Llegó, más fino que antaño, recogió el calor de Sevilla y dio una lección de vergüenza torera, compromiso y ética. A “Barbareto”, el cuarto de la tarde, le cortó una oreja de seriedad a carta cabal. Se la regaló a sus hijos –"va por vosotros, que sois lo más bonito del mundo"–, echó el feliz telón de la Feria y se fue "a cenar tranquilamente con la familia". Durmió poco, como cuando estaba en activo. Y al mediodía ha salido a tomarse una cerveza con Carmen, su mujer. Como si nada. La absoluta normalidad tras la gesta, eso sí que es una locura.
—Supongo que Miura es una familia feliz. La corrida fue un interesante compendio de la ganadería y tú cumpliste con la efeméride y con la gesta ¿Cómo te sientes? ¿Qué poso te queda?
–Hay una frase muy bonita: "Eduardo Dávila, en el nombre de Miura". Resume mi apuesta. Esta locura… Ahora lo reconozco, ha sido una locura, pero el toreo tiene que estar lleno de locuras. La tarde de ayer fue una locura, pero reunió lo que han sido estos 75 años de Miura. Aunque en mi fuero interno siempre quiero darle 15 pases por abajo y eso no pudo ser ayer, siento que he cumplido. No podía fallar en actitud, eso no me lo podía permitir. Me planteé llegar más delgado, más preparado que cuando estaba en activo, que nadie pudiera afearme eso. Y, al final, cuando uno asume esfuerzo tiene recompensa.
–Te dio alas Sevilla al arroparte tras el paseíllo, ¿verdad?
–Totalmente. El cariño, el afecto… traspasó lo profesional. En la plaza había una gran cantidad de amigos. Tras el paseíllo, entrar en el callejón fue duro, con la cantidad de gente que había allí…
–¿Duro?
–Una curiosidad: ¿te espoleó el triunfo de Espartaco?
–El primer toro era una prenda, todo listeza y malas intenciones. Y altísimo. ¿Qué sentiste al ver que te podía prender?
–…Y la vergüenza torera. Qué lección.
–En el cuarto, ´Barbareto´, las bases del éxito fueron la colocación y la altura, o sea el entendimiento. ¿Lo viste claro o tiró de ti la vergüenza torera, como dices?
–La conoces, pero sólo habías toreado Miura siete veces…
–En el primero marcaste los tiempos de la suerte suprema de maravilla pero se te atravesó el estoque; el del cuarto fue un estoconazo. ¿Los temores por la falta de práctica se quedaron en el carretón?
–Y ahora, a La México a confirmar…
–¿Y qué más? ¿Te pica el gusanillo, con otro tipo de toro, o te lo impides a ti mismo?
► Los escritos de Juanma Lamet se publican en su blogs “Tauroeconomía” y pueden consultar en nuestro espacio de “10 opiniones 10” y en la dirección electrónica:
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