Dos toros de Cuadri y un nuevo Javier Castaño

por | 14 Oct 2010 | Temporada 2010

Zaragoza. Octava de feria. Media plaza escasa. Toros de Celestino Cuadri,  serios de presencia, cuatro con dificultades, excelentes el tercero y el primero. Rafael Rubio “Rafaelillo” (nazareno y oro),  aviso y silencio y algunas palmas. Domingo López Chaves (fucsia y oro), silencio y aviso y bronca. Javier Castaño (rosa pálido y oro), ovación y silencio.
 
No creo que sea una pura imaginación. Pero tengo para mí que hoy hemos visto a un Javier Castaño nuevo. Sereno, templado, haciendo todo con mucha cabeza, poco que ver con aquel otro de los atragantones en las cercanías. Un torero, en fin, de los que merecen funcionar. Por eso da más rabia que la espada no le funcionara como es debido en el tercero, un nobilísimo toro de Cuadri, cinqueño por más señas,  al que toreó con la muleta con temple, reposo y gusto sobre ambas manos, pero al que también había lanceado con cadencia con el capote. Luego, cerrando plaza, le tocó el garbanzo negro de la tarde, con peligro verdadero, pero ante el que Castaño estuvo como tiene que hacerlo un torero. Con esta manía de las estadísticas, probablemente a Castaño le sirva de poco su tarde en Zaragoza. Pero méritos ha hecho para que se le tenga en cuenta, por más que muchos todo lo fíen a los fríos número de las estadísticas.
 
La casa Cuadri había mandado una corrida cuajada y honda, sin exceso de kilos, pero seria y con trapío, cinco de ellos cinqueños, de los que cuatro estaban a punto de cumplir los seis. Luego hubo de todo: un toro nobilísimo, el tercero; muy bueno también el que abrió plaza; con poco fuelle y complicaciones, segundo y cuarto; espectacular el quinto, aunque para el torero era cosa bien distinta,  y con peligro declarado el sexto. Pero los seis manteniendo la atención, porque en los buenos y en los malos, todo había que hacerlo bien.
 
Que no era el día de Rafaelillo se vio ya con el toro que rompió plaza, al que prodigó series de muletazos pero sin terminar de entregarse. Y eso llega a la gente, por más que hubiera muletazos sueltos de calidad. Poco pudo hacer con el cuarto, más agarrado al piso. Con la espada tuvo poca fortuna.
 
Después de un año difícil, se incorporaba al circuito de las ferias López Chaves. Pero las circunstancias no le permitieron más que matar, y no bien,  la corrida. También es cierto que tuvo el lote que presentó más dificultades: su primero se acabó muy pronto y el quinto era muy agradecido para el tendido, pero presentaba la cara opuesta para quien estaba en el ruedo.
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Taurología

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