Un directivo de empresa, de aquellos a los que “la vida moderna” se llevó inútilmente por delante, solía repetir incansable: “¿Cuándo dejamos de reunirnos y empezamos a trabajar?”. Se vivía entonces aquel sarampión de convertirlo todo en reuniones de trabajo, que las más de las veces sólo servían para diluir entre muchos la responsabilidad de las decisiones que en realidad correspondía adoptar cada uno de los reunidos. La misma pregunta de aquel experimentado –además, era eficaz— hombre de empresa debieran plantearse ahora todos los estamentos taurinos, en el sentido de que despues de tantas horas de pensar –en ocasiones también de mirarnos el ombligo–, ha llegado el momento de poner manos a la obra.
Si se comparte, en todo o en parte, el análisis que taurologia.com ha venido haciendo sobre la actual encrucijada de la Fiesta de los toros, la conclusión natural a la que se llega es a la perentoria necesidad de que cuantos se siente, nos sentimos, cercanos a esta ancestral página de las artes debiéramos movilizarnos para salir –como diría el clásico— a todos los caminos a explicar nuestras verdaderas realidades.
Hay que reconocer lisa y llanamente que en eso tenemos mucho que aprender de quienes con un empeño permanente han elegido el camino contrario. Por eso, trasladando el viejo dicho: del adversario, el consejo.
Nadie pone en duda de que puede resultar eficaz para nuestra causa que las figuras del momento se reúnan con éste o aquel dirigente público. Tampoco plantea interrogante alguna la oportunidad de que la Unión de Abonados acuda al Defensor del Pueblo. Incluso que ese controvertido organismo –¿por qué será así?— que se llama la Mesa del Toro haga declaraciones rotundas contiene elementos positivos. Todas las aportaciones deben ser bienvenidas, haciendo abstracción de quien las promueve. Pequeño favor haríamos a la Fiesta si nuestro apoyo a tal o cual iniciativa estuviera en función de la simpatía y/o la proximidad que suscite quien la protagoniza. Eso solo se explica por una tremenda miopía social, para la que hoy no debiera haber lugar.
Pero con esas actuaciones nadie que ame la Fiesta debiera sentirse satisfecho. Es necesario más. Es necesario que todos nos sintamos activamente implicados en esta tarea indispensable de la hora actual.
“Una Federación, que incluyera a todos, nos debería sacar de la situación actual”, opinaba hace unos días el empresario Oscar Chopera. Respondía así a las dificultades que suponen la multiplicidad de instancias particulares que hoy se dan. No sabemos si esa es la instancia concreta es la más adecuada. Pero incluso eso es marginal. Lo importante sería que todos los estamentos taurinos, afición incluida, se congregaran en torno a una plataforma común, la que fuere.
Esta agrupación de todos no debiera tener una orientación puramente defensiva. Por el contrario, su objetivo básico debiera encaminarse a poner en marcha un programa común de trabajo, del que todos participen y que cada cual debiera luego llevar a la práctica en su propia esfera de competencias y posibilidades. Porque no nos engañemos: en la sociedad actual la eficacia pasa por la definición atinada y posible de un Plan de Trabajo concreto y determinado. El voluntarismo individualista tiene poco espacio de supervivencia en esta sociedad intercomunicada hasta en lo más mínimo, esa “aldea global” de la que hablaba un experto tan reconocido como McLuhan.
Pero para que sea posible en la práctica que todos nos impliquemos en la urgencia y necesidad de un trabajo en común, primero debiéramos renunciar todos a cualquier género de protagonismo particular, que hoy se diluye en el magma inmenso de la nueva Opinión Pública. Pero deberíamos aportar, además, la suficiente altura de miras para sentirnos solidarios de todas las actuaciones si se caracterizan por la rectitud de su apoyo a la Fiesta. No es hora de hacer distingos entre los nuestros y los vuestros: todos somos la Fiesta; aquí nadie que participe de nuestra pasión taurina debe considerarse que está en las filas del adversario. Todos, cada cual en su campo, seremos competidores en lo profesional; pero todos también debiéramos ser solidarios en todo aquello que nos unes, que es muchísimo.
A partir de ahí, a trabajar, cada cual según sus posibilidades. Unos se centrarán en participar en todo ese género de foros que se multiplican en Internet, que no es precisamente un trabajo marginal. A otros les corresponderá actuar en el ámbito institucional. Unos terceros podrán aportar análisis y documentación sobre los auténticos valores de la Fiesta. Unos cuartos podrán promover recogidas callejeras de firmas con tal o cual objetivo.
Para todos hay trabajo y todos los trabajos son útiles. Porque en esta sociedad de nuestros días lo relevante no es tanto el valor objetivo de ésta o de aquella actividad, sino el impacto común que todas ellas producen que se suman al servicio de una causa noble. Y la nuestra, lo es.
Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".
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