MADRID.- Menos de un cuarto de plaza. Toros de cuatro ganaderías: tres de la titular, María Cascón (1º, 3º y 4º) y uno de Domínguez Camacho (2º), de El Sierro (5º) y de Javier Pérez Tabernero (6º). Todos con presentación de respeto, dos cinqueños, y, por distintas causas, todos imposibles para el lucimiento de los espadas. José Miguel Pérez “Joselillo” (de grana y oro), palmas y silencio. Joselito Adame (de turquesa y oro), silencio y silencio. Pepe Moral (de rosa y oro), silencio y silencio.
Parte facultativo: Joselito Adame fue intervenido de una cornada interna de 15 centímetros en el muslo derecho que produce desgarro muscular
Lo de esta tarde en Las Ventas no era calor, era mala, pero que muy mala, educación meteorológica. Tanto que en la piedra del sol era de grave riesgo sentarse, salvo quemaduras de consideración. Vamos, que con la entrada debían haber repartido una botellita de agua, para que el personal no se deshidratizara. Y para colmo, con la murga que nos da tantas tardes, ni una gota de viento. Total, que se comprende que ni los clásicos de toda la vida, salvo excepciones, aparecieron por Las Ventas. Verdaderamente ha sido una ausencia justificada por auténticas causas de fuerza mayor.
Pero como en la casa del pobre, las desgracias no vienen solas. Esta corrida tenía interés cuando se anunció: Joselillo se había quedado fuera de San Isidro, Joselito Adame dejó una buena impresión en su confirmación y Pepe Moral había triunfado en una de las tardes de prefería. Pero manteniéndose la terna, luego ha ido dando continuos bandazos ganaderos: primero se iban a lidiar todos de Ana María Bohórquez, luego de Assunçao Coimbra y al final se anunció a María Cascón. Pero como si no fueran suficientes los cambios, en la práctica vimos toros de cuatro hierros diferentes. Y ninguno permitió el triunfo.
Los lisardo-atanasio de la familia Fraile carecieron de fuerza y presentaron complicaciones. De los sobreros, el mejor fue de El Sierro, que tenía mucha calidad, pero que literalmente no se mantenía de pié; el de Domínguez Camacho –cinqueño muy pasado– se desplazaba algo más, pero sin clase alguna; el cinqueño de Javier Pérez Tabernero tuvo un punto de bondad difícilmente aprovechable porque carecía de fuerza y se acabó antes de empezar.
Con semejantes antecedentes, sería de pura injusticia en el juicio a los toreros fiarlo todo en el escueto resultado final, que sirve para las dichosas estadísticas, pero que en nada refleja lo que cualquier aficionado apreció desde el tendido. A uno, particularmente, me gustó el buen corte que tiene Pepe Moral, como demostró en las pocas embestidas que le regaló el que cerraba plaza: buen sentido del temple, llevando al toro por abajo y con largura, después de haberlo cogido por delante. Una pena, porque el sevillano merece oportunidades reales, porque aquel esperanzador novillero que nos llamó la atención sigue vivo.
“Joselillo” dejó sobre la mesa la carta de su indudable honradez y de su decisión, por más que no pudiera ser soporte de mayores logros. Decidido también el mexicano Joselito Adame, feamente cogido por su primero, que mantiene su crédito, aunque en este mundo tan peculiar ese rédito no sirva para conseguir contratos.
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