El largo camino de la ganadería de Zalduendo, de la casta navarra al encaste domecq

por | 19 Ago 2013 | Reportajes

La ganadería de Zalduendo es la tercera ganadería más antigua de España. Oficialmente tomó antigüedad el 14 de julio de 1817, estando por detrás de las de José Vázquez Fernández, antigua Aleas –con antigüedad del 5 de mayo de 1788– y la de Juan Pedro Domecq, antes Veragua –del 2 de agosto de 1790–.

Sin embargo, desde 1772 se sabe que tiene ganado bravo la familia Zalduendo, de Caparroso, con una punta de reses que provenía del Marqués de Santacara, a través de la ganadería de Lecumberri. Esta compra no fue del todo casual. Al parecer la corellana Isabel de Virto, más tarde esposa de Lecumberri, tenía una gran amistad con Mª Teresa Pascual, que posteriormente se casaría con Joaquín Zalduendo.

Los orígenes de esta casta navarra se remontan al siglo XVII cuando Joaquín Antonio de Beamont Escurra y Mesía, Marqués de Santacara, recogió, separó y seleccionó el ganado navarro creando una ganadería que vendió en 1.701 a Juan Escudero Valero. En 1715 la adquiere Martín Virto para su hija Isabel de Virto. A ésta le sucede su hijo Antonio Lecumberri Virto en el año 1.756. Éste mejoró y seleccionó la ganadería y está considerado como verdadero creador de la Casta Navarra. Vendió la suya en cuatro lotes, uno para Joaquín Zalduendo, otro para Felipe Pérez Laborda, otro para Antonio Lizaso, y el restante para Javier Guendulain.

El largo recorrido navarro

Sin embargo, con anterioridad a 1772 los Zalduendo ya habían comenzado la crianza de toros más o menos salvajes, recogidos por los alrededores de Caparroso. Como quería orientar el comportamiento de su propio ganado en la dirección de lo que tenía Lecumberri, mediante la amistad de sus esposas, se hicieron intercambios para los cruces de ganado de lidia y, finalmente, al vender Lecumberri, compra una parte Zalduendo.

Según la Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco, los primeros toros de este nombre que se lidiaron en Pamplona, lo fueron en el año 1804, aunque en 1800 ya se habían lidiado seis novillos del mismo hierro. Según Guerrita en su “Tauromaquia”, esta ganadería debió tener su origen entre los años 1750 al 1760, fundándose para ello en que “por dichos años vivía su primitivo dueño don Joaquín, y en que, lidiándose en una misma corrida toros de cualquiera de las demás castas navarras, entre ellas las de Guendulain, siempre eran los Zalduendos los que rompían plaza, por considerárselos como más antiguos”.

Sin embargo, este último dato es controvertido. En realidad, la ganadería de Zalduendo procedía en parte de la de Guendulain, que es mucho más antigua. Baleztena, en su “Los toros de Navarra”. A este respecto, refiere que, en la corrida regia celebrada en Pamplona en el año 1828 se lidiaron toros de Zalduendo, Guendulain y Lizaso. Primero un toro de Zalduendo con divisa roja (el toro que rompía plaza llevaba siempre esta señal). Protestó Guendulain, alegando que a su ganadería le correspondía este honor, por ser la más antigua. A partir de entonces se tuvo muy presente la razón de su protesta.

A la muerte de Joaquín, su viuda Mª Teresa Pascual cede la ganadería a su hijo Fausto Joaquín Zalduendo Pascual, que es quien, gracias a una selección y crianza personal, le dará un prestigio extraordinario a lo largo del siglo XIX, siendo una de las ganaderías favoritas por varios diestros más famosos, de los que el más conocido fue el chiclanero Jerónimo José Cándido. Es, además, la familia que durante más años ha ostentado la titularidad, en línea sucesoria, de una ganadería navarra. Se lidian sus toros por primera vez en Madrid el 14 de julio de 1817, con divisas amarilla y verde, fecha en la toma antigüedad.

Al morir el titular, heredó el ganado su esposa María Eugenia Lapedriza y a nombre de ésta se corrió incluso la corrida de Madrid de 7 de octubre de 1849. Y a su fallecimiento la heredaron sus dos hijos Fausto Segundo y José Ramón Zalduendo, marido el primero de Dª María Montoya. Tras enviudar, Fausto Segundo casó con su hermana política Dª Cecilia Montoya el año 1867. Por entonces, vendieron los dos hermanos, a la plaza de Barcelona 79 toros que tenían, y se quedó Don Fausto Segundo como único ganadero.

