Crónica de toros y toreros en el madrileño jardín El Capricho, de la Alameda de Osuna

por | 27 Dic 2017 | Ensayos

Con más de más de dos siglos de antigüedad, El Capricho es un jardín histórico creado por la IX duquesa de Osuna, un espacio de recreo promovido por una mujer con decidida voluntad de mecenazgo en todos los ámbitos culturales, que extendió al de la Tauromaquia. A la entrada de su bellísimo paraíso se levantaba una placita para la lidia a pie.

La historia de esta placita de toros del jardín romántico de la Alameda de Osuna y el protagonismo de la finca La Muñoza, que hizo las funciones de descansadero para los toros que serían lidiados en Madrid desde 1751 hasta 1970, nos sitúa ante una vieja tradición por los toros y por las gentes que se aficionaron en este rincón de intenso brío taurino durante los siglos XVIII y XIX.

María Josefa de la Soledad Alonso-Pimental, Condesa de Benavente y Duquesa de Osuna, dispuso que se proyectara un espacio circular con una anchura de algo más de 44 metros de diámetro ante la entrada de “su capricho”. Con un acceso cercano a la cañada real por la que eran conducidos los toros desde las orillas del Jarama hasta la plaza de Madrid, bien por la antigua carretera de Aragón, bien por la carretera de Barajas, para tomar la calle Alcalá.

Hoy quedan vestigios suficientes, algunos reconstruidos, para acercarnos a lo que fue esta pequeña y singular plaza.

Como explica Julia Rivera en este ensayo, está suficientemente documentado que se dieron festejos taurinos, especialmente a finales del siglo XIX, época en la que el palacio fue habitado por los duques de Santoña.

La duquesa de Osuna fue una gran aficionada y mecenas de la fiesta, con especial protección y ayuda hacia toreros como Pedro Romero o José Delgado Guerra “Pepe-Hillo”.

Años después, un nieto de la duquesa de Osuna adquiriría, a la muerte de Fernando VII,  la  Real Vacada que el monarca había comprado a la testamentaría que se había hecho cargo de la afamada ganadería de José Vázquez.

Según un romance anónimo del siglo XVI, la crianza del toro de lidia en las tierras del Jarama en términos como los siguientes:

bayo, el color encendido,
y los ojos como brasa,
arrugados frente y cuello,
la frente vellosa y ancha,
poco distantes los cuernos,
corta pierna y ancha anca,
espacioso el fuerte cuello,
a quien se junta la barba,
duro el lomo, el pecho crespo,
la piel sembrada de manchas.
Harpado llaman al toro
los vaqueros del Jarama,
conocido entre los otros
por la fiereza y la casta…

A rememorar la historia de esta plaza de El Capricho y las aficiones taurinas de las Casas de Osuna y de Santoña dedica Julia Rivera este documentado ensayo, que el lector puede consultar pinchando aquí

Apóyanos compartiendo este artículo:
Taurología

Taurología

Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *