Dentro de los actos que organiza el Cub Cocherito con motivo de la Semana Grande, Antonio Fernández Casado ha presentado su nuevo ensayo histórico, con el expresivo título “De San Antón a Vista Alegre. Cinco siglos de toros en Bilbao, año a año”. Se trata de un documentado y brillante compendio de la historia taurina en la capital vizcaína, en la que con datos incuestionables fundamenta la tradición que tiene la Lidia en esta Villa. La nueva obra ha sido presentada por la historiadora Begoña Cava y Alfonso Gil, teniente de alcalde y administrador general de Vita Alegre.
Se trata de una obra de consulta obligada para entender las tradiciones taurinas de Bilbao, que se remontan a comienzos del siglo XVI. De una forma exhaustiva, el autor nos acerca a las realidades, incluso pormenorizadas, de la presencia y el arraigo de la Tauromaquia.
Por deferencia de la editorial, aquí se ofrece al lector la Introducción que el autor hace para su obra, que constituye su mejor resumen.
La historia de cinco siglo
Las primeras referencias escritas acerca de la celebración de corridas de reses bravas en la villa de Bilbao se remontan al año de 1515. Desde 1882 se han celebrado en la plaza de toros de Vista Alegre más de mil cien corridas de toros, un número similar de novilladas —con picadores y sin ellos— y varios centenares de festivales de objetivos muy variados. Entre estos últimos destacan los promovidos por el Club Taurino de Bilbao durante más de medio siglo a favor de las instituciones propietarias del coso: la Santa Casa de Misericordia y el Santo Hospital Civil de Basurto.
En estos cinco siglos de tauromaquia botxera, uno de los acontecimientos taurinos más sobresalientes fue la alternativa de José Redondo, el Chiclanero, que resultó herido de gravedad en la Plaza Mayor de la Villa, o Plaza Vieja, junto a la actual iglesia de San Antón. Los festejos celebrados en este escenario han sido inmortalizados en numerosas estampas gracias al pincel de Manuel Losada. Otro festejo muy sobresaliente fue la novillada que en 1851 se lidió en la Plaza Nueva, como parte del programa de actos con que se inauguró.
Corridas reales
Aparte de las tradicionales Feria Chica del mes mayo y Corridas Generales de agosto, a lo largo de los últimos cinco siglos los motivos para programar corridas de reses bravas en Bilbao han sido muy diversos, comenzando por los relacionados con las distintas efemérides de la monarquía española. Una de las primeras celebraciones que se conocen coincide con la proclamación de Carlos I como rey de España en 1516.
Muchos años después, en 1829, se programó una función taurina para festejar el matrimonio del rey Fernando VII con María Cristina de Borbón. Por su parte, la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII, asistió a varios festejos en Vista Alegre, incluida la tarde en que se cortó la coleta Cástor Jaureguibeitia Ibarra, Cocherito de Bilbao.
Corridas religiosas
Y, evidentemente, se celebraban festejos de toros coincidiendo con las principales festividades religiosas de la Villa: el Corpus Christi, el Domingo de Resurrección, Santiago, San Juan, San Pedro…, hasta que se sustituyeron por las Corridas Generales.
Los festejos taurinos del Corpus se revestían de una gran solemnidad. Tanto es así que los anunciaba un pregonero municipal, previo redoble de tambor, quien contaba con la ayuda de un alguacil; este, con voz sonora, los difundía en las esquinas de los cantones más céntricos, cuando todavía no se colocaban sobre las paredes los clásicos carteles de papel, a modo de bando, en el “siglo de Pepe-Hillo y Pedro Romero”, según Manuel Basas.
Corridas forales
La mejor corrida de toros del ciclo de 1888 en Vista Alegre fue el mano a mano que protagonizaron el 2 de septiembre las dos principales figuras del momento: Luis Mazzantini y Rafael Guerra, Guerrita. Promovido por la Diputación Foral del Señorío de Vizcaya, tenía como objeto realzar el inicio de las obras del Puerto Exterior del Abra —finalizadas en 1902— y del ferrocarril de Portugalete, además de la adjudicación de los cruceros Vizcaya, Almirante Oquendo e Infanta María Teresa a los Astilleros del Nervión. Aunque el juego de los toros no pasó de regular, ambos estoqueadores se lucieron en sus turnos correspondientes, de manera especial el cordobés, que instrumentó una serie de pases empuñando la chaqueta que un espectador le había arrojado.
El 31 de agosto de 1890, la Diputación vizcaína, para celebrar la botadura del crucero Infanta María Teresa —que se encontraba fondeado en la ría—, programó una corrida extraordinaria en la que Ángel Pastor y Guerrita se enfrentaron a ocho toros de los hierros de Veragua, Ibarra, Miura y Udaeta. Tras el deceso del séptimo ejemplar se puso punto y final a la lidia porque se había hecho de noche.
En junio de 1905, patrocinada por la misma institución foral, se promovió otro festejo con el objeto de promocionar las Fiestas de Verano. Aquella tarde se vistieron de luces Cástor Jaureguibeitia —que ofreció una actuación superior— y Minuto, con el encargo de pasaportar seis toros de Valle. Cuatro años más tarde, el 25 de junio de 1909, se celebraron en el mismo escenario varios festejos extraordinarios. Entre ellos, uno promovido por la Diputación con el propósito de agasajar al príncipe Enrique de Prusia y a la tripulación del barco Deutschland, en el que navegaba. Con la actuación de una banda de música incluida en el programa, la corrida, presidida por el capitular y sportman Enrique Martínez Sevilla, ofreció un espectáculo aburrido.
Corridas de la Prensa, Beneficencia, Montepío de Toreros
Durante la primera mitad del siglo XX, uno de los festejos más clásicos del calendario bilbaíno era la Corrida de la Prensa; protagonizadas algunas únicamente por estoqueadores vizcaínos, al menos en dos ocasiones de inspiración goyesca, perduró hasta 1936. En los pasados años ochenta se recuperó la Corrida de los periodistas, y entre los años 2000 y 2009 se sustituyó por la Corrida del Aniversario de la Fundación de la Villa, la cual contaba con el aval del alcalde, Iñaki Azkuna.
Los primeros años del siglo XX, fueron igual de sobresalientes en Vista Alegre la clásica Corrida de Beneficencia —al menos en tres ocasiones— y la también popular Corrida del Montepío de Toreros.
Corridas liberales del 2 de mayo
En 1876, una vez finalizada la tercera guerra carlista, se trabajó activamente para finalizar lo antes posible la reparación de los desperfectos que había sufrido el coso bilbaíno de la actual calle de Hurtado de Amezaga. A partir de entonces, con el objeto de perpetuar la efeméride, se programó la conocida como Feria Chica del 2 de mayo —a veces, promovida por el Ayuntamiento de la Villa y otras, por la sociedad El Sitio—. Fueron 59 las temporadas que vivieron las corridas liberales (1877-1936), las cuales solemnizaban la victoria de los auxiliares liberales contra las tropas carlistas.
A estas corridas asistió con cierta frecuencia el dictador Primo de Rivera, así como los presidentes de la II República: Alcalá Zamora, Sagasta… En uno de estos festejos, Fortuna brindó un toro a Indalecio Prieto. Las simpatías proletarias de Diego —su padre había sido trabajador de AHV y el propio torero había trabajado de aprendiz en la misma empresa— hicieron que tras la guerra civil se tuviera que exiliar en distintos países americanos, donde falleció en el mayor de los olvidos.
Corridas franquistas de la Liberación
El 19 junio de 1937 desaparecieron para siempre las clásicas corridas liberales del 2 de mayo y dieron paso a las corridas franquistas dedicadas a conmemorar la “liberación” de la Villa (1938-1977). Organizadas por el Gobierno Civil y, a veces, por los sindicatos verticales, fueron presididas hasta en tres ocasiones por el mismísimo general Francisco Franco. También tuteló uno de estos festejos el general Agustín Muñoz Grandes. En paralelo, en esos años fueron muchos los festivales de exaltación político-taurina, promovidos por distintas instituciones afines al régimen totalitario, a beneficio del Frentes de Hospitales y del Auxilio Social de Vizcaya.
