BILBAO. Cuarta de las Corridas Generales. Un tercio de entrada (un cuarto si se excluyen los abonos gratuitos). Seis toros de Victorino Martín, decepcionantes. Curro Díaz (de rosa y oro) ovación, silencio y palmas. Paco Ureña (de verde botella y oro), ovación, silencio y silencio.
En un burladero del callejón presenció la corrida el todavía conveleciente Manuel Escribano, que estaba anunciado inicialmente en este cartel. Tanto Curro Díaz como Paco Ureña le brindaron sus primeros toros.
Se quería que fuera uno de los carteles estrella de las Corridas Generales. Pues ha sido que no. Por lo pronto porque la entrada quedó muy lejos de lo esperado. Pero, sobre todo, porque los toros de Victorino Martín, carentes de poder y de casta, cerraron toda puerta a la esperanza.
Siempre ha dicho Victorino padre, que en este oficio es un número 1 indiscutible, que sus toros exigen como condición necesaria que el torero no le esconda detrás los engaños, sino que los embarque sacándoselos en el cite, y que luego se les lleve por abajo. Es mucho más que una tesis: es una realidad archicomprobada. Cómo serían los lidiados este jueves en Bilbao que tan sólo –y en parte– el 5º permitía hacerlo. El resto, para alargar un poco sus embestidas pedía la muleta atrás y la media altura, si es que se trataba de mantenerlos de pie y de que medio tomaran las telas.
La corrida no estuvo bien presentada: muy “zapatos”, demasiado, los cuatro primeros, no sobrados de carnes además; algo más rotundos los dos últimos. Junto a su escaso poder, cinco no tuvieron casta alguna, en tanto el ya referido 5º fue el único que se acordó de sus orígenes, pero sin acabar de entregarse. Y todos con muchos problemas para humillar, haciendo la salida por arriba y distraidos. Decepción completa. Para el ganadero, también; aunque Victorino tiene el mérito de no andarse con paños calientes para endulzar el ricino cuando le toca.
Pero, claro, si la tarde se presentaba bajo sones de la épica, el soufflé duró un suspiro. Resultaba imposible crear un mínimo clímax de emoción y de riesgo, pero tampoco de un arte sentido; ya se sabe, cuando hay que poner el acento en las tareas enfermeriles es que algo anda fallando. Y hoy, casi todo. Lo malo es que la mayoría de los victorinos demostraron nobleza –ni asomo lejano de las alimañas–, pero no la podían enseñar, carecían de las condiciones mínimas para hacerlo.
Huelga decir que tanto Curro Díaz como Ureña se estrellaron contra las circunstancias. Ellos, como en la histórica batalla, tampoco se habían embarcado en sus naves para que al final pasara esto, el objetivo era bien distinto.
Con todo, en ese pequeño resquicio que abrió el 5º, Curro Díaz dejó muletazos con muchísimo sabor, de esos que tanto se le han reconocido en otras plazas. Quizás por el cansancio acumulado entre tanto bostezo, quizás porque muchos no advirtieran que, cuando concluyó su faena, era porque al tal “Bolsero” ya se le había acabado el carbón, pero la realidad es que la reacción del púbico fue más que fría. Sin embargo, hubo momentos para recordar, lo reconozca o no el gran público. Con sus otros dos enemigos tan solo cabía dejar esbozos de lo que puede ser el toreo cuando enfrente hay un toro de verdad.
Para Paco Ureña la tarde de este jueves podría haber sido crucial, para consolidarlo en la buena posición que hoy se ha ganado. Un triunfo sólido, en Bilbao y con la corrida de Victorino, lo situaba en primer plano. No pudo ser. Le queda una tranquilidad: por él no ha sido.
►►Otrosí
Profunda contradicción en la feria de los nuevos valores: nadie es válido para sustituir a Roca Rey
La verdad es que la cogida de Roca Rey ha desbarato bastante la ya endeble programación de las Corridas Generales. Era la principal tabla de salvación que les quedavba. Pero ya se sabe: los toros no piden permiso para coger, ni elijen el día.
Dada la importancia de la lesiones sufridas en Málaga, el torero peruano tampoco podrá estar en Bilbao para la corrida de este viernes. La Casa Chopera y la Junta Administrativa han decidido, a sugerencia de los toreros, que el cartel quede finalmente en un mano a mano, carente de todo interés.
Según las explicaciones de la Junta ha facilitado a los medios, se ha decidido así para mantener el espíritu de la feria de los jóvenes. Pues bien, uno de los nombres que han barajado –según Manuel Chopera– era el de Javier Jiménez, después de su puerta grande en Madrid. Anotemos: Jiménez tiene dos años menos de antigüedad en el escalafón que López Simón y uno más que José Garrido y que Roca Rey. Pero oficialmente, a lo que se ve, ya no contabiliza entre los jóvenes valores.
Nos quejamos que no se dan oportunidades a los nuevos que vienen triunfando y cuando hay una oportunidad unos u otros, o todos a la vez, les cierran las puertas. Incoherencia se llama a esa figura.
0 comentarios