Aunque los análisis electoral requieren de muchas matizaciones, porque no por otorgar voto un ciudadano está de acuerdo al cien por cien con el contenido de la propuesta programática del partido al que apoya, si nos atenemos a los resultados de las recientes elecciones europeas, sobre un total de casi 35 millones de ciudadanos con derecho a voto, tan sólo un 14% se inclinaron con toda legitimidad por las opciones que en sus programas contenían propuestas en contra de la Tauromaquia.
Conviene precisar que para realizar esta estimación, siguiendo sus posiciones en las cámaras autonómicas, se ha entendido que el PSOE en Cataluña, Canarias y Galicia se posiciona en el “no” a la Tauromaquia, en tanto en el resto de España suele votar a favor. Si se hubiera seguido siempre el criterio mayoritario socialista, ese porcentaje se situaría por debajo del 12%.
Pero conviene precisar también que resultaría equivocado sostener que el 86% restante se muestra favorable a la Fiesta. En primer término, porque hay que tener en cuenta la alta abstención que se produjo el 25 de mayo; pero es que, además, como ya se señaló, tanto en los partidos que apoyan las cuestiones relativa a los toros como en quienes se abstienen de votar, se darán con toda lógica una amplia diversidad de posiciones y de grados en la relación apoyo-rechazo-indiferencia.
Pero si nos atenemos a los características sociales comúnmente aceptadas, cabe pensar que el sentimiento antitaurino militante es más fijo en el tipo de opciones que aquí se agrupan en la base electoral de sus programas, que en líneas generales se corresponden con opciones políticas y sociales situadas a la izquierda del PSOE y de formaciones nacionalistas, soberanistas y medioambientalistas. Siempre se ha entendido que un porcentaje alto el voto a estas opciones es más concienciado que las demás en cuanto a las propias propuestas programáticas.
Por lo demás, como puede observarse en el gráfico adjunto los datos que se extraen de los resultados europeos resultan bastante coherentes con las percepciones que sobre la Tauromaquia se dan en las diferentes comunidades autónomas. Y así, por ejemplo, crece proporcionalmente sobre la media el rechazo a lo taurino en Cataluña.
Los anteriores datos se estarían malinterpretando si de ellos se deduce, en primer término, que no hay por qué tener ninguna inquietud sobre el futuro, dado que un 86% de los hipotéticos votantes no se sitúan en posiciones antitaurinas: no estar en contra no quiere decir estar a favor de manera automática Pero igualmente resultaría erróneo si se minusvalora el nivel de rechazo manifiesto, que se sitúa en un entorno del 12-14%; supone, desde luego, una minoría, pero en ningún caso una posición marginal.
Pero es que, además, de elección en elección se va renovando el conjunto total de ciudadanos con derecho a voto, llegando a las urnas nuevas generaciones más jóvenes, con todos los cambios de comportamiento y de entendimiento del sentido de su voto.
0 comentarios