MADRID.- Vigésimo primera del abono de San isidro, tercera novillada del ciclo. Dos tercios de entrada; según la empresa: 16.581 espectadores (70,2% del aforo), en tarde calurosa.
Novillos de Fuente Ymbro (Ricardo Gallardo), de adecuada presentación (495 kilos de promedio) aunque desiguales de hechuras; con poder y encastados, pero con muchas complicaciones.
Joao Silva “Juanito” (de celeste y oro), silencio y ovación tras un aviso. Antonio Grande (de blanco y oro), palmas tras un aviso y silencio y tras un aviso. Diego San Román (de violeta y oro), ovación y ovación tras un aviso.
Una novillada dura y desagradecida, que demasiados momentos insufribles, Ricardo Gallardo volvió otra vez más a Las Ventas. Y aún no ha terminado su estadía, que aun le falta otra corrida de toros.
Pues con el material que envió el criador gaditano, la noticia principal ha sido que los tres novilleros hayan salido por su propio pie del ruedo venteño. Sobre todo Diego San Román: la forma en la que le cogió el que cerró la tarde fue tremenda: Se lo pasaba con violencia de un pintón a otro, con extrema violencia. Pero con la paliza a cuestas, que lo debió dejar molido a golpes, el mejicano volvía como si nada a la cara del utrero. ¡Qué valor demostró!
El oficio bien aprendido de Juanito, el interesante fondo que se atisba en Antonio Grande y el empeño de sí o sí del mejicano. En eso quedó la tarde. A los únicos que nos se le puede reprochar nada fue a estos tres valientes. Lo demás, como para pasar página.
0 comentarios