En el platillo de un ruedo se concentra, a pesar de todos los pesares, demasiada verdad. Y ocurre así porque allí se conjuntan dos elementos definitivos, como son la creación de un Arte y el riesgo cierto al que se expone quien lo crea. Ahí radica toda la razón de ser de la magnitud del toreo.
El domingo se vivió literalmente esta realidad, cuando un torero de plata, un torero excelente, fue tremendamente corneado. Y lo fue porque desde que se fue hacia los medios pensaba, sobre todo, que con los palos también se puede crear un Arte grande. Pudo haberse aliviado, cuando advirtió que el toro le podía ganar la partida. Pero se fue hacia adelante, hasta consumar una reunión apretada de la que salió un par en todo lo alto.
Por más polémicas que se puedan argüir en torno a los toros, lo único seguro es que el riesgo existe. Esta es una de las verdades permanentes de la Fiesta. Como es un hecho cierto que ese riesgo se corre por algo tan sublime como la creación de un arte. Luis Mariscal, en la que está siendo la temporada de su consagración en su oficio, lo demostró el domingo en la Real Maestranza, en lo que debe reconocerse que es una lección hombría y un ejemplo de lo que es sentir el toreo.
Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".
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