En 1850, según narra el historiador García de Bedoya en su “Historia del Toreo”: “Estas reses son las más chicas de Navarra, pero bravas como todas las de aquel país: también esta ganadería debe su decadencia a la guerra del Norte, y hoy se organiza nuevamente. Respecto a las demás cualidades de estos toros, sólo podremos decir que suelen salir algunos duros y éstos se lucen siempre pero pocas veces acontece y sin embargo se ven lidiar con gusto porque cumplen bien”.

Tras muerte de Fusto Segundo Zalduendo, quedó la ganadería en usufructo de doña Cecilia, y al dejar ésta de existir pasó aquella, en propiedad, a su hijo Jacinto Zalduendo. Casado con María del Carmen Miranda, de Calahorra, y muerto en 1917, heredó la viuda la propiedad de la vacada, hasta el final de la Guerra Civil, en 1939, que se la vende a su mayoral Martín Amigot Sesma, de Tudela (Navarra), conservando el hierro, la antigüedad y divisas originales, pero dejando de ser la familia Zalduendo los dueños de tan afamada ganadería.

De Martín Amigot pasa a su hijo Javier en el año 1946, hasta que en 1965 la adquirió la sociedad Villaralto S.A., que a su vez en 1971 la vendió a don Juan Villar González, de Jerez de la Frontera, que la anunció como Villar Vega. Pero con este cambio la ganadería  ya deja de tener sangre navarra.

Con todo, en 1983 volvió la ganadería a tierras navarras, al adquirirla la sociedad formada por Florencio Marín Rivas, de Caparroso, Marcelo Santafé Martón, de Villafranca y Javier Sarasa, de Tudela, que la anunciaron como ganadería de Zalduendo. Sin transcurrir un año, abandonó la sociedad Marcelo Santafé Martón, posteriormente Javier Sarasa, quedándose con todo el ganado Florencio Marín.

Cuando la ganadería de Zalduendo, ya con encaste domecq, comprada por Florencio Marín Rivas, se trajo a Caparroso, en los años 80, el mayoral y los vaqueros andaluces,  les previnieron a los navarros de lo difícil y peligroso que era manejar este ganado. A los tres meses ya pastaban junto a la Bardena, en total libertad, con la simple ayuda de un pastor a pie, con un perro y un palo y en un movimiento continuo en busca de comida.

Finalmente, fue adquirida en 1987 por su actual propietario, Fernando Domeq Solis, descendiente por línea materna de los Beaumont de Navarra, que se hace con la titularidad del hierro y la antigüedad de Zalduendo, pero elimina todas las reses adquiridas y la forma con la parte que le correspondió de la ganadería familiar de Jandilla, llevándola a pastar pastando a las fincas “Moheda de Zalduendo”, “Cobacha” y “El Puntal”, (Cáceres).

Los originarios zalduendos

La ganadería de Zalduendo se caracterizaba en sus orígenes por tener toros de “la tierra”, es decir, de casta navarra y para definirlos bien, se puede recoger lo que Saturnino Napal Lecumberri dice en su libro “Navarra tierra de toros. Casta navarra”, sacado de otro de Luis Fernández Salcedo titulado “Trece ganaderos románticos”: “Los toros navarros eran chicos por su tamaño y grandes por su bravura, con un temperamento nervioso en extremo capaz de hacer andar de cabeza a toda la torería, que saltaban limpiamente la barrera, no huyendo, sino persiguiendo a la gente. Su capa era castaña y colorada, abundando los ojos de perdiz y los chorreados, cariavacados y melenos, con cuernos cortos, blancos, veletos y algo alirados. De tipo desigual, es decir, cargados del cuarto delantero y almendrados de atrás. A veces francamente lamidos. Finos, ágiles, duros de patas, siendo éstas cortitas y rizosas de pelo

Y si se acude al testimonio que nos legó Guerrita, “en la lidia presentan alguna desigualdad en ocasiones, aunque en lo general son estos toros bravos, nobles y muy ligeros, el pelo más general en ellos es el retinto colorado y royo, y alguno negro

Ya en 1808 algunos de sus toros eran famosos en el mundo taurino. Es el caso de “Chocolatero”, lidiado en Pamplona el día de San Fermín de 1808, recibió 22 varas, mató diez caballos y a petición del público fue indultado. Se devolvió a los corrales sirviendo después como magnífico semental. También “Ligero”, retinto oscuro y bien armado,  fue indultado en Pamplona en 1858. Mató ocho caballos.

