PAMPLONA. Primera de San Fermín. Dos tercios de entrada. Novillos de El Parralejo, de escaso trapío –salvo el 6º– y de juego desigual; el mejor, el segundo. Jiménez Fortes (de azul cobalto y oro), vuelta tras petición y ovación con saludos. Sergio Flores (de azul celeste y oro), ovación tras un aviso y palmas. López Simón (de blanco y plata), un aviso y vuelta y palmas tras un aviso.
Estaba bastante de moda hace más de un siglo XIX, si hacemos caso a los revisteros de la época, la llegada a los ruedos de ganaderos nuevos que, como eran desconocidos, para que pudieran ser identificados ellos mismos ya hacían hincapié que sus reses eran “procedentes de…”, y ahí se ponía un nombre de fama. Hoy en día vivimos momentos bastante parecidos. En Pamplona esta tarde eran de procedencia doble, aunque en el fondo no es más que una: Jandilla y Fuente Ymbro. Sin embargo, tenían pocos parentescos con tales orígenes, salvo en las capas y algunos también en las hechuras. Por lo demás, iban y venían más o menos, pero sin clase; también sin ganas de molestar más de la cuenta. En definitiva, que se echaron en falta los tradicionales utreros de Miranda de Pericalbo.
En la puerta de cuadrillas, tres de los novilleros que ahora más suenan, que cumplieron con buen ánimo. Al margen resultados para la estadística, el que más convenció ha sido de nuevo el mexicano Sergio Flores, que reúne los requisitos necesarios para poder funcionar con holgura. Esta tarde de nuevo manejó con variedad y mucho gusto el capote, pero también con la muleta se le vio bien, tratando de embarcar al novillo con la panza de la muleta, para bajarle la mano con buen pulso. A tenor de las últimas tardes que se le han visto, progresa adecuadamente, como los estudiantes. De hecho, si en el ruedo navarro hubiera manejado con acierto la espada podríamos estar hablando un triunfo.
Aunque tiene la alternativa ya anunciada para agosto y en Bilbao, el malagueño Jiménez Fortes sigue desconcertando un poco. Y así, por ejemplo, junto a lances con un magnífico son nos encontramos con cites a destiempo, que le dejan al descubierto. Otro tanto ocurre con la muleta. De todo ello se vio en Pamplona, donde no dejó pasar oportunidad sin aprovecharla. Cuando se tiene un buen concepto del toreo, que lo tiene, estos problemas más apuntan a que no anda todavía suficientemente suelto; de hecho, hay muchos momentos en los que se le ve inseguro. Con valor más que suficiente, tiene mimbres; la duda es si éstos han llegado ya al grado de sazón necesario para tejer el cesto.
López Simón mantuvo en Pamplona su línea hierática, aunque esta tarde se permitió algunas alegrías de cara al respetable, con reolinas varias. Mejor el que cerraba plaza que en el tercero, en ambos se mostró muy decidido. Lo curioso es que este torero sabe llevar a los novillos con largura y temple, pero su conocida obsesión por la verticalidad y el inmovilismo recorta en gran medida sus opciones; cuando se olvida de estos dos conceptos, mejora un montón. Pero si el disfruta con esa forma de entender el toreo….
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