El inesperado «debut» de Parrita en el Matadero de Vallecas

por | 23 Mar 2011 | Retazos de Historia

Nacido en el barrio de Embajadores, en Madrid, en mayo de 1925, Agustín Parra “Parrita” vino al mundo en una familia taurina. Y por más que, como todos los niños, comenzó sus estudios –“en los Salesianos estuve yo”–, de inmediato empieza a moverse entre capotes. “MI padre era banderillero y yo le veía vestirse… Estaba en ese ambiente. Pero mi padre no quería que yo toreara. Tanto que hasta me tuve que escapar de casa para poder torear”.
 
Por la calle Ferraz paseábamos aquella mañana, calurosa, de agosto. “La verdad es que mi aventura duró muy poco, seis u ocho horas, no más, el tiempo necesario para que me devolvieran a casa. Pero eso sirvió para que mi padre empezara a llevarme al campo”.
 
Y fue precisamente con una chaqueta de su padre con la que por primera vez un becerro, en el Matadero de Vallecas. “La verdad es que en poco tiempo ya empecé a torear. El vestido de luces me lo puse por primera vez en septiembre de 1941. Era un terno verde y oro, alquilado. Algo más de un año con caballos y de inmediato el debut con picadores.
 
Con poco más de 56 novilladas por bagaje, el 9 de mayo de 1945 Manolete le hizo matador de toros en presencia de Carlos Arruza, ante toros de Galache. “No he pasado más emoción en mi vida. ¡La cantidad de veces que había tomado yo la alternativa soñando…!“ Y como aquello eran otros tiempos, a los veinte días confirmó el doctorado en Madrid.”Para qué engañarnos, la tarde se me dio simplemente bien. La verdad es que tenía obsesión de hacer el torero muy bien, y con una cosa y con otra no llegué al público”.
 
Toreé mucho con Manolete –seguía contando–, pero también con Arruza, con Luis Miguel, con Antonio Bienvenida… Con el que más, con Luis Miguel. Entonces mandaba Manolete. Empezó a pisar unos terrenos que antes no se habían pisado, por eso trajo a la Fiesta los triunfos cada tarde. Pero era, además, esa gallardía suya… Yo creo que por eso nunca volvió a salir otro Manolete”.
 
Añoraba Agustín aquellos tiempos. “Eran muy diferentes, entonces uno tenía que hacerse las corridas una a una. Y eso cuesta mucho trabajo, hay que ser muy torero. Entonces la organización de la Fiesta era de otro modo, no existían las exclusivas, ni las grandes empresas… Completamente diferente y para el torero más duro que lo de hoy en día”.
 
Sin embargo, enamorado como siempre estuvo de su profesión, Parrita sostenía que “la grandeza del toreo es que, antes y ahora, en la Fiesta siempre ha mandado el torero que tiene fuerza, es el que ha llevado las riendas. Por eso cuando sale ese fenómeno, las cosas cambian”.
 
Pero Agustín lo dejó pronto. “Lo dejé cuando acababa de cumplir los 28 años. La verdad, me enamoré. Estaba me caso, no me caso… Y ya no le tenía ya el cariño que hay que tener al vestido de torear. No me vestía a gusto. Y por el dinero, sólo por el dinero, no se puede ir a una plaza. Por eso lo dejé. Fue en septiembre de 1952, la tarde en la que Arruza le dio la alternativa a Cesar Girón”.
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Taurología

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