El 20 de junio de 1938, una corrida de toros remató los festejos conmemorativos del primer aniversario de la liberación de Bilbao. Las bandas de música de los requetés de Pamplona y del Frente de Hospitales amenizaron la función. En la presidencia se sentó el general López-Pinto, capitán general de la VI Región Militar, a quien los espectadores aplaudieron puestos en pie y “firme el ademán” para escuchar el himno nacional; momento en que el mando militar los arengó a través de la megafonía con gritos de “Vitoreo a España y a la Vizcaya española”[1]. Esa tarde, el espada vizcaíno Jaime Noain —inicialmente afín a la República— brindó la muerte de un toro a José María Oriol [2] , jerarca del nuevo régimen.
Por otra parte, tras la toma de Bilbao el centenario Santo Hospital Civil, propietario del coso de Vista Alegre, el 23 de septiembre de 1938, recibió el apellido de Generalísimo Franco.
El 20 de junio de 1939 se corrieron en el mismo recinto seis toros de Pablo Romero (Barrera, Noain y Belmonte Campoy), para celebrar el segundo aniversario de la entrada de las tropas franquista en Bilbao. A la corrida, presidida de nuevo por el gobernador militar López Pinto, asistió el bilbaíno José Félix de Lequerica, en esos momentos embajador de España en París. La organización del festejo corrió a cargo de los empresarios Juan de la Cruz Elizondo —presidente de la Asociación de la Prensa— y Eduardo Pagés —empresario de la plaza de San Sebastián—, por delegación de la Comisión de Festejos de la Liberación. Coincidiendo con el tercer aniversario de la “liberación” se presentó en Vista Alegre Manuel Rodríguez, Manolete, aunque su actuación no estuvo a la altura de la expectación que había levantado:
… se presenta por primera vez en Bilbao, la plaza del Cantábrico donde se conserva con mayor pureza la afición por la Fiesta Nacional. Manolete desea triunfar a toda costa en aquel coso, donde se sirve siempre ganado grande y bien presentado; pero el hombre propone… Las orillas del Nervión no pueden contemplar su triunfo…
Tras su decepcionante debut, el espada de la “triste mirada” retornó a la feria de agosto:
… la ciudad de Bilbao para sus fiestas reclama siempre ganado poderoso y con muchas hierbas. La considerable masa de los antiguos pierde aquí toda su razón y ecuanimidad, debiendo enmudecer radicalmente…
En la V Corrida de la Liberación (Manolete, Pepe Luis y Antonio Bienvenida), Manuel Rodríguez agrandó su figura entre los aficionados del Botxo, tras ser premiado con las dos orejas y el rabo de un noble toro del Conde de la Corte.
Coincidiendo con esta corrida de junio de 1943, Vista Alegre se engalanó con cientos de colgaduras y reposteros representativos de las distintas provincias españolas, entre los que sobresalían los colores del Movimiento Nacional. El palco presidencial fue ocupado por el ministro secretario del partido único, el camarada Arrese, a quien acompañaban varios dirigentes del régimen llegados exprofeso a la Villa; ante ellos ejerció de cicerone el alcalde Zugazagoitia. Antes del inicio del espectáculo, la Banda Infantil de la Santa Casa de Misericordia interpretó el himno nacional, que los asistentes escucharon de pie y con el brazo extendido. Esa tarde, Manuel Rodríguez brindó su primer enemigo al dirigente falangista.
La Corrida de la Liberación de 1944 —con el cartel de “no hay billetes” en las taquillas— fue presidida por el general Franco, a quien acompañaban varios ministros de su gobierno. Los espadas anunciados —Domingo Ortega, Manolete y el Andaluz— le brindaron su primer enemigo; en contrapartida, recibieron una pitillera de regalo cuando en el intermedio del festejo se presentaron en el palco a rendir pleitesía.
Las corridas de exaltación franquista de 1945 fueron tres y Manolete vistió de luces en todas ellas. Fueron sus últimas actuaciones en Vista Alegre. Al año siguiente se celebraron tres festejos más para conmemorar la entrada de los requetés en la Villa.
