El mexicano Arturo Saldivar, el triunfo de la decisión

por | 28 May 2013 | Temporada 2013

MADRID. Vigésima de abono. Más de media plaza. Una tarde más de viento. Toros de El Ventorrillo, variada de pelaje, demasiado “armónica” en trapío y pitones, de muy pobre juego. Sergio Aguilar (de violeta y oro), silencio y silencio. Miguel Ángel Delgado (de tabaco y oro), ovación tras aviso y silencio tras aviso. Arturo Saldivar (de marino y plata), una oreja y palmas tras aviso.

Y pensar que esto, con el aquel de su procedencia en el monoencaste, hace unas pocas temporadas se lo disputaban las figuras. Pero se produjo un cambio de manos y esto de El Ventorrillo está hoy irreconocible. No es caso infrecuente que, cuando ya no se pueda decir que son procedencia directa del origen, sino que ya hubo ingeniería genética del nuevo dueño, las cosas cambian mucho. Si lo que el actual propietario quería dar un aldabonazo en Madrid para volver a carteles de figuras, “largo me lo fiais”. No se puede concluir en eso de “y harán bien”, porque un torero de los que mandan tienen que verle la cara a todo. Pero se comprende que prefieran otra cosa.

Dicho así por vía directa: la corrida de esta tarde resultó infumable. Sin raza, sin bravura, sin recorrido. Si el 3º permitió algunas alegrías fue porque Arturo Saldívar supo torearlo a favor de la inercia, además de aguantar estoicamente los tornillazos finales.  Tanto el que abrió plaza como el 4º, imposibles: medias arrancadas entre un cabeceo permanente. Muy deslucido el 2º, mientras que el 5º con un punto de nobleza tuvo nada más que ocho buenas embestidas y a partir se acabó. El que cerró plaza, un andarín siempre buscando los tableros.

El peor lote, como puede deducirse de lo anterior,  le volvió a corresponder a Sergio Aguilar. No hay manera que en Madrid a este buen torero le toque un toro con dos docenas de arrancadas limpias y buenas. El madrileño estuvo decidido sin eludir los riesgos, pero si poder ver recompensado  ese esfuerzo.

Con dignidad se marchó Miguel A. Delgado. Tuvo detalles muy interesantes, propio de su clase, como la dos series de naturales que obligó a tragarse a su primero. Pero con los toros que le correspondieron era imposible que aquello tuviera un mínimo de continuidad. Aprovechó con mucho gusto las ocho embestidas que tuvo el 5º.  El público le agradeció su  esfuerzo, aunque al final le molestara la tardanza en dar cuenta de su segundo.

Al igual que pasó con su compatriota Silveti, el mexicano Arturo Saldívar ha vuelto a los ruedos españoles mucho más cuajado. Y como decisión no le falta, suyo fue el triunfo con el único toro que medio lo permitía. Una faena bien construida, que ya en su emotivo comienzo centró la atención del público. Tuvo buena cabeza para elegir los terrenos y la distancia, de forma que el toro se encontraba con el muletazo dado casi sin darse cuenta. Y cuando decaía la acometividad, supo acudir al toreo de cercanías y a las tan de moda bernardinas.

Repitió la misma firmeza con el 6º, con intentos reiterados que se estrellaban en la desclasada condición de su enemigo.  Siempre muy valiente y decidido, pero sin la posibilidad de redondear su tarde madrileña.

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Taurología

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