MADRID. Vigésimo segunda del abono de San Isidro. Menos de media entrada, que se hizo cada vez menor conforme la lluvia iba a más, en la segunda parte del festejo. Toros con los dos hierros de Be
Un vecino de localidad no se bajó de su burro en toda la tarde, aunque se le dieran explicaciones. “Qué listos son los de la Empresa, como hoy todo el mundo está pendiente de la Champions, han puesto el cartel más flojo de rejones”. De nada servía explicarle que cuando la Empresa decidió este cartel no había ni un solo elemento que llevara a pensar que la final de la gran competición europea se le iban a disputar los dos equipos madrileños.
Pero a lo que si afectó la coincidencia de la Champions fue a la Taquilla: la entrada más floja. Y al tipo de espectadores que se congregó en los tendidos, muy distinto al de otras tardes, incluso las de rejones. Una circunstancia que no hacía fácil que Don Trinidad López Pastor, ocupante hoy del palco, acertara en la decisión de los trofeos.
Meritoria tarde la del portugués Rui Fernandes, de las mejores que ha echado en Madrid. Recibió muy de verdad al que abría plaza en la puerta de toriles, llevándolo luego de forma templada; a su segundo, lo esperó en los medios con un quiebro preciso. Y llevó siempre la lidia con sosiego, sin estridencias, buscando hacer el toreo. Acertado a la hora de clavar. Así como mató con mucho acierto al 1º de la tarde, le costó más trabajo hacerlo con su segundo. Con la observación ya realizada por la singularidad de los espectadores, mereció la oreja que el palco aritméticamente no podía conceder.
Por séptima vez ha abierto la puerta grande Sergio Galán. Enhorabuena, aunque no haya sido la más brillante de las que acumula. De hecho, su faena al 2º de la tarde tuvo limpieza y oficio, pero poquito más. En cambio, se centró mucho más con el buen 5º. Entonces sí salía reunido el toreo, con temple, buscando la pureza en las suertes. Sobresaliente sus tercio de banderillas montando a “Ojeda” y emotivas las rosas finales. A los dos los mató con acierto.
Torero estuvo Joao Moura con su primero, pudiendo a un toro que exigía. Tuvo momentos brillantes, pero también con emoción. Luego no hubo tanta suerte con los aceros de muerte. En medio de la lluvia lidió al que cerraba la tarde, también exigente durante la lidia. Y para colmo con el ruedo cada vez en peores condiciones. El lusitano tiró de su buen oficio y si no llega a ser por los rejones de muerte habría obtenido recompensa.
Y lo que queda
Aunque repitan a copla habitual, esa que dice “este piso de plaza tiene muy buen drenaje”, trabajo le queda por delante al equipo de mantenimiento de Las Ventas, aunque el hombre del tiempo pronostique una madrugada y una mañana dominical sin problemas. El ruedo quedó en unas condiciones lamentables. Habrá que echar horas extras para recuperar la normalidad antes de las 7 de la tarde.
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