El debut de Pagés en Sevilla: un abono de cinco festejos, triunfaron «Armillita» y Domingo Ortega

por | 8 Mar 2015 | Retazos de Historia

Sevilla, 16 de abril de 1933. Domingo de Resurrección. Dos novillos en puntas y seis toros de Veragua  para el rejoneador Simao da Veiga y los matadores de toros Nicanor Villalta,  Antonio Posada y Francisco Perlacia. Con este cartel debutó como empresario de la Maestranza don Eduardo Pagés. Fue una tarde sin historia mayor, salvo la gravísima cornada que sufrió el banderillero Antonio Carrera “Papeleta”, al tratar de parar entre los tendidos 2 y 4 al segundo de la tarde, un toro con muchos pies.

Este mismo 16 de abril, en Madrid y a plaza prácticamente llena inauguraban la temporada Luis Sánchez Bejarano, El Niño de la Palma, Pepe Amorós y Carnicerito de Méjico, con ocho toros de Clairac, “nobles, pastueños y fáciles” y “admirablemente presentada” , en opinión de Gregorio Corrochano. El rondeño resultó cogido por su primero –el único que sacó complicaciones– al rematar un quite con el capote a la espalda, un toro ante el que luego Fuentes Bejarano cuajó una faena importante con la muleta, tanto que don Gregorio dejó escrito en ABC: “Dio la vuelta al ruedo. A mí me hubiera gustado ver a la plaza en pie. Estas faenas tienen un mérito grande”.

Pero también en estas fechas en Barcelona se anunciaron dos festejos: uno matinal, con Chicuelo, Barrera y Corrochano, ante una bueyada de la viuda de Soler; otro por la tarde, con un mano a mano de Vicente Barrera y Domingo Ortega, ante toros del Conde de Antillón.

Pero  en realidad, para los anales, este 16 de abril quedó marcado, singularmente, por ser el día en el que Manuel Rodríguez “Manolete” debutó como novillero; fue en la localidad cordobesa de Cabra y con  Juanita Cruz como compañera de cartel.

El primer ciclo de primavera

Para debutar en la Maestranza, Eduardo Pagés había programado un abono de primavera compuesto por cinco festejos: la corrida de Resurrección, tres más en los días centrales de la feria –de martes a jueves– y una novillada picada.

Fuera de la ya citada grave cornada de “Papeleta”, la tarde de inauguración resultó pobre en resultados, al igual que el cartel no resultaba particularmente atractivo. Tampoco los de Veragua –hierro adquirido tres años antes por don Juan Pedro Domecq y Fuertes de Villavicencio– dieron facilidades. De hecho, sólo destacaron las apreturas de Villalta con su primero, al que mayó de un señor espadazo y el buen hacer del rejoneador portugués. Según la crónica de Juan Mª Vázquez, en la edición sevillana de ABC,  Antonio Posada tuvo una triste tarde, tanto que el crítico llega a denominarlo por su desidia “el joven pensionista del toreo, alguna corrida al mes para ir viviendo”. Y de Paco Perlacia destacó sus lances a la  verónica, especialmente con el 6º de la tarde. No se trató, pues, de un debut empresarial que resultara afortunado.

Junto a sus apuntes de la tarde, Martínez de León, a través de su celebrado personaje “Oselito” dejó en las páginas de “El Sol”, una breve reseña que lo dice todo:

“En la plaza hay más extranjeros que indígena; pero muere un caballo y se van la mita. Luego coge un toro a un banderillero y se van otros pocos. ¡Ya podemo ganá los españoles.
Seis toro mansurrones y er séptimo y octavo muy bravos. Simao da Veiga muy bien en los dos. Lope Reye los mató con gran valentía.
Villalta valiente en su primero. Ar matarlo se acostó en er toro y en seguía er toro se acostó en er suelo. En el otro, na. Posada no gustó, y eso que le tocó er sétimo, que fue superió. Perlacia tuvo alegría, valor y salero. Fue el único al que aplaudieron fuerte. Ahora, aquí en confianza, le diré a ustedes que nos aburrimos. No decírselo a nadie, pero nos aburrimos. ¡Mucho”.

El abono del año 33

Más se esmeró Pagés para los festejos de la feria, que aquel año discurrió entre el 18 y el 22 de abril. Pero las entradas no fueron especialmente numerosas, sobre todo en el graderío cubierto. Curiosamente, con la novillada final se alcanzo alto de sombra.ocences se ubicaba en localidades de tendido, pasara a ocupar un graderederico "e Zahariche lo hicerion mano a ó la mejor entrada de toda la feria, con la plaza llena.

