28 de mayo.-
No hace falta hacer recuento matemático para dimensionar el desastre ganadero que ha caracterizado a esta feria de San Isidro. A estas alturas del abono lo relevante es conocer la causa que ha originado esa falta de trapío en tantas y tantas corridas, incluidas las llamadas duras. Demos por escasamente válida la más repetida de todas: las lluvias torrenciales del comienzo de la primavera. Y como ocurre muchas veces, busquémosla en cosas más cotidianas y convencionales. Por ejemplo, ¿no será que el veedor de la empresa no ha sabido calibrar lo que estaba eligiendo? No sé a ciencia cierta si es la causa. Lo que constato es que para una parte de la afición ese el origen de nuestros diarios males.
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