En la historia real que ahora se vive, aquí no hay por el momento personajes tan entrañables como los que soñó Pérez Lugín hace más de un siglo, como ese singular Joaquín González “Copita”, al que convirtió en picador y apoderado. Ni por el momento en el camino del nuevo torero se ha cruzado un hombre como Manuel Carmona, la figura de la época imaginada por el escritor. Hace un siglo el inductor de la vocación taurina del protagonista de la novela era precisamente un canónigo –don Ismael Sánchez Marquina–, que ayudaba a las Madres en la dirección de aquel Hogar para niños; ahora en cambio resulta ser su tutor, que coincide con aquel predecesor en su vocación taurina. Ni en su vida ha dado tiempo para que irrumpa el amor por una Teresa, hija de un gran torero. Lo que permanece idéntico son los desvelos de la Madre Eloísa, que hace un siglo el autor le puso el nombre de sor María del Amor Hermoso.
Pero resulta llamativo cuántos paralelismos se dan hoy entre la historia de un torero novel, que busca abrirse camino por las tierras levantinas y que se anuncia como Jordi Pérez, con aquel “Currito de la Cruz” que tan magistralmente narró Alejandro Pérez Lugín, don Pío, en la crónica taurina, gallista acérrimo.
Cierto en la historia taurómaca ha existido algunos antecedentes, como el de Carlos Miranda, que reclama para sí ser el verdadero “Niño de las Monjas” que se anunció en los carteles en los años 40. Miranda reclama para sí el protagonismo del relato que luego dio pie a la película “El Niño de las Monjas”, protagonizada por Enrique Vera a finales de los años 50.
Pero como demuestra el paso del tiempo aquella otra historia tuvo un recorrido corto. Nunca alcanzó a tener el tirón y la fuerza de “Currito de la Cruz”, una novela escrita en 1921, que se convirtió en un gran bet seller que algo más de 20 años consiguió ya 43 reediciones y que tan sólo cinco años después de ver la luz ya sirvió para fundamentar su primera versión cinematográfica, de las cuatro que se han realizado, entre las que la más famosa sigue siendo la protagonizada en 1948 por Pepín Martín Vázquez y dirigida por Luís Lucia.
Y es que la novela costumbrista que trabó Pérez Lugín se caracterizó, además de por su calidad literaria, por un enorme dominio de la jerga y el vocabulario, pero también cpor el mucho acierto al retratar las costumbres y los personajes de la época y del mundo del toro. Son esos aciertos los que le ha dado tanta vigencia a la obra. Tan realista resulta que puede revivirse hoy en día siguiendo a este novísimo Jordi Pérez.
De la ficción a la realidad
Aquel “Currito” era fruto de la imaginación de Pérez Lugín; Jordi Pérez, en cambio, está escribiendo por sí solo una historia real, que ahora está nada más que en sus comienzos. No acude a sobrenombres que puedan rememorar aquella historia, Y hace bien. Quiere ser sencillamente él. Ahora gracias a un magnífico reportaje de TVE”, lleno de sensibilidad y de aciertos, firmado por Federico Arnás y difundido en “Tendido Cero” [1] se ha dado a conocer su historia. Pero urge dejar sentado que se equivocarían de medio a medio los taurinos si trataran de aprovechar comercialmente semejantes coincidencias.
A sus 18 años, la de Jordi Pérez es otra historia, meritoria desde luego, pero diferente. La comparación la narración de Pérez Lugín lo único que demuestra son los aciertos que tuvo el escritor, la vida que insufló a sus personajes de ficción. Todo lo demás, debe quedar fuera de plano, porque en otro caso echarían sobre quien no es más que un alumno en la Escuela Taurina de Valencia unas responsabilidad y un peso impropias de su edad y de sus circunstancias, que tan sólo servirían para algo en el muy corto plazo.
Y es que de quien da los primeros pasos no se pueden esperar ya las glorias que el escritor gallego soñó para “Currito”. Hay que darle sus tiempos y su rodaje, para que vaya asimilando todos esos misterios que conforman el arte del toreo, en los que por lo que dicen sus maestros progresa bien.
Lo que por el momento aporta, y es mucho, es una vocación firme y una buena capacidad de desarrollarse en el oficio, según contaba en RTVE el director de la Escuela Taurina valenciana, Juan Carlos Vera, que por cierto es sobrino del Enrique Vera que además de protagonista de la película “El Niño de las Monjas”, tuvo luego varias incursiones en la cinematografía taurina.
Pero en el reportaje de Federico Arnás hubo un pasaje que no se puede pasar por alto sobre la vida de este torero en el Hogar de San José de la Montaña. Es cuando Sor Elisa contó con toda sencillez los cambios que experimentó Jordi tras ingresar en la Escuela Taurina, a la que ella mismo se encargó de apuntarle. “Era un niño travieso –contó– y, a los tres meses de apuntarse (en la Escuela Taurina), pegó un gran cambio en comportamiento, en disciplina, en valores…”. Se trata de una observación que hay que poner en todo su valor.
Una referencia periodística
Pero como un punto de esperanza en el futuro, en “La Veu d’Algemesí” [27 de setiembre de 2017] se publicó una reseña sobre una inesperada actuación de este torero en la feria de las novilladas de Algemesí. En el cartel se anunciaban, con erales de Aida Jovani, Borja Collado y Miguel Polope; como sobresaliente figuraba Jordi Pérez, que vestía de azul celeste y oro. No estaba previsto que lidiase ningún novillo, pero en el sorteo matinal la organización decidió que, si el sobrero no saltaba a la plaza, sería lidiado en quinto lugar por el sobresaliente. De aquella actuación, el cronista contó bajo el título “El tapado se destapó”:
“Es un chaval con una conexión con los tendidos sorprendente. Su carita de niño tímido con hambre de éxito en los ojos capta la atención del público de inmediato. Cautiva la mezcla de modestia y ambición que irradia. Y convence su actitud desde el momento en el que se hace presente sobre el albero.
Y su actitud no tiene otro secreto que la sinceridad. Se puede ser escéptico con él, porque es cierto que todavía tiene muchas lagunas técnicas. ¿Cómo no las va a tener si apenas ha toreado en media docena de ocasiones? Pero nadie puede discutir que su intención es ser torero por encima de todo y por encima de todo “está en novillero”. Intervino en quites, replicó y contrarreplicó. Unas veces salieron los capotazos más limpios y otras más tropezados, pero siempre se ajustó las embestidas al máximo.
Recibió a su novillo con un puñado de largas cambiadas de rodillas y después toreó con ajuste y exposición, tragando sin pestañear cuando había que hacerlo, tirando con autoridad de su antagonista siempre muy asentado de zapatillas, todo con extraordinaria entrega, muy de verdad. Y claro, el respetable no quitó ojo de su quehacer. Se tiró a matar en rectitud, atracándose de toro, y la espada quedó ligeramente delantera, pero dobló el animal y los tendidos se volvieron un manicomio pidiendo el doble trofeo”.
Un resumen de esta actuación puede verse (minuto 24:36) en el video:
https://www.youtube.com/watch?v=ZVbkY7wnPes
[1]El programa de Tendido Cero se puede volver a ver en la sección de TVE “A la carta”: http://www.rtve.es/alacarta/videos/tendido-cero/tendido-cero-04-08-18/4685296/
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