David Mora se empeñó en cortar una oreja

por | 9 Jul 2013 | Temporada 2013

PAMPLONA. Cuarta del abono de San Fermín. Toros de Valdefresno –el 3º con el hierro de Fraile Mazas–, bien presentados aunque desiguales de hechuras, de escasa duración y bajos de casta. Alberto Aguilar (de esmeralda y oro, con cabos negros), silencio y silencio tras aviso. David Mora (de fucsia y oro), silencio y una oreja. Rubén Pinar (de grana y oro), palmas y silencio.

La cornalona –de las de pañuelo y medio de pitón a pitón–  corrida de Valdefresno, bien presentada y en la que tan sólo desentonaba por grande la mole de toro que salió como 5º, luego careció de las burbujas de la casta y de la clase. De lo que la familia Fraile trajo al ruedo pamplonés, los mejores para el torero fueron 3º y 4º, con el pero común de su escasa duración. Por su juego, fueron cumplieron mucho mejor el caballo que ante los engaños.

Bondad hubo unos cuantos toros que la tuvieron, pero como duraban un suspiro y a las primeras de cambio ya estaban apretando para los adentros, todo quedaba muy diluido. De hecho, aquello que no se hiciera en la primera docena de muletazos, quedaba para otro día. Y en para otro día nos quedamos en la realidad. Ninguno de los toreros desentonó, ninguno tampoco resultó arrollador, ni menos resolvió ninguna papeleta de futuro. Pero estuvieron honradamente ante la corrida Y dentro de esa honradez, debiera destacarse que llamó el atención el cuidado que los tres pusieron en la lidia. Desde el quite providencial de Mora a Alberto Martínez, a la salida de un par de banderillas, hasta en la forma en la que se llevó toda la corrida.

Si comenzamos por lo que más llamó la atención al personal, reseñemos la oreja trabajadamente cortada por David Mora al quinto de la tarde. Un trasteo de hombre esforzado y paciente que tuvo sus mejores momentos sobre la mano derecha. La estocada, de impacto en el graderío, en realidad asomaban cuatro dedos por el costado contrario. Lo cual no fue óbice para el democrático premio. Careció de posibilidades ante el complicado y descompuesto que abrió su lote.

Encabezaba la terna Alberto Aguilar con un primero que duró el tiempo justo; pero entre tanto aprovechó para dejar series varias de desigual factura. Con el más bondadoso 4º, tuvo sus mejores momentos con la mano izquierda, peleando siempre porque el animal no tirara para la querencia. Luego se puso pesado con la espada y aquello vino a menos.

Muy centrado estuvo Rubén Pinar con el buen 3º, al que recibió con el capote en una serie de suaves lances para culminar con una gran media. Con la pañosa se acopló bien a las condición del astado, dos tres primeras series de verdadera importancia. Faltó redondear la faena, a lo que colaboró lo pronto que el toro se vino a menos. Con el que cerraba plaza consiguió lo más difícil: que el animal nunca le tropezara los engaños, una buena virtud que ya había desplegado con su primero.

El encierro: También el tercer encierro de esta feria, con los toros de Valdefresno, ha vuelto a ser limpio, rápido y sin cornadas. Con una duración de 2,28, la carrera discurrió con la manada suficientemente compacta, con los riesgos habituales.

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Taurología

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