Chicuelo, un patrimonio inmaterial de Sevilla

por | 17 Nov 2019 | Retazos de Historia

La Cátedra Ignacio Sánchez Mejías de Tauromaquia y Comunicación, de la Universidad de Sevilla, ya ha rebasado una década entera sumando fundiendo el mundo académico y el planeta de los toros con el rigor que sólo puede dar un criterio científico. Pero el seminario propuesto para este otoño tenía un protagonista natural: el halo y la memoria del diestro sevillano Manuel Jiménez ‘Chicuelo’ de cuya alternativa se cumplió un siglo exacto el pasado 28 de septiembre en coincidencia del segundo festejo de la feria de San Miguel.

 

A la apertura de las jornadas en el Salón de los Carteles de la plaza de la Maestranza no les faltó el espaldarazo de Ricardo Sánchez, delegado del gobierno de la Junta de Andalucía en la provincia de Sevilla. Sánchez habló del “compromiso firme e inequívoco” con el mundo de los toros del gobierno que representa y no ocultó su preocupación por los nuevos vientos políticos que empiezan a soplar en el territorio nacional, una constante que se haría presente a lo largo del resto de la jornada. El marqués de Villafranca del Pítamo, en calidad de diputado de plaza de la junta de gobierno del cuerpo nobiliario fue el encargado de dar la bienvenida a los alumnos y curiosos que abarrotaron el salón. Habían comenzado las jornadas…

 

Pero no había que olvidar el hilo argumental del ciclo organizado por el profesor Juan Carlos Gil. La primera sesión, titulada ‘Las aportaciones de Manuel Jiménez ‘Chicuelo’ contó con la participación del periodista Álvaro Acevedo, editor de la publicación ‘Cuadernos de Tauromaquia’; el diestro ecijano Pepe Luis Vargas y el novillero retirado Manuel Jiménez ‘Chicuelo’, nieto del mítico matador de La Alameda y verdadero promotor de la recuperación de la memoria taurina y humana de su abuelo a pesar del desapego de algunas instituciones, personas y estamentos que han dejado pasar de largo la efeméride. La charla contó con la moderación de Álvaro Rodríguez del Moral, autor de estas líneas y responsable de la información taurina en El Correo de Andalucía.

 

Se trataba de trazar un retrato taurino y humano del imprescindible diestro de La Alameda de Hércules. La figura de Chicuelo –su hijo Rafael , también matador de toros, se encontraba entre el público- es un referente necesario que se inscribe en el revisionismo histórico que también ha rehabilitado la trascendencia histórica de Joselito El Gallo, muerto trágicamente en Talavera de la Reina hace casi un siglo. Manuel Jiménez, precisamente, bebió del ancho venero gallista para completar la revolución que José dejó incompleta con su prematura desaparición. Se trataba de convertir el toreo en una concatenación de muletazos ligados por un mismo pitón, estructurados en estrofas –o series- de cadencia musical.

 

Esa innovación técnica –el concepto- permitió convertir el oficio en arte y vehículo de expresión estética resuelta con distinta caligrafía –el estilo- por los distintos toreros que siguieron ese hilo. Pepe Luis Vargas, haciendo gala de una gran cultura taurina, buceó por la arqueología del toreo hasta desembocar en la figura de Chicuelo. El diestro ecijano le llamó ‘Dios del vuelo’, haciendo referencia a ese toreo “natural” de pierna adelantada, apoyado en las muñecas, el tacto de los dedos y el giro de cintura. Manuel Jiménez, nieto del gran Chicuelo, ahondó en esa idea y evocó algunas de las faenas más importantes de su abuelo haciendo especial referencia a un trasteo fundacional: es el que instrumentó al toro ‘Corchaíto’ de Graciliano Pérez Tabernero en la plaza vieja de Madrid el 24 de mayo de 1928.