En las tres corridas comparecieron Manolito Bienvenida y Domingo Ortega, que en la de los toros de Zahariche lo hicieron mano a mano. La primera tarde, el cartel lo encabeza Marcial Lalanda y los toros eran del marqués de Villamarta. La segunda de feria fue la de Miura. Y la tercera, con toros de Carmen de Federico “antes Murube” –según rezaba el cartel–, el cuartero lo encabezó Fermín Espinosa “Armillita”  y lo cerraba Luís Gómez “El Estudiante”.

El abono concluyó en viernes y con una novillada con picadores, en la que con reses de Esteban González se anunciaba a Diego de los Reyes, Diego Gómez “Laine” y Lorenzo Garza; al final, el mexicano no pudo actuar y fue reemplazado por Juanito Jiménez.

El curso de la feria

No demasiada gente en la primera de feria”, informaba ABC, donde además se anotaba una novedad: Pagés hizo que la banda de música que hasta entonces se ubicaba en localidades de tendido, pasara a ocupar un graderío alto de sombra. Pero que la plaza la había heredado Pagés bajo mínimo taurinos, lo explicaba juan María Vázquez de forma clara: “Pero, si no había lleno, los espectadores formaron una agrupación bastante bien avenida, más allá de cuál fue el grupo de oposición que refrenase o contradijera la bonochona actitud de la mayoría, que optimista y dispuesta a divertirse por las buenas, ni se enfadó mucho por lo mucho malo que vio, ni dejó de pagar lo bueno con la propina de una simpática benevolencia”.

Según cuentas las reseñas de la época, poco se vio en esta primera de feria.  Sin dejar huella pasó Marcial Lalanda, ya en el tramo final de su carrera, salvo en el quite que le hizo al 5ª con unos lances rodillas en tierra.  El cronista de ABC se preguntaba: “Pero…¿va a irse Lalanda sin que le vean en Sevilla?”.  Muy discreta se calificó esta primer arde de Manolito Bienvenida, que volvía a la Maestranza después de tres años de ausencia. “Es tan buen torero Domingo Ortega que le basta una mano para sostener la solidez de su prestigio”; naturalmente el cronista se refería a su poderosa mano derecha, pero añadía: “hay en él reservas –la mano izquierda– para llegar a tenerlo en alto el día , aún lejano, en que el edificio vacile”.

Para el mano a mano celebrado el  miércoles 19 de abril, de Bienvenida y Ortega con la corrida de Miura  –“muy bien presentada, pero sin el imponente aparato de otros tiempos”–, la plaza casi se llenó y de nuevo se impuso la mano izquierda del torero de Borox: “Salió, se arrimó y venció. Venció sin mano a mano de ninguna clase, pues ayer en la plaza no había más mano que la célebre diestra del valiente torero”. En cambio, no le rodaron las cosas al hijo del Papa Negro: “Su trabajo de ayer fue simplemente discreto, como si sus gráciles juegos con los toros ahondasen en su corazón la espina del recuerdo amargo y del íntimo dolor”.

En la tercera de feria, en fin, si lidió una terciada pero muy encastada corrida murubeña de doña Carmen de Federico, “que pesó en los toreros como ninguna”. El mejor librado con diferencia resultó “Armillita”, que le cortó una solida oreja al quinto de la tarde y que “volverá otra vez, como primerísima figura, a figurar en nuestras corridas más solemnes”. Desvaído de nuevo Bienvenida, valiente pero “cortito de técnica” El Estudiante”, Domingo Ortega se estrelló con sus dos toros.

Muy lucida la novillada que cerró el abono, y que registró la mayor concurrencia de aficionados, en buena medida por los ”chiquititos pero de buena casta” novillos de Esteban González. El interés se centraba de modo especial en Diego de los Reyes, un novillero de Castilleja de la Cuesta que había deslumbrado a la afición, para quien “la corrida de ayer indica en la rápida carrera de Diego una ascensión considerable. (….) Su tarde del cuarto día de feria fue la mejor que ha tenido en Sevilla”. Ya estuvo muy bien con su primero, pero a su segundo le cortó los máximos trofeos. “Laine” también se pudo lucir, especialmente en su primero, al que le cortó una oreja. Juanito Jiménez [1], que abría la terna, estuvo discreto.

 [1] Juan Jiménez Martínez (Sevilla 1912-Valencia 1934) fue un novillero que comenzó a destacar ya como becerrista, llegando a torear en Madrid. Cuando dio el salto de escalafón, mantuvo el interés de los aficionados. La tarde del 3 de agosto de 1934 sufrió una grave cornada toreando en Valencia, como consecuencia de la cuál falleció el día 16 del mismo mes.

 

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Taurología

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