El Niño de la Capea y «Cumbreño», 30 años después sigue siendo una faena histórica

por | 27 May 2015 | La Tauromaquia de los grandes maestros

El inmediato 4 de junio se cumple el trigésimo aniversario de una de las obras cumbres realizadas sobre el ruedo de Las Ventas. A pesar de que Pedro Gutiérrez Moya ya había paladeado la puerta grande de Madrid, no fue hasta el San Isidro de 1985 cuando entró definitivamente en la monumental venteña. El salmantino y el toro de Manolo González ocupan, con total merecimiento, un lugar destacado en el recuerdo de los grandes aficionados de la capital de España.

En la feria de San Isidro de aquel año de 1985 hubo numerosos triunfos destacados, pues a éste de “El Niño de la Capea” hay que añadir otros también significativos como los de Espartaco, Ortega Cano ó Antoñete. Esta 21ª corrida de abono tenía una expectación desmedida, ya que el diestro de Salamanca ya había firmado el día 23 de mayo un trasteo muy importante frente a un manso ejemplar de Sepúlveda. La plaza registró un lleno de no hay billetes y los “reventas hicieron su agosto”, en palabras del corresponsal de la agencia Efe. Se lidiaron cinco toros de Manolo González y uno, que saltó al redondel en quinto lugar, de González Sánchez-Dalp. Los animales estuvieron bien presentados aunque algo atacados de kilos y lucieron astifinas defensas. En cuanto a su juego en la plaza, destacó, fundamentalmente, el último de los astados, que fue “superior en los tres tercios”, a juicio del enviado del medio informativo citado anteriormente.

Una tarde sin historia que cambió cuando apareció “Cumbreño”

Reseñar en primer lugar que D. Juan de Borbón, conde de Barcelona, asistió a la corrida, recibiendo el brindis de los tres espadas en sus primeros turnos. Hasta la salida por chiqueros de “Cumbreño”, el festejo discurría sin apenas historia, puesto que los cinco primeros cornúpetas contribuyeron muy poco al éxito de los matadores. Sin embargo, el panorama cambió radicalmente cuando el mencionado toro de Manolo González apareció por toriles. El ejemplar era cárdeno claro, pesaba 500 kilos y exhibía dos afilados pitones que aumentaban todavía más su seriedad. Con el capote “El Niño de la Capea”, que iba enfundado en un terno tabaco y oro, le enjaretó un manojo de verónicas en las que el toro marcó enseguida que “por el pitón izquierdo iba a ser muy exigente”, opinión expresada por el periodista Alfonso Santiago en el coleccionable que publicó 6 Toros 6 con motivo de los 75 años de la inauguración de la monumental de Las Ventas. De igual forma, el informador de Efe tilda los lances del espada salmantino de “templados” y hace especial hincapié en el remate de los mismos “con su peculiar media verónica”.

Uno de los momentos álgidos de la lidia de esta res se vivió durante el tercio de varas, gracias a la bravura de “Cumbreño” y al buen quehacer desde el caballo del piquero Enrique Silvestre “Salitas”. El varilarguero sevillano colocó al equino “en el sitio justo, le presentó los pechos muy toreramente y le sacó la vara para sangranle en todo lo alto”, perfecta descripción de la ejecución de la suerte que realiza Alfonso Santiago en la publicación aludida anteriormente. Exposición de lo sucedido que se corresponde totalmente con lo expuesto por Vicente Zabala en el periódico ABC, que afirma de manera tajante que “los tres puyazos recetados por “Salitas” resucitan la suerte de varas, muerta durante toda la feria”. El picador recibió una ovación unánime y prolongada de la afición de Madrid como premio a su excelente actuación.  

El torero decidió dar el paso adelante y apostarlo todo

El enviado de la agencia Efe señala también en su narración los “dos buenos pares de banderillas” que coloca el subalterno de la cuadrilla de Pedro Gutiérrez Moya, “El Brujo”. Mientras todo esto ocurría en la arena, el matador observaba con atención cada movimiento del toro, “consciente de la importancia del momento”, afirma el crítico ya mencionado de 6 Toros 6. El astado se creció en el segundo tercio, evidenciando una casta y una fiereza que iban a requerir que el diestro sacara lo mejor de sí mismo. Según se apunta en parte de la prensa, el propio torero al coger muleta y espada e irse hacia su oponente sabía que era un animal de cara ó cruz y con el que había que entregarse por completo. Por esa razón, en ese instante, “pensó en su familia, en todo lo ganado hasta entonces, en su ya acomodada situación en la vida”, así lo refleja en el relato de lo acontecido Alfonso Santiago. El espada decidió dar el paso adelante y apostarlo todo.

El libro “Repóquer” escrito por José Carlos Arévalo y José Antonio del Moral que resume los hechos más relevantes de la temporada de 1985, hace referencia, lógicamente, a esta gran faena firmada por el matador nacido en el barrio de Chamberí salmantino. Un extracto de lo publicado es lo que aparece en el capítulo del coleccionable ya citado, exponiendo las claves de su quehacer a “Cumbreño”. El cornúpeta de Manolo González se presentó ante el trapo rojo desafiante y pidiendo pelea, “engallado”, manifiestan los autores del libro mencionado más arriba. El torero no dejó entrever ni una duda en su planteamiento inicial de trasteo, “la muleta avanza seductora, con audaz osadía”, declaran José Carlos Arévalo y José Antonio del Moral.

