A lo mejor fiados en la creencia de que no era el último tren que pasaba por su puerta, quienes hoy detentan los mayores poderes en el planeta de los toros han vuelvo a brillar por ausencia, ahora en la “Convocatoria por la Tauromaquia”, realizada por la Unión de Criadores de Todos de Lidia.
Cuesta mucho trabajo entender estas ausencias, y mucho más justificarla. Pero es que cuando, como es el caso de la gran patronal ANOET, se ha salido a la calle al grito de “unidad, unidad, unidad” y de “diálogo, diálogo, diálogo”, no participar en la cumbre intersectorial –la primera que se celebra en mucho tiempo–, supone tal muestra de desidia que provoca serias dudas de si pretenden arreglar algo de este maltrecho mundo del toro, o en realidad tan sólo buscan solucionar sus propias cuentas. Como interlocutores necesarios han quedado en entredicho.
Tampoco las figuras del toreo han quedado en mejor lugar. Cuando prácticamente todos se encuentran ya en España, después de las hoy vergonzantes y devaluadas incursiones en ruedos americanos, no dar la cara en la reunión de Sevilla no es que les deje en mal lugar, es que lleva a dudar de la realidad de tantas reivindicaciones como dicen tener. Cuando no se está dispuesto a echar una mano en el salvamento del barco común, quedan en una posición descalificadora de toda pretensión posterior.
Si lo que unos y otros pretendían con estas ausencias, que no se han producido por casualidad, es hacer rancho aparte con respecto al conjunto de los profesionales, engreídos en una especie de posición de que ellos están por encima del bien y del mal, se han equivocado de medio a medio. Y es que lo único que han demostrado es que lo que a ellos les preocupa es lo exclusivamente suyo, en tanto las cuestiones comunes y de fondo del toreo les parece una minucia, algo marginal. Lo dejaron ya claro cuando hace un par de años hicieron naufragar la Mesa del Toro, esa que ANOET y las figuras anunciaron a bombo y platillo que iban a regenerar; lo han vuelto a dejar claro ahora con su ausencia de Sevilla.
Pero pese a los ausentes, que como diría un castizo “de lo suyo gastan”, la Convocatoria de la Unión de Criadores ha sido uno de los hechos relevantes de la temporada. Cierto que no se alcanzó el nivel de representatividad necesaria como para que los acuerdos que se puedan adoptar sean ejecutivos; pero eso no resta valor a lo que supone materializar un empeño común por llegar a la raíz de los problemas actuales.
Por eso, más allá de valorar el número de asistentes, la realidad lo que nos dice es que en el mundo del toro al menos hay 200 profesionales preocupados y empeñados en enderezar el rumbo. En este sentido, no son pocos.
Cuando se hagan públicas las conclusiones de esta cumbre del toreo se tendrá una mejor perspectiva acerca de la trascendencia de lo tratado. Sin embargo, de antemano se sabe que los temas vertebrales de la reunión respondían con gran realismo a las cuestiones más graves que hoy afectan al Sector. Y en este terreno, todo lo que sea avanzar en la búsqueda de soluciones, con independencia de que sea mucho o sea poco, ya es un dato positivo, después de tanta inacción y tanto abandono histórico.
Por eso, el esfuerzo de la Unión de Criadores hay que reconocerlo. Cuando realizaron la convocatoria eran conscientes que asumían el riesgo importante de encontrarse con una respuesta profesional inadecuada, como en realidad ha ocurrido. Pero se arriesgaron y trabajaron por conseguirlo. Por lo pronto, ha quedado claro que por ellos no naufragará este barco del toreo; lo que estaba a su alcance, lo han hecho. Si los demás se encojen y miran hacia otro lado, ya no es su problema.
Pero también por eso la UCTL ha quedado plenamente legitimada para seguir trabajando en esta línea, hagan lo que hagan ANOET y el G-5 y compañía. Después de la experiencia de Sevilla, hay que echarle valor a la hora convocar nuevas reuniones, como han anunciado. Sin embargo, en esta continuidad del trabajo emprendido radica su verdadero éxito. Luego tendrá mayor a menor efectividad, que los poderes ocultos de este mundo son inescrutables; pero nadie les quitará el mérito de haber dado la cara en búsqueda de soluciones razonables.
Y justamente eso es lo que hoy necesita la Tauromaquia: gentes que se impliquen en resolver los problemas actuales, dejando a un lado los intereses particulares, para fijarse exclusivamente en las raíces profundas del mal que tan seriamente golpea a este Sector.
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