La feria de Quito, una de las más importantes de la América taurina, podríaen una profunda crisis, que la lleve incluso a su desaparición, según se desprende de los resultados aún parciales de la consulta popular celebrada en Ecuador.
Sin embargo, la fiesta brava alcanza cómodas ventajas en otras jurisdicciones de la Sierra y en la Amazonia, donde el toro de lidia podría asumir el protagonismo que perdería en la capital.
La prohibición de las corridas taurinas con la muerte del animal en el ruedo era la pregunta número ocho de las diez que integraban la consulta impulsada por el Gobierno para, entre otros asuntos, cambiar también el sistema judicial y regular a la prensa.
Con algo más del 30 por ciento de las actas de votación ingresadas al centro de cómputo del Consejo Nacional Electoral, el Sí a la prohibición en la capital alcanza el 50,6 por ciento, mientras que el No obtiene el 43,6 por ciento.
La opción en Quito, si se confirma la tendencia, podría estar en el festejo a la a la portuguesa. Pero el mundo taurino quiteño rechazan esa posibilidad y creen que en la capital pasará lo mismo que en Cuenca, en el sur de Ecuador, donde prácticamente se abolió la fiesta brava en 2004.
De esta forma, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, impuso parcialmente su polémico proyecto para prohibir las corridas de toros mediante un referendo que acabó con más de 500 años de tradición taurina.
La pregunta del referéndum decía: «¿Está usted de acuerdo que en su cantón se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal?», y era una de las diez que debió responder la ciudadanía.
Como era más que previsible, en el debate y en la posterior votación ha tenido una influencia muy importante lo ocurrido en Cataluña, cuya polémica decisión sirvió de argumento de los antitaurinos, así como la asimilación del toreo con una fiesta colonial, como evoca el discurso anticolonialista de Correa. Correa, señaló que los ecuatorianos se pronunciaron sobre esta “práctica de la burguesía”. “Vamos a desterrar en este país toda forma de violencia”, indicó.
El mandatario considera que con la prohibición el pueblo ecuatoriano decide que el país será “un territorio libre de esos espectáculos que en el siglo XXI son anacrónicos”.
Al comienzo, Correa pretendía prohibir totalmente las corridas, pero luego flexibilizó su postura e introdujo el concepto de la muerte del toro y las torturas a los animales. Por tanto, las corridas podrían celebrarse si no se mata ni maltrata al animal.
Como anécdota de la situación creada, el propio vicepresidente de Ecuador, Lenin Moreno, que reconoció ser aficionado a las corridas, posee dos trajes de luces que le regalaron El Fandi y Sebastián Castella. Ahora, el torero ecuatoriano Álvaro Samper le ha pedido que los devuelva. “Asiste a muchos festejos taurinos, a tentaderos en el campo, yo he estado con él y es, más bien dicho era, un buen aficionado”.
Una fiesta popular y riqueza inmaterial del Ecuador
El origen de la fiesta de los toros en el Ecuador se remite a épocas coloniales, tiempos en que los conquistadores españoles trasladaron al nuevo mundo los juegos de toros y con ellos marcaron el futuro taurino de varios países iberoamericanos. La Conquista determinó una maravillosa fusión encarnada en el mestizaje y presente en la adopción de una nueva fe y nuevas costumbres que con el paso del tiempo se convirtieron en elementos muy propios del continente americano.
De hecho, este mestizaje de culturas facilitó que pronto se asumiera a los toros y sus juegos como elementos consustanciales de la cultura popular, adornados por los extraordinarios matices otorgados por la sierra andina y el mestizaje plasmados de manera multicolor por elementos de origen claramente hispánico y otros de raíz indígena y precolombina.
Así las cosas, podemos concluir que la fiesta de los toros ha formado parte de la vasta riqueza cultural de la ciudad durante más de cuatro siglos.
En este sentido, como se puede leer en el libro "La Fiesta Popular en el Ecuador", de Oswaldo Encalada Vásquez, son permanentes las referencias al toro bravo como el eje de los espectáculos populares que se celebran en prácticamente todos los cantones ecuatorianos.
El autor precisa en su estudio que el contenido de las fiestas, su extraordinaria puesta en escena y el exuberante contenido simbólico de las mismas, concluyendo que entre las más importantes manifestaciones populares e indígenas, las corridas de toros son un elemento básico de la riqueza inmaterial del Ecuador.
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