“Don Agustín Mendoza y Montero, conde de la Corte, es uno de los nombres míticos de la historia taurina. Tuvo la gran fortuna de comprar en 1920 la mejor ganadería de España, la de Tamarón, que durante los años precedentes había conducido magistralmente el genial don Ramón Mora-Figueroa. Se trataba del núcleo esencial de la estirpe Ibarra-Parladé, y en manos del conde su sangre se propagó a otras muchas vacadas, dando origen a las principales fuentes de toro bravo actual: Atanasio, Núñez y, sobre todo, Domecq. El conde de la Corte representó durante décadas el máximo nivel en todos los órdenes: presentación, bravura, alegría, nobleza y clase excepcionales”.
De tan histórica ganadería en la dehesa de “El Bolsico” tanto solo quedan con veinticinco vacas y dos sementales, además de la divisa y el hierro, que se mantienen en manos del actual titular, Luis Guillermo López Olea. Pero tras la reciente venta de dos puntas de reses, esto es todo lo que ha quedado de una divisa considerada como “la madre de gran parte de la cabaña de bravo actual”.
La primera de estas compras las realizó un ganadero de Coria, Hilario Fernández Valiente. La segunda operación la acaba de cerrar el valenciano Isidro Prieto, hasta las pasadas elecciones municipales responsable en la Diputación de Valencia de los asuntos taurinos, quien ya ha trasladado a su finca levantina de “Los Almudes” las 70 vacas con sus rastras y un semental.
Las declaraciones de isidro Prieto son fiel reflejo de una realidad actual: “Me ha motivado fundamentalmente que esas vacas no acabasen en el matadero que hubiese sido su destino inevitable si no se cerraba la operación”. Qué cuesta arriba se hace para todo aficionado que una ganadería de tan raigambre y tanta historia tenga que ser desbaratada como consecuencia de la actual crisis económica. Otro encaste histórico en peligro cierto de extinción.
En el año 2002 la Diputación de Badajoz publicó un libro importante: “Conde de la Corte ganadería madre de la sangre brava”, un estudio magnífico de la profesora Cristina Carrasco que recopila cuanto conviene saber de este hierro legendario. Ahí documenta como don Agustín Mendoza y Montero de Espinosa tenía un sueño: comprar una ganadería de reses bravas y dedicarse a la cría del toro en el marco incomparable de la dehesa. Su padre no veía con agrado la adquisición. Al fin y al cabo venían de una familia de la aristocracia y el mundo taurino no estaba bien visto en aquella época. Corría el año 1919 cuando, aconsejado por su amigo Marcial Lalanda, Agustín decide adquirir la vacada de la marquesa viuda de Tamarón, encaste Parladé, y cuyos animales pastaban en Vejer de la Frontera. La historia podría ser la de cualquier hierro, pero se trata de uno de los más emblemáticos e importantes del país. Es fácil reconocer de qué ganadería se trata si se sabe que Agustín Mendoza es el VI Conde de la Corte.
Cuando Estefanía Zarallo –todo un valor joven en la literatura taurina, como se comprueba en las páginas del diario “Hoy”, de Badajoz– entrevisto a la autora, la profesora Carrasco explicaba que “Agustín Mendoza sabía que los toros de Tamarón eran muy buenos, la vacada pastaba en Vejer de la Frontera y consigue comprar una parte, la otra la adquirió un portugués, es la actual ganadería de Coimbra” y tras permanece un par de años en tierras gaditanas el Conde de la Corte trasladó hasta Extremadura, hasta la finca ´Los Bolsicos´, en Jerez de los Caballeros, donde pastan en la actualidad; se trata de un antiguo señorío medieval y el cortijo una fortaleza templaria. en cuya torre defensiva está ubicado el despacho del ganadero. Además es rica en pastos pues lo riega el río Ardila.
“El Conde de la Corte fue pionero en descubrir la dehesa extremeña para el mundo del toro”, afirma la autora, que describe a la perfección la trashumancia, el traslado de los animales desde la provincia de Cádiz hasta la de Badajoz. Más de 250 vacas con sus crías, novillos, toros de saca, sementales… Instalada definitivamente en estos campos, en el año 1923 es cuando comienza realmente su labor como ganadero.
Según comenta Cristina Carrasco, “cuando adquiere la vacada el toreo está cambiando. Se lidia de manera distinta y se necesita un animal diferente. Agustín Mendoza consigue que los astados sigan manteniendo la casta y la bravura, que peleen en el caballo pero logra la nobleza, que la res se entregue al vuelo de la muleta”. Y a base de mucha dedicación, la acaba convirtiendo en una ganadería señera.