El ejemplar tomó los primeros muletazos con “un sostenido berreo”, en palabras de Barquerito para Diario 16, queriendo coger el engaño con ansia. El diestro, inteligentemente, lo sacó hacia los medios, lugar donde la res demostraría todo su caudal de bravura. Su embestida, sostiene Alfonso Santiago, era “contagiosa, pegajosa”, sin dejar el más mínimo resquicio a la relajación del espada. Capea no se dejó tocar la franela en ningún momento, utilizó como dice Ignacio Álvarez Vara en su crónica “su nuevo temple de este año” para someter la “desbordante y agresiva” acometida de “Cumbreño”, como la define Paco Aguado en el artículo que publica englobado en el número especial que 6 Toros 6 editó para conmemorar el 50º aniversario de la feria de San Isidro. Muy pronto, al tercer muletazo con la derecha, ya le bajó la mano el salmantino, anunciando “que allí iba a pasar algo tremendo”, en palabras del periodista de Diario 16.

Poder y temple, los secretos del éxito

El poder mostrado desde el primer minuto fue, junto con el temple, el soporte más importante de la labor de Capea. “Faena de mano muy baja, sometiendo mucho”, sostiene también Vicente Zabala en ABC. El esfuerzo del matador era enorme para embarcar en el engaño al cornúpeta y canalizar su fiereza convenientemente. Los pases brotaron “muy largos y templados”, asegura el informador de Efe, y los forzados de pecho que remataban las series eran como “la compuerta que libera un desbordamiento”, símil muy acertado que emplean en el libro “Repóquer” los críticos mencionados anteriormente. Lo más difícil de todo era ligar los muletazos, hasta el punto que Alfonso Santiago califica la acción como “una heroicidad”. Sobre este aspecto se manifiesta también Zabala, afirmando que resultó fundamental en el devenir de la obra el sitio que pisó “El Niño de la Capea”, ya que de no colocarse en ese lugar no hubiera sido posible esa ligazón.

Barquerito le concede una importancia sustancial en el conjunto del superior trasteo a su muñeca, a la cual designa como “prodigiosa, tensada y movida a ritmo de polea”. En ambas muñecas asegura que es donde reside “la fuerza de Capea”, que en unión de “su lucidez y su inteligencia” para darle al astado la lidia correcta le convierten, a su juicio, en el “torero que ahora mismo tiene más claras las ideas”.

La faena tuvo emoción a raudales, propiciada por un toro que vendió cara cada una de sus embestidas y un diestro dispuesto a jugarse la vida con el único fin de crear una obra de arte. En los tendidos el público la estaba viviendo intensamente, decidido “a sentirla” expresa el cronista de Diario 16, “sorprendido y maravillado”, adjetivos manejados por Paco Aguado en la publicación citada más arriba, ante tal lección de tauromaquia.

Una serie deslumbrante con la mano izquierda

Según Alfonso Santiago el ejemplar de Manolo Gonzálezhabía demostrado su clara intención de hacer presa por el pitón izquierdo”, de ahí la incertidumbre de saber si por ese lado el espada podría sacarle partido a la res. La duda fue solventada de manera inmediata al ejecutar una “serie deslumbrante” con la mano zurda, adjetivo que utiliza en su narración Barquerito. En esta serie sobresalen, en su opinión, “dos naturales lentísimos, larguísimos, cuajados en otros tantos golpes de muñeca magistrales, que embarcaron, llevaron y dejaron al toro exactamente donde el torero, clavado en la arena, quiso”. Éste fue el cénit de la labor del salmantino, captada a partir de ese momento por el público como un auténtico acontecimiento. “Cumbreño”, a esas alturas, estaba totalmente rendido a los pies de un matador capaz de arriesgar al máximo para concebir una obra memorable.

La monumental de Las Ventas era un clamor al finiquitar al de Manolo González de un estoconazo en la suerte de recibir. El ejemplar apenas duró unos segundos en pie, así lo testifica Ignacio Álvarez Vara: “El toro se tambaleó, bailó de la raya para afuera la danza de la muerte y rodó aplastado sin puntilla”. Tras esto, la plaza se pobló de pañuelos, “en una de las más unánimes peticiones de orejas de su historia”, manifiesta el aludido crítico taurino en la revista divulgada en el cincuentenario del ciclo venteño. El mismo periodista concluye su comentario sobre el festejo asegurando que “se había visto la faena de la década”. Por supuesto, le fueron otorgadas las dos orejas del animal. Vicente Zabala declara en el rotativo ABC que con este éxito el matador “recupera el sitio que había perdido en España”. El Niño de la Capea acababa de dar en el coso más importante del orbe taurino una verdadera clase magistral de toreo.

HEMEROGRAFÍA.

Aguado Montero, Francisco (Paco Aguado): “Los 80. El boom del abono”. Especial 6 Toros 6 “San Isidro 1947-1997”.

Álvarez Vara, Ignacio (Barquerito): “Capea y Cumbreño”. Sección “Momentos estelares de la Tauromaquia”. Revista 6 Toros 6, nº 562, 5 de abril de 2005.

Santiago, Alfonso: “1985: El último gran San Isidro”. Revista 6 toros 6, nº 568, 17 de mayo de 2005.

Santiago, Alfonso: “Hitos de Las Ventas: Las dos cumbres de Niño de la Capea”. Colección “75 aniversario”, nº 31. Revista 6 Toros 6, nº 641, 10 de octubre de 2006.
PÁGINAS WEB.

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 La autora: 
Carmen de la Mata Arcos es  Licenciada en Historia  y diplomada del XI Curso de Periodismo Taurino "Fundación Wellington". Obtuvo también el titulo de Experto Universitario en el Curso de "Dirección de Espectáculos Taurinos" impartido por la Fundación UNED. Colabora como corresponsal en el programa "Carrusel Taurino" de Canal Sur Radio desde la temporada 2010. Ha publicado diferentes trabajos en la revista taurina "6 Toros 6" y en el portal  "El Rincón Taurino", entre otros medios.


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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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