Festejos: 16
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Con 16 corridas de toros en su haber, además de dos festivales, a Diego Urdiales le ha bastado la tarde del 29 de agosto en Bilbao para consagrarse definitivamente como un torero de una clase excepcional, que reúne en toda su pureza los conceptos básicos del arte del toreo. Unas impresiones poco después sobradamente confirmadas en la feria matea de Logroño. Si ya antes de esos días, el riojano tenía a su lado a gran parte de la afición, a partir de ahí ya nadie duda de sus valores.
En su conjunto, toda la temporada de 2015, con no ser pródiga en oportunidades, ha rayado a un buen nivel, pese a tener la suerte negada en los sorteos en Madrid. Es lo que ha permitido que haya calado su concepción del toreo, esa que él mismo define como “la lentitud, la armonía, la búsqueda de lo que yo considero como bello y profundo”.
De esta forma, hoy ya oímos hablar, por ejemplo, al empresario de Sevilla diciendo que la inclusión adecuada de Urdiales es condición necesaria para los carteles de la feria de abril. Como los responsables de Bilbao anuncian a tantos meses vista que en agosto hay que contratarlo para dos tardes. Y es que ha impuesto esa sutileza de la naturalidad, como fundamento del arte del toreo.
Hasta llegar aquí no ha sido precisamente fácil la carrera del torero de Arnedo. Bien podría afirmarse que ha constituido una verdadera carrera de obstáculos, frente a los que se ha impuesto, sin concesión alguna, la fe en si mismo y en su concepto del toreo. Ya a nadie a choca que Curro, el Curro del arte, lo elogie sin rodeos y se declare firme partidario suyo; aquella primera declaración en la entrevista que le hizo Luis Nieto, que hubo quien interpretó como una “ocurrencia” del de Camas, se asume hoy como algo convincente y rotundo.
A la vez que iba madurando como torero, ha necesitado de 16 años para que se le reconozca en toda su hondura. A partir de 2015 ya no se le considera como ese hombre esforzado que conseguía domeñar alimañas; ahora lo que se valora, antes que nada, por la hondura, por la cadencia, por el temple de su toreo.
A saber que hay de cierto en eso que circula por los corrillos taurinos acerca del interés de la megaempresa del mexicano Alberto Bailleres lo quiere apoderar. Firme o no firme con la FIT, los mismos comentarios significan que su nombre calado entre los dirigen hoy la Fiesta. No puede haber un síntoma mejor del momento que atraviesa Urdiales.
Para 2016 se le reserva la responsabilidad no ya de mantener el nivel actual, que eso tiene poca marcha atrás, sino de consagrarse tanto para aficionados como para los espectadores de ocasión, hasta hacerse un nombre imprescindible en las ferias. A poco que se den las circunstancias tiene un “fondo de armario” tan sólido que lo conseguirá.
Y en cualquier caso, evolucionen las estadísticas en el sentido que fuere, lo cierto es que a partir de ahora su nombre queda ligado con lo que es la hondura y la pureza del toreo, que al final resulta ser la causa verdadera para que un torero aparezca en los Anales de la Tauromaquia.
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