Juan Bautista José de la Santísima Trinidad Belmonte García nació a las cinco de la mañana del día 14 de abril de 1892, en la casa número 72 de la calle Feria, en pleno corazón del barrio sevillano de la Macarena. Sus padres, José Belmonte Peña y María Concepción García Ibáñez, gozaban de una posición mínimamente desahogada, gracias al comercio que regentaban.
Es de notar que Juan fue conocido siempre como trianero, habiendo nacido como lo hizo en pleno barrio de la Macarena. Esto es así porque desde muy joven, trasladó su casa al barrio trianero, cuando su padre, tras enviudar, abrió un nuevo comercio en el mercado trianero.
La primera pasión de Juan Belmonte fueron los libros. De hecho, inició sus estudios escolares a los 6 años, pero tan solo dos años después, al fallecer su madre, pasó a trabajar en el comercio paterno en el mercado de Triana. No se acerca a lo taurino hasta los 15 años, después de no pocos avatares familiares, y lo hace en una venta que había en Camas y en el que con el correr de los años será su escenario preferido: la mítica Corta de Tablada.
Juan Belmonte llega al toreo con el sello de urgencia de quien quiere salir de la penuria y con la ayuda de un banderillero, José María Calderón, que lo introduce en algunos tentaderos, el primero de los cuales dirigía Emilio Torres “Bombita”. Era, pues, un autodidacta, formado en las veladas nocturnas y románticas de Tablada. Debuta en la plaza de Elvás, en la que tiene por cierto su bautismo de sangre, al sufrir un puntazo en una ceja, para seguir luego toreando por los pueblos sevillanos.
En el invierno de 1909 tiene su primer encuentro con Joselito. El menor de los Gallo se había concentrado en el campo, decidido ya a dedicarse en exclusiva al toreo. Aquel invierno, cuando un día se dirigían todos hacia la plaza de tientas, Joselito encontró aún muchacho que iba en la misma dirección. Hizo que le subieran a la grupa de uno de los caballos y así llegaron a la placita. El muchacho, desconocido para todos los presentes, dijo llamarse Juan Belmonte García. Así se entrecruzaron por primera las vidas de los dos genios del toreo.
Pero pronto Juan se desengaña por primera vez del toreo y se pone a trabajar como peón. Pero tras tres año y medio de retiro voluntario, debuta en mayo de 1912 en Valencia. Debía haberlo hecho en Castellón unas semanas antes, pero su penuria económica le impidió viajar a tiempo hasta la ciudad de la Plana y si a Valencia pudo desplazarse fue porque uno de sus más encendidos partidarios, Antonio Conde, vendió dos burros de su propiedad para costearle el viaje.
La explosión del belmontismo tuvo lugar en 22 de junio del año 12, en la segunda novillada que toreaba en Valencia. Los estudiosos afirman que aquí dio Juan el «golpe de mano» que el toreo estaba esperando. Pero es que además, un mes tarde, el 21 de julio, Juan vivió su primer sueño: salir en triunfo del ruedo de la Maestranza de Sevilla.
Toreaba aquella tarde Belmonte con Larita y Curro Posadas ante una novillada del duque de Tovar. Años más tarde, Juan le contó a su íntimo amigo Luis Bollaín los recuerdos de aquella tarde: «El publico me recibió con prevención, que creció además cuando al intentar hacer quites en los dos primeros novillos perdí el capote. Pero cuando salió mi novillo, las cosas cambiaron. Estoy seguro que aquella faena ha sido superada en técnica, en estética y en aplomo por muchas otras que he hecho en mi vida. Pero también tengo la convicción de que ninguna de mis actuaciones le ha ganado la partida a ésta en lo que tuvo de pasión y de entrega«.
Imbuido del triunfo, en la emoción de la explosión de júbilo que vivía la plaza, recuerda Juan que cuando pasaba de muleta al sexto de la tarde, en un momento de pasión incontenible, le pidió al novillo que le hiriera. Y así ocurrió, aunque el percance pasó desapercibido para el público.
La revolución belmontista ya estaba en marcha y nada iba a pararla. Hasta la tarde trágica del 9 de abril de 1962 en su finca de Gómez Cardeña, tan delicadamente contada por José María Requena en un verdadero scoop periodístico.
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