Todo tiene un principio y un fin. En el caso de “El Juli” y Roberto Domínguez se han necesitado once años para recorrer ese camino. Y es que ya es oficial que a finales de esta temporada el vallisoletano dejará de apoderar al torero de Velilla De San Antonio. Se cierra un ciclo inusualmente largo para lo que suelen ser estas relaciones profesionales.
Tras la inicial dirección de su padre –que siempre ha estado y está a la sombra del torero–, de la gestión de la carrera profesional de El Juli se han responsabilizado Victoriano Valencia –con un complejo final–, Manolo Lozano, Raúl Gracia “El Tato” y, finalmente, Roberto Domínguez. Cada uno de ellos marcó una etapa profesional.
Como resulta usual en estos casos la nueva ruptura profesional siempre se anuncia como de “mutuo acuerdo”. Luego las cosas suelen ser diferentes, o al menos con muchos matices. No será distinto en el caso de Julián López y de Roberto Domínguez.
Lo que llama la atención es la premura que se han dado en anunciar esta especie de renuncia en diferido. Como ocurre en estas cosas del toreo, lo único seguro es que esta premura no es algo fortuito y casual, sino que tendrá su fundamento, que al final acabará por conocerse. Pero sea cuál sea el motivo real de la ruptura, hay dos cosas ciertas: el torero se ha preocupado de dejar expresamente fuera de esta interinidad a la temporada americana –que la gestionará su futuro apoderado– y en tanto llega octubre la figura de Domínguez como apoderado queda enormemente debilitada a la hora de contratar con las empresas.
Especialmente en los primeros años, debe reconocerse que Domínguez marcó una fuerte impronta en el toreo de El Juli. La anécdota inicial podría decirse que fue su renuncia a banderillear, decisión que costó una larga temporada que asimilaran los seguidores del torero. Luego la realidad resultó más profunda, porque el torero fue depurando su toreo, bajo lo que podríamos considerar una obsesión por perfeccionarlo, por mejorar su técnica, por acercarse más a las verdades permanentes de este arte.
Salvo el caso puntual de Madrid, con la agria disputa de años atrás con Taurodelta, y ahora el pleito de Sevilla, en sus líneas generales la relación de apoderamiento ha discurrido por cauces de gran normalidad.
Si se mira hacia la estadística, el sustento de estos años ha estado muy volcado hacia Simón Casas, en tanto prácticamente no han mantenido relación con la Casa Matillas, en cuyas plazas El Juli no viene actuando en la actual temporada.
Si nos atenemos al desarrollo temporal de los acontecimientos, el último detonante de la crisis podría haber sido el caso del G-5, una vez que José María Manzanares ha iniciado el proceso de ruptura y que, quieran o no, fuerza a todos ellos a un cambio de baraja.
En todo este tiempo, en las cuestiones más fundamentales –las corridas televisadas, por ejemplo– El Juli ha ido muy al unísono con Morante de la Puebla y con su apoderado, Antonio Barrera. Tanto que hasta le imitió en eso del "tour" a un número de tardes cerradas, que al final ha hecho aguas en los momentos cruciales. Por eso, no resultaría extraño que entre las especulaciones que no tardarán en surgir aparezca el nombre de Espectáculos Taurinos de México, la empresa del magnate azteca Alberto Bailleres, que la actualidad apoderado pata todo el mundo a Morante. El propio hecho de que el mexicano Mariano del Olmo se haya incorporado al equipo de gestión de El Juli” es otro síntoma.
Pero especulaciones al margen, lo cierto es que uno de los toreros que hoy resultan fundamentales para las grandes ferias pondrá el cartelito de “Libre” así que acabe este año taurino.
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