Más adelante, Alameda escribe que "debo señalar que ese lance ya lo había dado a conocer Chicuelo en otras plazas. Le oí decir al propio Manuel Jiménez que la primera vez que lo había ejecutado había sido en Valencia, en 1924”.
En el referido libro, Alameda califica como “ridícula pretensión” la pretensión de Llapiseras por adjudicarse la paternidad de este lance:
“El torero cómico Llapiseras lanzó y sostuvo obstinadamente la especie de que él era el verdadero inventor de la chicuelina, no fue eso lo malo, sino que ciertos críticos serios hayan acogido la patraña. (…) Pero la chicuelina, ¿no es una afinación, por ajuste, de la antigua navarra? ¿Y no está la navarra descrita terminantemente por Pepe Hillo en la primera “Tauromaquia” de nuestro toreo a pie. Hay además la vieja suerte del “embozado”, que la premoniza en su giro. ¿No constituye todo esto una limpia etiología taurina?”
De la chicuelina auténtica de Manuel Jiménez apenas si han quedado testimonios gráficos. La que acompaña a estas líneas es la que con más frecuencia se ha reproducido.
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