BILBAO, 23 de agosto de 2012. Quinta de las Corridas Generales. Tres cuartos tercios de entrada: por ahora la mejor del ciclo. Toros de “El Pilar” (Moisés Fraile), que cumplieron sobradamente en presentación y con juego interesante, los mejores 2º y 6º. Juan José Padilla (de caldera y oro con cabos negros), ovación tras aviso y silencio. Julián López “El Juli” (de nazareno y azabache), dos orejas y ovación. Alejandro Talavante (de blanco y plata), ovación tras un aviso y una oreja. “El Juli” salió a hombros por la Puerta Grande.
La Puerta Grande que debió abrírsele el pasado martes, se le abrió este jueves a “El Juli”, tras otra tarde de magnífico nivel, otra más de lo que están siendo estas últimas temporadas del torero madrileño. Aunque por lo abanto de los “pilares” tuvo menos continuidad que en otras tardes, cuando tuvo ocasión dejó su sello con el capote; en el quinto hubo tres lances, qué pena que fueron sueltos, de muchísima categoría. Y de nuevo se vio al muletero que además de poder y técnica pone también su particular sentimiento.
Resultaría reiterativo volver a relatar, una tarde más, la sucesión de pases que compusieron sus faenas. Como se dice en el lenguaje judicial, “dense por reproducidos”. En cambio, si algo llamó la atención, en especial en el 2º de la tarde, fue esa unidad y esa inspiración tan variada a la hora de engarzar con temple y con fundamento el arabesco de los adornos y la sucesión de “3 en1”, pero todo muy ligado con la parte fundamental del toreo. Es lo que le permitió que sus faenas de muleta tuvieran una unidad maciza, en la que no había alivios ni parones. Cuando todo eso se hace con una técnica depurada, como demostró para corregir el defecto del citado 2º de tomar los engaños hacia los adentros, nace como espontáneamente la naturalidad, ese sensación de hacer todo como sin esfuerzo, relajadamente. Magnífica tarde la de “El Juli”.
También Talavante cerró con triunfo su paso por las Corridas Generales. Aunque sólo fuera por su toreo con la mano izquierda, que con el 6º rayó a gran altura, ya estaba justificado su doblete. Con todo, lo que más esperanzas despierta en este torero, una vez que ha serenado esa copla de la improvisación a sus términos justos, es que se le sigue viendo ir a más. No ha tocado techo, desde luego. Ni se conforma con lo ya hecho. Le falta aún templar más su capote, que se lo tropiezan en exceso los toros, y un poquito de sentido de la medida, para que cada faena tenga su metraje justo. Pero más allá de matices, se le ve muy a gusto.
Y como Bilbao no iba a ser la excepción, en esa cariñosa vuelta a España que está dando este año Juan José Padilla. Ya forma parte del guión que tras el paseíllo, el público le haga salir a saludar. Luego, toda la tarde el público estuvo cariñoso con el jerezano. Dejó sus cosas Padilla con el sobrero que lidió en primer lugar, al que había que hacerle todo sin apretarle nunca; series limpias y correctas, que luego no tuvieron continuidad en el uso de la espada. Con el 4º, que fue el más deslucido, cumplió, para volver luego a fallas con los aceros.
Pero si la tarde discurrió en esta buena entonación, mucho colaboró a ello la corrida que con el hierro de El Pilar trajo Moisés Fraile a Bilbao; se ajustaba bastante a los criterios de la ganadería moderna, pero tenía el añadido de un punto de encastamiento. Toros más criados pensando en los toreros que en el ganadero. Si quitamos el primero –que fue devuelto por su falta de fuerzas–, que bajaba con respecto a sus hermanos, el conjunto tuvo presencia propia de esta plaza. Pero tuvo también un comportamiento muy apto para la lidia según los actuales cánones. Eso sí, pedían toreros con técnica y capacidad para saber encausar la casta. Hubo un toro especialmente bueno, que fue el segundo, y otro también con nota, el que cerraba plaza. Los demás fueron manejables, salvo el grandullón sobrero que salió en cuarto lugar, que fue más deslucido. Salvo excepciones, se limitaron a cumplir en el caballo, aunque de tanto medirles el castigo se iban sin acabar de definirse.
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