En 1960, el Club Cocherito celebró sus Bodas de Oro, coincidiendo con su programa de actos conmemorativos el vigésimo tercer aniversario de la entrada de las tropas nacionales a Bilbao.
Tras el incendio del coso de Vista Alegre, el 4 de septiembre de 1961, la Junta Administrativa solo necesitó nueve meses para levantar un nuevo recinto con capacidad para 15.000 aficionados. Este se inauguró con motivo de la mini-feria de la “Liberación” —una novillada y dos corridas—, que se abrió con la lidia de seis toros de Juan Pedro Domecq (Antonio Ordóñez, César Girón y Rafael Chacarte). El primero de los toros, Limonero, fue estoqueado por Ordóñez.
En 1963, esta misma efeméride tuvo un gran tirón popular gracias a la presencia de Manuel Benítez, el Cordobés —ya matador de toros— (con Diego Puerta y Paco Camino y toros de Cobaleda).
La primera de las Corridas de la Liberación de 1964 (Pedrés, el Viti y el Cordobés) contó por última vez con la asistencia del general Franco, que fue recibido con gran entusiasmo, según el testimonio del periodista Manuel Rodríguez:
Con motivo del XXVII aniversario de la Liberación de la Villa, se ha celebrado la tradicional corrida. Asistieron su excelencia el Generalísimo y su esposa, que al aparecer en el palco fueron acogidos con una entusiasta y prolongada ovación, que se reprodujo al brindarles los espadas sus primeros toros y cuando, al término de la corrida, abandonaron la plaza [3].
Una “corrida concurso” abrió las corridas franquistas de 1966. Se lidiaron toros de seis ganaderías distintas. A pesar de no considerarse a ningún burel de bandera, el jurado estimó que el llamado Pollino, de Urquijo, fue el más bravo del concierto.
Segundas empresas
Tradicionalmente, la Junta Administrativa, en representación de las dos instituciones propietarias de la plaza de toros —la Misericordia y el Hospital Civil de Basurto—, ha programado las Corridas Generales del mes de agosto. El resto de los festejos de la temporada que acogía Vista Alegre contaban con la iniciativa de segundos empresarios que completaban el calendario de festejos. Entre estos promotores, se encontraban algunas de las principales sociedades de la Villa: El Sitio, el Club Cocherito, la Tertulia Taurina, la Tertulia de Donato, la Unión Artesana…, así como algunas personas a título individual.
Seguramente, los más conocidos de todos son Julián Echevarría —quien ejerció de empresario de los escenarios taurómacos de Madrid, Barcelona, Sevilla, Valladolid—; Victoriano Santisteban —apoderado de Fortuna—; Cástor Echevarria —padre de los hermanos Chacarte—; el exnovillero y empresario José Cruz Iribarren —en los años setenta, festejos de los que emergió la figura del Niño de la Capea—, junto a Jesús García Valenciano, Valeriano González y José Luis González; Javier Douil Ellacuria, Javier Morales, Emilio de Diego, etcétera.
La Junta Administrativa y el Club Cocherito
La sociedad propietaria del coso de Vista Alegre ha solemnizado sus principales efemérides —10, 25, 50, 75, 100 y 125 aniversario de la plaza y de la Junta— con grandes corridas de toros benéficas, siempre a favor del Hospital y de la Misericordia.
Igualmente han sido numerosas las funciones promovidas por el Club Cocherito de Bilbao para festejar diversos acontecimientos sociales, entre los que sobresale el organizado a beneficio del torero que da nombre al Club. En los primeros años cincuenta, el Grupo Club Cocherito, un grupo de socios notables de la sociedad de la calle Nueva, ejerció dos temporadas de primer empresario de Vista Alegre, y donaban el 30% de los ingresos a los asilos.
Festejos patrióticos
También han sido innumerables los festejos de intención patriótica, como los que se celebraron para reconocer la labor de los soldados del cuartel Garellano antes de partir camino de la guerra de África, a quienes Antonio Fuentes brindó un toro. Igual de sui generis fue el festejo promovido en Vista Alegre a beneficio de las familias de las víctimas del Rif. El mismísimo Joselito el Gallo brindó una res a un grupo de soldados de este regimiento de infantería ligera. Otro festejo de similares características se celebró a favor de los soldados vizcaínos destinados en Melilla, el cual generó un superávit de 4.206 pesetas.
