo dejar en el ruedo sus deseos de triunfar, siempre valiente y entregado.
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