El otoño dorado de Juan Mora

por | 12 Feb 2011 | La opinión

Cuando la temporada entraba en su declive,  allá por la Feria de Otoño,  buena parte de la afición redescubrió a un torero que llevaba años en la penumbra, si por tal nos referimos al olvido de los empresarios, pero con la afición intacta en su madurez profesional. Bastó que un toro de Borja Prado metiera la cara en su muleta para que se obrara el milagro. Y qué milagro, más que nada para la afición, que volvió a retrotraerse a los fundamentos de la lidia y del toreo, esos que, en la expresión clásica, se basan en preparar al toro para la muerte, eso sí, realizando todo con la belleza que aporta el sentido escultural de este arte de los ruedos.
 
Aquellas tres series de muletazos profundos y templados, unidos indisolublemente con la suerte de matar, primero asombraron –en su sentido más propio de sorprender– pero luego embelesaron y auparon al torero a una consideración de la que podría decirse con toda propiedad que nunca había disfrutado como hasta ahora.
 
Tan es así que, en una temporada de escasísimos contratos,  bastó una tarde colosal para que Juan Mora le disputara de tu a tu a El Juli, en su temporada jamás soñada, el preciado  trofeo de la Oreja de Oro que concede tradicionalmente Radio Nacional de España. Un caso único, desde luego.
 
Pero es que, pasados unos meses, Mora cruzó el charco para actuar en la plaza colombiana de Manizales y se volvió a repetir la historia: le bastó un toro para llevarse tras de sí los premios principales de la feria, por delante de compañeros que habían obtenido mayor número de trofeos.
 
Ahora, cuando los aficionados, apretamos el paso para ver si así pasan más rápidos los días que nos separan del inicio de la nueva temporada, Juan Mora aparece ya anunciado, por lo pronto, en la Beneficencia, que no es poca cosa; pero también en las Fallas de Valencia, en el serial de primavera de Zaragoza, en la Feria de Invierno de Vista Alegre, etc. Queda por deshojarse Sevilla, pero eso ya se sabe que se mueve por otros parámetros, en ocasiones poco comprensibles taurinamente hablando.
 
Nos encontrarnos así que, a poco bien que rueden las cosas –y aquí,  aunque sea plaza de orden menor, Olivenza puede ser el primer test– el torero sevillano puede encontrarse con la temporada de su vida. Cierto que la calidad demostrada de su toreo y su sentido de la lidia se lo merece; pero cierto también que es un caso muy escasamente usual en los Anales de la Fiesta, sobre todo en los tiempos modernos.
 
En los tiempos relativamente modernos hemos asistidos a resurrecciones de este tipo, aunque bien es verdad que no tan rotundas, ni en las mismas circunstancias. Recordando a vuelapluma, acordémonos de la segunda época de Ángel Teruel, cuando supo aprovechar los contratos para corridas duras que le ofreció Manolo Chopera; o recordemos el caso similar que vivió Roberto Domínguez, a partir de una corrida de Miura en Bilbao. Igual de meritorio pero distinto fue el de Ortega Cano, que a base de cornadas se abrió paso hasta llegar a carteles de importancia. Todos esos casos son meritorios y fueron reconocidos como tales, al igual que ahora ocurre con Juan Mora,   pero fueron casos distintos: a Mora le bastaron un toro y las leyes inmutables del Arte del Toreo. Esa es la diferencia sustantiva.
 
Debo reconocer que cuando terminó Otoño en Madrid y vivimos los regateos de la empresa de Zaragoza para al final no contratarle en el Pilar, abrigaba serias dudas de que  todo lo vivido en Las Ventas, aún siendo grandioso, sirviera para algo, dada la peculiaridad del planeta de los toros, en el que los criterios de justicia se aplican de forma heterogénea. Más dudas se me crearon cuando oí hablar a algunos que saben de cómo andan las cocinas del toreo, que el lugar idóneo para Mora era ir de "primero" en carteles de figuras; unas dudas nacidas de lo incómodo –por decirlo suavemente–  que puede resultar a cualquier figura que quien está llamado por  tradición no escrita a más que nada acompañar en el cartel, acabe con el cuadro con  docena y media de muletazos, si mantiene el ritmo de Madrid.
 
Pero si nos fiamos de lo que apuntan los carteles que van saliendo, parece ser que era un temor no confirmado. Y si se confirmara que mis malos augurios eran infundados,  me le alegraría infinito de rectificar, porque Juan Mora, en este otoño dorado de su profesión, se ha convertido una verdadero bálsamo frente a la monotonía que nos martiriza tantos días en el tendido.
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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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