Cuando algunos discuten el arraigo de cuanto en España se celebra en torno al toro bravo, desconocen la realidad. Con crisis y sin crisis, el toreo bajo cualquier de sus múltiples formulaciones, profesionalizadas o no profesionalizadas, está muy presente en nuestra realidad social. Por si hiciera falta, las estadísticas oficiales, dadas a conocer en este viernes por el ministerio de Educación, Cultura y Deportes, nos indican que a lo largo de 2012 por nuestros 8.117 ciudades y pueblos se celebraron nada menos que 14.004 de los denominados festejos populares, que vienen a sumarse a los 1.997 espectáculos reglados que tuvieron lugar.
Así, a buena pluma, el número total de las fiestas en las que el toro de lidia ha sido el protagonista prácticamente duplica al número de municipios de España. Con lo cual se deduce que en una inmensa mayoría de localidades no se entienden sus fiestas propias sin alguna actividad relacionada con el toro, desde un encierro o una suelta de vaquillas hasta una corrida de toros.
Esta es la verdadera realidad de la Fiesta, que trasciende con mucho a su consideración meramente como espectáculo público celebrado en un local acondicionado para ello. Y esta es la razón última por la que el toro de lidia y cuanto a su alrededor ocurre forma parte del propio ser de España, como ya había dicho Ortega.
Pero, además, esta realidad que marcan las estadística se caracteriza por una nota cualitativa muy significativa: las distintas modalidades que adquieren los festejos populares, que son muy diversas, responden a tradiciones locales y/o comarcales, lo que remarca aún más el grado de su arraigo social, que viene de muchas generaciones.
Con ser grave la situación actual, frente a esta realidad que el número de espectáculos reglados descienda tiene una importancia coyuntural y relativa. Hoy ocurre así; pero cuando cambien las circunstancias socioeconómicas, los números serán otros y más optimistas. Pero lo verdaderamente crucial, aquello que podemos considerar como más permanente, es que en España si algo tiene arraigo social es justamente lo taurino en su más amplia concepción. Por eso, no puede desconocerse que forma parte de nuestro patrimonio histórico, cultural y artístico.
Menos festejos, más profesionales
Por otro lado, del informe estadístico relativo a 2012 que ahora se ha dado a conocer, otro dato llama la atención: mientras el número de espectáculos reglados viene descendiendo de forma constante en los últimos cinco años, en el mismo periodo se ha ido incrementando el número de profesionales cualquiera de los oficios propios.
Y así, a lo largo de 2012 el número total de espectáculos celebrados fue de 1.997, frente a los 2.290 del año anterior y a los 3.295 que tuvieron lugar en 2008, al comienzo de la crisis económica. Sin embargo, mientras que en 2008 estaban inscritos en los registros oficiales –sin contabilizar el correspondiente a los ganaderos de bravo– un total de 7.830 profesionales, en 2012 esta cifra se elevaba a 9.562. Esto, mientras que en los últimos cinco años los festejos celebrados decayeron en torno a un 40%, el número de profesionales creció en torno a un 22%.
De estos número, aparentemente sin sentido lógico, sin embargo también puede hacerse otra lectura: incluso en etapas de crisis taurinas, en España son cada vez más quienes, mayoritariamente jóvenes, quieren dedicarse a las actividades taurinas. Un dato que analizado con un mínimo de objetividad nos lleva de nuevo a ese concepto del arraigo social que antes se citaba.
Pero de modo necesario de las estadísticas oficiales también hay que hacer otra lectura menos optimista y positiva. Y es que se comprueba el nivel de gravedad de la crisis que está sufriendo la Fiesta por razones externas a la misma; o dicho de otro modo: por razones de orden económico, en concreto.
Y así que de las 810 corridas de toros que se celebraron en 2008 se haya pasado en 2012 a tan sólo 475, no deja de ser un dato alarmante. Pero otro tanto, incluso más acusado, ocurre con las novilladas con picadores, que si en 2008 fueron 453, en el pasado año fueron tan sólo 235.
Para completar los datos de la crisis, no está de más contemplar como en 2008 en España había registrados 1.355 ganaderos de bravo y en 2012 eran ya 1.398.
Crece el numero de criadores, crece el número de profesionales y desciende el número de festejos. Esta es la extraña ecuación que hoy constituye la Fiesta.
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