Esas tardes, la banda del regimiento del cuartel bilbaíno interpretaba La canción del soldado y la Marcha real, con el público y las tropas desbordantes de entusiasmo y vivas a España y al Ejército.
Becerradas y festivales proletarios, benéficos y cómicos
En numerosas ocasiones de los primeros años veinte, las huelgas obreras conseguían que se tuvieran que posponer algunas celebraciones taurinas. Otras veces eran los propios proletarios los principales protagonistas de la lidia, en la mayoría de los casos para recaudar fondos con los que financiar las jornadas de paro; bien fuesen los trabajadores del ferrocarril, de los Astilleros de Murrieta o del Nervión, Altos Hornos de Vizcaya, Talleres Zorroza… En algunas ocasiones fueron el Club Cocherito, la Peña Agüero y el Club Taurino quienes asumieron la organización benéfica de las becerradas proletarias.
De igual manera han sido numerosos los festejos benéficos que ha acogido el ruedo de Vista Alegre, muchos de ellos a favor de las viudas e hijos de distintos toreros bilbaínos de segunda fila, muertos o heridos de gravedad sobre el ruedo de escarabilla. En ellos se encontraban Antonio Rizo, Isleño, Crespito, Manuel Morena, Ramitos, Mundito, Charol, Ernesto Pastor —que recaudó 2.000 pesetas— y Mariano Rodríguez, Recajo —promovido por el Club Cocherito—. O bien para librar de la mili al picador Fabián Bilbao; o a beneficio de los protagonistas en la tarde de su despedida de los ruedos (Torquito, Chiquito de Begoña, Cocherito de Bilbao, Martín Agüero…).
Igual de sobresalientes fueron las cientos de becerradas gremiales. Seguramente, las más famosas sean las promovidas por los chóferes. Aunque también fueron muy populares las impulsadas por las colectivos de tasqueros, barberos, modistas, estudiantes, ingenieros, oficinistas, dependientes de ultramarinos y comercios, ferroviarios, matarifes, músicos, pelotaris, sindicato de fomento, centros regionales, sociedades deportivas… Por cierto, tras la Guerra Civil, una de las becerradas más multitudinarias era la promovida por Radio Bilbao (que en los años treinta transmitió por primera vez en directo una corrida de toros desde el coso de Abando), en la que actuaban los periodistas de la emisora más conocidos.
Han sido innumerables las becerradas y festivales benéficos que ha acogido Vista Alegre. Por supuesto, el más longevo fue el promovido durante varias décadas por el Club Taurino. Pero, también se organizaron para ayudar a solventar los más variados problemas sociales: las desgracias causadas por las galernas que azotaban el mar Cantábrico (la más grave de las cuales, desatada en 1912 en el cabo Machichaco, tuvo su correspondiente festival organizado por la Tertulia Taurina y el Club Cocherito); los terremotos de Andalucía y Consuegra, o a favor de las familias de los obreros muertos en las obras de construcción del nuevo Teatro Arriaga…
También hubo festejos a beneficio de la Asociación de Caridad, de la Cruz Roja, del colegio de ciegos y sordomudos, o para sufragar una peregrinación obrera a Roma. Incluso, en 1896, se celebró una corrida para ayudar a financiar el nuevo velódromo de Bilbao.
Las mojigangas cómicas han sido muy numerosas y contaban como principales protagonistas con Charlot, el Chispa y su Botones, la banda de El Empastre, las Galas del Arte, El Bombero Torero, Don Tancredo y Los Charlots bilbaínos.
Alternativas
La plaza de Vista Alegre ha servido para la concesión de numerosas alternativas, la mayoría a toreros locales como Chiquito de Begoña, Jaime Noain, Herrerita, Iker Lara; aunque también a espadas foráneos como el Niño de la Capea y Jiménez Forte.
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[1] El Correo Español-El Pueblo Vasco, 21 de junio de 1938.
[2] Oriol era el jefe en Vizcaya de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
[3] El Burladero, n.º 19, 24 de junio de 1964.
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