El historiador mexicano Coello Ugalde inaugura el curso del Aula de Tauromaquia de San Pablo-CEU

por | 29 Oct 2015 | Reportajes

Van ya 15 años consecutivos. El Aula de Tauromaquia de la Universidad San Pablo-CEU, que dirige Rafael Cabrera Bonet, ha inaugurado el nuevo curso 2015. En esta ocasión ha sido con una conferencia, verdaderamente magistral, a cargo del historiador mexicano José Francisco Coello Ugalde. El acto estuvo presidido por la Vicerrectora de Alumnos, profesora María Isabel Abradelo de Usera, y prácticamente se llenó el aforo del aula magna de la facultad de Derecho.

En medio del clima que algunos quieren convertir en polémico, resultó muy esperanzador oír la intervención de una autoridad académica como la profesora Abradelo, que sin rodeos  reafirmó la voluntad del Centro universitario por continuar con su empeño cultural en torno a la Tauromaquia, un foro que desde sus orígenes se ha convertido en la principal tribuna académica sobre cuestiones propias de la Fiesta. Y según lo avanzado por el Director del Aula, por delante queda un curso sugerente y muy abierto en sus temáticas.

Para esta sesión de apertura se tuvo el acierto de contar con José Francisco Coello Ugalde, que como conocen nuestros lectores, es una acreditado investigador de la historia de la Tauromaquia en México, a la que ha dedicado una amplísima bibliografía, entre otras parcelas referidas a Bernardo Gaviño y José Alameda, dos obras muy poco conocidas en España pero de un gran valor. Escritor y seguidor del acontecer diario de la Fiesta en su país, es Director del Centro de Estudios Taurinos de México, entre otras responsabilidades. Mantiene un blogs titulado “Aportaciones histórico taurinas mexicanas” [https://ahtm.wordpress.com], en el que va avanzando el trabajo de sus investigaciones y que hoy constituye una referencia indispensable.

Una original conferencia

La conferencia de Coello Ugalde resultó un magnífico y amenísimo comienzo de curso: muy original en su presentación, en la que compatibilizaba los fondos musicales y las imágenes de toda una documentación inédita en España; en su contenido, y con el rigor propio de investigador de la historia, nos trasladó al México del siglo XIX y la figura de Bernardo Gaviño, el torero gaditano que supo construir el mestizaje entre la tauromaquia tradicional de España y la propia del pueblo mexicano, cuando aún no había entrado en plena vigencia la “Tauromaquia” de “Paquiro”,  que tanta trascendencia tuvo en su época.

Como explicó en su conferencia, la dilatada tarea que se extendió durante más de 50 años del torero de Puerto Real hizo posible el asentamiento en México de los conceptos fundamentales de la Tauromaquia, sin por ello eliminar los elementos singulares de México. De esta conjunción fue fruto el primer gran torero mexicano  según los cánones que conocemos hoy, Porfirio Díaz –que actuó en plazas de España a finales del XIX–, y sobre todo el nacimiento arrollador de la gran figura cuyo magisterio hoy sigue con plena vigencia: Rodolfo Gaona, que llega a competir de tu a tu con Gallito y Belmonte..

Sin embbargo, salvo alguna actividad puntual, en España han pasado casi desapercibida la trayectoria de Bernardo Gaviño y Rueda, cuando su ejecutoria resulta fundamental para entender la implantación de los conceptos modernos de la Tauromaquia en México.

Autor de la biografía “Bernardo Gaviño y Rueda: Español que en México hizo del toreo una expresión mestiza durante el siglo XIX” –editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León– Coello Ugalde documenta que fue “uno de los personas más fascinante que brillaron durante buena parte del siglo XIX en el México taurino” y añade que ejerció “una poderosa influencia técnica y estética, sin mayores propósitos que los de aportar conocimientos aprendidos y aprehendidos también en la España que abandona entre 1828 y 1829, momento en el que comenzó su largo peregrinar como torero en América”.

Muy bien contextualizado en la época que vivió, junto a la figura y trascendencia de Bernardo Gaviño el conferenciante nos aproximó a la compleja y apasionantes etapa política y social que vive México a lo largo de los 50 años en los que vivió en tierras aztecas el diestro gaditano, unos puntos referenciales sin los que la historia taurina quedaría desprovista de contexto en el que se desenvolvió.

A este respecto, Coello Ugalde explicó como Gaviño se convirtió en el eje de la fiesta en México: se le concedió el título de director de lidias y maestro de toreros, puso orden en las corridas, dictó enseñanzas y mantuvo la tradición española en los festejos de a pie, organizó cuadrillas y recorrió el país, despertando en todas las regiones la afición al espectáculo que, aunque no era desconocido, ofrecía la novedad en cómo Gaviño lo presentaba.

Paso a pasó, el historiador mexicano explicó como Gaviño se ajustó a los gustos del público y creó una manera especial de toreo. Y así, los picadores montaban en caballos con el pecho y ancas cubiertos de cuero y no picaban a los toros, sino que los pinchaban en cualquier sitio; los banderilleros clavaban invariablemente tres pares, repartidos por todo el cuerpo de la res y, cuando sonaba el clarín, salía el torero con un capote arrollado a un palo en la mano izquierda, y después de dar tres o cuatro lances, se colocaba a la derecha del toro con el capote extendido, hacía con éste un movimiento hacia la derecha del toro y al tiempo que el toro embestía al trapo, le introducía en la tabla del cuello, casi siempre bajo, el estoque, que sacaba inmediatamente, dando una vuelta sobre los talones y mostrando al aire el acero victorioso al tiempo que la degollada res rodaba.

Curiosamente, lo único que Gaviño no impuso en los ruedos mexicanos fue la suerte del volapié, inclinándose más por la facilidad del que allí se estilaba y que llegó a conocerse equivocadamente como "estocada a la española", de tal forma que toreros españoles que intervinieron posteriormente en festejos mexicanos eran censurados cuando mataban al volapié, por creerse el público que era una suerte mal ejecutada.

La fama que desde el comienzo adquirió Bernardo Gaviño le permitió actuar incontables tardes en ruedos mexicanos –documentadas tiene el historiador hasta un total de 721–, lo mismo en la ciudad de México que en Toluca o Puebla Morelia o en sitios tan alejados como Durango y Chihuahua. Pero también en Uruguay, Perú, Cuba y Venezuela.

La influencia de Gaviño durante buena parte del siglo XIX resultó determinante, y si el toreo como expresión gana más en riqueza de ornamento que en la propia del avance, como se va a dar en España, esto es lo que aporta el gaditano al compartir con muchos mexicanos el quehacer taurino, que transcurre durante todo el proceso de la independencia en relación con España: Francisco Jiménez “Rebujina”, cuando el torero gaditano estaba ya en su etapa final.  Muerto ya Gaviño, como consecuencia de una cornada en Texcoco a la edad de 71 años, de nuevo se inicia la presencia española en las plazas de México con la llegada de espadas como José Machío, Luis Mazzantini, Diego Prieto “Cuatrodedos”, Manuel Mejías Rapela o Saturnino Frutos “Ojitos”, torero éste último que creó toda una escuela de la que surgió, entre otros, el gran Gaona. 

Toda esta trayectoria –explicó Coello Ugalde– suponen una carrera de 57 años en América, desde su llegada en 1829 a Montevideo, y el momento de su percance mortal en Texcoco, hasta convertirla en una de las más largas en toda la Tauromaquia universal.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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