 

 A partir de ahí el toreo fue otro, sumándose a otra estela poderosa, paralela a la herencia gallista: la que había trazado Juan Belmonte. Álvaro Acevedo, precisamente, hizo mención a esos toreros que “había matado” el llamado Pasmo de Triana, recordando al alto precio de sangre que pagaron los lidiadores de la Edad de Plata por asumir los nuevos postulados técnicos y artísticos. En esa Edad de Plata, remachó el periodista, brilló con luz propia la figura de Manuel Jiménez que sobrevivió artísticamente a varias épocas del toreo –de Joselito a Manolete- hasta retirarse definitivamente en Utrera en una tarde otoñal de 1951.

 

La mirada al pasado de tres toreros jóvenes

 

La segunda sesión de la jornada reunió a los jóvenes diestros de toros Juan Ortega, David de Miranda y Juan Leal. ‘Lo antiguo y lo moderno en el toreo actual’ era el título de esta mesa moderada por la batuta de Inma León, periodista de Europa Press, en la que se trazaron puentes y nexos entre el toreo del ayer y el de hoy sin dejar de abordar los respectivos momentos profesionales de los tres diestros, que aún no han logrado presentarse como tales en la plaza de la Real Maestranza.

 

“El que liguemos los muletazos y no quedemos con la muleta puesta en el hocico se lo debemos a Chicuelo”, espetó Ortega recalcando unas palabras anteriores de su compañero Juan Leal: “Cómo sería de importante que cien años después seguimos interpretando su toreo”. Ortega ahondó en esa idea al señalar que “más allá de lo antiguo o lo moderno en el toreo hay que hablar de los toreros que torean bien y los que lo hacen mal”. En esa línea, el matador francés habló de una evolución. “Ha evolucionado el toro pero ha evolucionado sobre todo el gusto del público que al final marca la línea a seguir”.

 

Un artista tiene que tener su propia personalidad a la hora de expresarse” añadió Juan Leal precisando que, a pesar de esa lógica evolución de las formas hay algo que permanece inmutable: “es la liturgia del toreo”. Pero fue David de Miranda el que terminó de dar en el clavo al constatar una vuelta a las fuentes antiguas de la torería actual. “Los toreros de hoy estamos intentando seguir una corriente de vuelta a las tauromaquias antiguas, de volver a la naturalidad olvidándonos un poco de la técnica; venimos de una época en la que hemos abusado de esa técnica y ahora buscamos a las raíces del toreo”, sentenció el diestro choquero afirmando que “es muy bonito que con el paso del tiempo sigamos hablando de ese tipo de toreo”.

 

La segunda jornada

 

La segunda y última jornada del X seminario de la cátedra Ignacio Sánchez Mejías también servía para clausurar, de alguna manera, ese año Chicuelo en el que, a pesar de los pesares, sí se ha conseguido un objetivo: reivindicar la figura del genial diestro de la Alameda de Hércules para situarla en ese hilo invisible del toreo en el que brilla con luz propia. Fruto de ese trabajo de puesta en valor, en el que hay destacar una vez más la figura de su nieto Manuel Jiménez Amador –el penúltimo de los Chicuelo- es la expectación que ha despertado el seminario que ha logrado abarrotar el Salón de los Carteles de la plaza de la Maestranza en las dos jornadas celebradas.

 

A esa expectación y el interés renovado que despierta la figura del torero sevillano al cumplirse el centenario de su alternativa en la plaza de la Maestranza había que añadir el indudable atractivo de los matadores convocados ayer. Faltó Paco Ureña, uno de los protagonistas indiscutibles de la temporada que quedó atrás. Un compromiso profesional le impidió estar este jueves junto a los universitarios y aficionados sevillanos. Sí comparecieron Diego Urdiales y Saúl Jiménez Fortes pero la jornada había comenzado con una charla de mayor calado histórico protagonizada por el escritor y periodista José Carlos Arévalo y el historiador y profesor universitario Andrés Luque Teruel, moderados por el informador taurino Emilio Trigo.

