Las normas están clarísimas. Cosa distinta es su grado de cumplimiento, su propia operatividad, que por el momento viene siendo de 0. Cuando estamos en medio de una crisis histórica, jamás conocida, la Comisión Nacional de Asuntos Taurinos está desaparecida de la escena. Se descuida uno y ni el propio Ministro sabe de su existencia, cuando es su Presidente nato.
Lo que dicen las leyes es, en resumen, lo siguiente:
►Ley 10/1991, de 4 de abril, sobre potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos.
Artículo 12. Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos.
Se crea la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos con funciones de asesoramiento en esta materia.
►Ley 18/2013, de 12 de noviembre,
para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural.
Artículo 3. Deber de protección.
En su condición de patrimonio cultural, los poderes públicos garantizarán la conservación de la Tauromaquia y promoverán su enriquecimiento, de acuerdo con lo previsto en el artículo 46 de la Constitución.
Artículo 4. Participación y colaboración entre las Administraciones Públicas.
Para el cumplimiento de los fines a que se refiere el artículo 3, la Comisión Nacional de Asuntos Taurinos, creada por la Ley 10/1991, de 4 de abril, sobre potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos, se constituye, bajo la presidencia del Ministro de Educación, Cultura y Deporte, en órgano de participación y colaboración de las Administraciones Públicas con competencias sobre la Tauromaquia y de los sectores vinculados a la misma, con la composición y funcionales que reglamentariamente se determinen.
►Orden ECD/1000/2013, de 4 de junio, por la que modifica el Reglamento de organización y funcionamiento de la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos.
Exposición de motivos
(…) la inequívoca vocación de fomento y protección de la tauromaquia, entendida como disciplina artística, producto cultural e industria cultural, exige la existencia de una función de asesoramiento y una configuración orgánica y funcional de la misma que permita obtener al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, con el debido rigor pero con la necesaria agilidad, propuestas de actuación y medidas de fomento de las actividades que conforman dicha manifestación cultural, por parte de los estamentos taurinos y las diferentes administraciones públicas implicadas.
A tenor de todo lo anterior, puede afirmarse que esta Comisión es normativamente la institución de mayor rango en cuanto se refiere a la cooperación público-privada para “la conservación de la Tauromaquia y (…) su enriquecimiento, de acuerdo con lo previsto en el artículo 46 de la Constitución”. En otras palabras, se trata de la más alta representación de todos los implicados en los asuntos de la Tauromaquia. Y una observación importante: la Comisión se creó para el "asesoramiento; la ley de 2013 la convirtió además en "colaboradora" de la Admimistración. La diferencia no es pequeña.
Pues ahora en lugar de acudir a esta institución, nos perdemos en dispares videoconferencias y en llamamientos mutuos, de los cuales al final no han concluido en nada práctico hasta ahora. Como mucho se llega a un inconcreto “volveremos a hablar”, cuando aquí lo que sobran son palabras y lo que faltan actuaciones concretas y específicas.
Llevamos ya más de dos años sin que esta Comisión se reúna. No pensemos que, por ejemplo, por ello no está vigente el PENTAURO, en el que se contienen muchos elementos que vienen como anillo al dedo frente a las actuales dificultades. Nos quedamos algo mucho más elemental: ni siquiera se reúnen para verse las caras y para que el nuevo Presidente tome posesión de su cargo.
Y una cosa está clara. Aquí está ya casi todo está inventado. No hace falta organizar grupos de trabajo, ni inventar representaciones del mundo del toro. A la postre no llegan a nada, como estamos comprobando. Caminemos por la vía institucional vigente. Y hagámoslo con realismo y con buen sentido. Convóquese a la Comisión Nacional de Asuntos Taurinos y pongamos a trabajar a todos sus secciones, que acogen a la globablidad de la Tauromaquia. Aprovechemos, sobre todo el Gobierno, las vías institucioales que ya tenemos.
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