Como afirma Joaquín López del Ramo, “los condesos brillaron como estrellas del universo ganadero porque antes fueron tamarones. Esta afirmación no va para nada en desdoro del gran don Agustín, todo lo contrario, él compró un tesoro excepcional por su origen y por su calidad, y lo mantuvo a ese mismo nivel durante más de 40 años, lo cual sólo está al alcance de privilegiados. Pero en justicia es preciso revindicar al auténtico creador, a quien no sólo le dio su impronta, sino que marcó un hito en la configuración del toro moderno: bravo hasta la muerte y por ello también noble, entregado y sin reservas en la embestida. Ese fue don Ramón Mora Figueroa, íntimo amigo de Joselito y de Fernando Parladé, a quien su madre [la marquesa de Tamarón] había adquirido las reses a principios de la década de 1910”.
Al parecer por problemas económicos tras la muerte de su padre, la familia puso en venta la ganadería a finales de 1920. Ésta fue adquirida “a un altísimo precio” por don Agustín Mendoza, conde de la Corte, asesorado por Pepe Ladrón de Guevara y el torero Marcial Lalanda. Instalada ya en la dehesa extremeña, el Conde la Corte continuó durante unos añsos contando con el asesoramiento de durante unos años de
Pero también colaboró con el nuevo titular en el conocimiento y la gestión de la genealogía de esta ganadería. Mucha dedicación hubo de prestar a esta tarea, porque como documenta Cristina Carrasco, el conde de la Corte se distinguió de forma muy especial a tenor de los detallados trabajos que realiza para construir todo el árbol genealógico. La prueba de que había conseguido ese nuevo animal que se estaba buscando es que muy poco años después los grandes ganaderos buscan sangre brava en “Los Bolsicos”.
De hecho ya en 1924, y en especial durante la temporada de 1925, el Conde de la Corte “logró un impresionante rosario de triunfos en los ruedos, cuya base fue el extraordinario resultado de dos sementales, que vinieron de “Las Lomas” [la finca originaria de Tamarón] y llevaron por nombre Valeroso y Cazador”, según relata López del Ramo.
El debut del conde de la Corte en Madrid tuvo lugar hasta el 17 de mayo de 1928, fecha que marcó la antigüedad del hierro, con una corrida que estoquearon Chicuelo, Marcial Lalanda y Martín Agüero. Sin embargo, no se prodigó grandemente a la hora de acudir a la plaza madrileña. De hecho, hasta la década de los años 50 no se hizo habitual. Fue en 1952, en la Corrida del Montepío de Toreros, en la que según el cronista “Areva” en el semanario “El Ruedo”, alcanzó un “triunfo memorable (…),con seis ejemplares de excelente trapío –aunque no de mucho peso– con toda la barba, celosos, de templada embestida, bravos y nobles hasta más no poder”. Antonio Bienvenida, Juan Silveti y Manolo Carmona le cortaron siete orejas y todos salieron a hombros.
Tras el fallecimiento de don Agustín Mendoza 19 de Junio de 1.964, la ganadería pasa a su hijo adoptivo D. Luis López Ovando, que la conserva tal como se creó. En sus manos vive la ganadería su mejor año: 1968, con éxitos en Madrid, Pamplona, San Sebastián, Granada y Albacete entre otros. Hasta 9 toros fueron premiados con la con vuelta al ruedo y, además, un indulto.
Más de 20 años en la primera línea se mantuvo invariablemente, cuando a partir de 1970 vive un cierto declive, del que sale en temporadas posteriores de forma puntual, pero brillante. Son los años que los condesos se lidian, especialmente, para corridas de rejones, que entonces comenzaban a popularizarse. Pero la buena simiente no se perdió. Y así, por ejemplo, en la temporada de 1968 la divisa cosechó hasta nueve toros de vuelta al ruedo. A partir de 1988 se hicieron cargo de la ganadería sus hijos, que ahora se ha visto obligados a ir vendiéndola por lotes, quedándose con una muy pequeña parte.
Puede ser el ocaso de “la madre” de una mayoría de las ganaderías actuales, como antes ocurrió con lo de Pablo Romero o con lo de Guardiola, por citar dos ejemplos de hierros con mucha historia a su espaldas.
Bibliografía:
Cristina Carrasco Sanabria. “Conde de la Corte ganadería madre de la sangre brava”. Diputación de Badajoz, 2002.
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