 

Según la visión de Luque Teruel, “Chicuelo va a crear el tronco de la escuela sevillana”. En esa línea, afirmó el profesor, el mítico diestro sevillano “no es solo un torero que se adorne y un torero con arte, es un torero poderoso que se asienta y es capaz de poderle a ese toro. Arévalo, por su parte, afirmó que el torero de la Alameda “es el arquitecto del toreo, es uno de los hombres más importantes de su historia”. El último coloquio sirvió para hacer un repaso por la tauromaquia del maestro bajo la visión de Diego Urdiales y Saúl Jiménez Fortes bajo la batuta de José Morente, director general de Urbanismo de la Junta de Andalucía pero, en lo taurino, un excelente aficionado y editor del valioso blog ‘La Razón Incorpórea’. Mornte había preparado un completo montaje visual que sirvió para que los toreros de hoy comentaran el toreo del ayer. “Es un atrevimiento hablar de un torero tan grande como ha sido Chicuelo” espetó Urdiales al comenzar la charla, seguida con un enorme interés por los alumnos y aficionados.

 

Compromiso de la Junta de Andalucía

 

Tocaba hacer balance y echar la persiana. Juan Carlos Gil, director de la cátedra, expuso las conclusiones de esta décima edición del seminario afirmando que “la Universidad está para impartir docencia pero también para llevar la fiesta de los toros dentro y fuera de las aulas”. Presidía la mesa Luis Manuel Halcón, diputado de plaza en la junta de gobierno de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, junto al viceconsejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, Antonio Sanz, y el vicerrector de Transferencia del Conocimiento de la Hispalense, José Guadix. Sanz, siguiendo la estela que ya había marcado el delegado Ricardo Sánchez en la sesión inaugural, volvió a poner el gobierno que representa al servicio de la fiesta de los toros: “El gobierno del cambio es un gobierno sin complejos. Defendemos, apostamos y creemos en la fiesta de los toros. Por eso trabajamos para que la Tauromaquia siga teniendo la importancia y la presencia que merece en nuestra sociedad” señaló el viceconsejero antes de sentenciar que “Andalucía es una región que tiene al toro por bandera”. Pues que así sea…

 

La vigencia de Chicuelo

 

Concluido el seminario, se ha cumplido el objetivo propuesto: reivindicar la importancia taurina y la época en la que le tocó vivir a Manuel Jiménez ‘Chicuelo’ (Sevilla, 1902-1967), uno de los toreros más relevantes de la primera mitad del siglo XX. Después de un fulgurante inicio novilleril tomó la alternativa el 28 de septiembre de 1919 en la plaza de la Maestranza de manos de Juan Belmonte y con toros de Santacoloma. Fue el definitivo arranque de una carrera en la que, siguiendo la estela de su admirado Gallito, ahondó en la llamada línea natural del toreo, aportando la estructuración de las faenas como estrofas musicales, hilando muletazos encadenados por un mismo pitón.

 

Esa revolución en el lenguaje taurina experimentó un definitivo antes y después a raíz de la mitificada faena al toro ‘Corchaíto’, un ejemplar de Graciliano Pérez Tabernero que le permitió sublimar ese concepto que ya había experimentado en ruedos mexicanos. El acontecimiento tuvo lugar en la plaza vieja de Madrid el 24 de mayo de 1928 causando una gran conmoción que no terminó de ser valorada por completo por la crítica más encopetada.

 

Chicuelo, que dio la alternativa a Manolete –otro toreo del mismo hilo técnico- en 1939, se mantuvo en activo hasta 1951. En su caso, vivió tres épocas distintas del toreo sin apearse de su condición de primera figura. La última corrida se verificó el 1 de noviembre de 1951 en Utrera. Aquella tarde le dio la alternativa a Juan Doblado y Juan de Dios Pareja Obregón. Curiosamente, los tres se retiraron aquel mismo día.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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