En el ruedo antiguo de Bilbao, “Sillero” adquirió gran notoriedad: se lidió en el 18 de septiembre de 1902, en los corrales mató un toro y en la plaza acudió bravamente a 28 puyazos. Pero en su historia se anotan también dos hechos luctuosos. El primero, protagonizado por “Portogüelo” en Toro (Zamora) el 12 de octubre de 1859, que hirió al espada Pedro Párraga que murió tres días después. El segundo,  “Cantinero”, lidiado en la localidad navarra de Fitero el 12 de septiembre de 1899, que hirió mortalmente José Rodríguez David, “Pepete”.

Como es de toda lógica, la ganadería de los Zalduendo tuvo su protagonismo en las fientas de Pamplona. A parte de la corrida regia ya citada de 1828, en 1845 lidió el 3 de septiembre con ocasión de otra corrida regia, durante la estancia en la capital navarra de la reina Isabel II y su madre María Cristina de Borbón, con motivo del regreso de un viaje procedente de San Sebastián. En los libramientos de cuentas presentadas por el Ayuntamiento de Pamplona, aparece: “A Pío Enciso, apoderado de la señora Viuda de D. Fausto Zalduendo, de Caparroso, 6.780 reales de vellón, por valor de tres toros de su ganadería”.

En los Sanfermines de 1846 se celebraron funciones de toros los días 6, 7, 8 y 9 de julio. El ganado fue de las acreditadas vacadas de Guenduláin, de Tudela, con divisa encarnada; de Zalduendo, de Caparroso, con azul y encarnada, y  de la señora Viuda de Pérez de Laborda, de Tudela, con blanca.

Un año después, siendo empresario de la plaza el ganadero vecino de Corella, Miguel Poyales, se contrataron para las corridas de San Fermín: “Tres toros de la vacada de Guenduláin, otros tres de la de Zalduendo, tres del señor Pérez de Laborda, que se hallan en las cercanías de Valtierra; otra corrida de la vacada del señor Bermejo y Elorz, que están en las hierbas de Imaz, y la tercera perteneciente al contratista Miguel Poyales, de Corella, que se halla en el Soto de Alfaro

Estos toros se lidiaron los días 6, tres por la tarde; día 7, seis también por la tarde; días 8 y 9, tres por las mañanas en prueba y seis en corridas por las tardes. El torero y jefe de cuadrilla contratado para las corridas fue Francisco Arjona, alias “Cúchares”, quien trajo como segundo espada a su hermano Manuel.

En el “cartel” de la feria de 1848 se lee: “Los toros serán de las acreditadas vacadas de Guenduláin de Tudela, con divisa encarnada. Zalduendo de Caparroso, con azul y encarnada. Señora Viuda de Pérez de Laborda de Tudela, con blanca, y Poyales de Corella, con verde. El desempeño de la plaza estará a cargo del primer espada Francisco Ajona Guillén, alias “Cúchares” y su segundo Manuel Ajona Guillén. La cuadrilla se compondrá de cuatro picadores y seis banderilleros, incluidos los provincianos”.

Vuelve en años sucesivos, destacando su presencia en los sanfermines de 1859. Según recoge el cartel anunciador de las corridas de San Fermín: “El desempeño de la plaza estará a cargo de los acreditados primeros espadas de la Corte, Francisco Arjona, alias “Cúchares”, y Julián Casas, alias “El Salamanquino”. Picadores: Francisco Calderón, Manuel Lerma “El Coriano”, José Sevilla, Lorenzo García y Ramón Hernández. Banderilleros: Manuel Ortega “Lillo”, Antonio Velo, Manuel Bustamante, Marcelo Ureña, Victoriano Alarcón y Benito Garrido. Los toros serán de las muy acreditadas ganaderías de D. Severo Murillo, de la señora Viuda de Zalduendo, de la señora Viuda de Pérez de Laborda, de D. Miguel Poyales y del Excmo. Sr. D. Nazario Carriquirri”.

 n En la elaboración de este reportaje se utiliza, entre otras fuentes, la información recopilada por Enrique Salvador, para el Ayuntamiento de Caparroso (Navarra).

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