En el centenario de Juan Reus
Hombre tan excepcional y con una vida tan larga e intensa como la suya es siempre una fuente inagotable – incluso no estando ya entre nosotros – de energía y estímulo para lograr ese – tan feliz como inestable – equilibrio entre el trabajo y el placer, entre la obligación y la devoción.
Valenciano consciente de serlo, libó de la esencia de otros paisanos ilustres con los pinceles en la mano: Carlos Ruano Llopis, su querido maestro; Roberto Domingo, a quién más admiró, Peris Brell, Porcar, Segrelles y Ricardo Verde, dilecto amigo, generando un estilo propio inimitable.
Pintó de todo y lo pintó bien, pero su pasión, su devoción, fue la pintura de toros y toreros, por ese orden, notándose a las claras en toda su obra el inmenso amor que profesó a los animales a lo largo de su vida (era una verdadera institución para los gatos de su vecindario, no siendo nada raro verle muchas noches darles de comer), mostrando la sin igual belleza del toro de lidia, tanto en el campo como en la plaza.
Estas líneas no pretenden llegar siquiera a esbozo biográfico, sino más bien transmitir, con pincelada suelta, mi más profunda y sincera admiración hacia el artista y el hombre, a quien tuve el privilegio de conocer.
Documentación
A propósito de este centenario, de especial interés resulta traer a estas páginas la conversación que en 1996 mantuvo Juan Reus con José Aledón. Por su valor documental reproducimos íntegramente esta conversación en un archivo adjunto, en formato de audio MP3, pero transcribimos también la versión como entrevista que en su día se divulgó, que es la siguiente.
–Maestro, ¿desde cuándo lleva viendo toros?
–Desde los catorce años, y, a pesar del tiempo transcurrido, recuerdo perfectamente a muchos toreros de aquellos primeros tiempos, por ejemplo a Paco Tamarit Chaves, del Grao, torero fino, de mucho arte. También recuerdo a Saturio Torón, asturiano, que con sus gestos llegaba a asustar a los toros, dando incluso cabezazos en el testuz a las reses.
Igualmente se me ha quedado grabado lo que hacía un tal Gabardito, como, por ejemplo, poner banderillas con un peón acostado sujetándole los pies. En fin, muchos recuerdos…
–Para hacer buena pintura taurina, ¿hay que ser aficionado a los toros?
–Hombre, para hacer buena pintura primero hay que ser buen pintor, pues por mucha afición que se tenga, si no hay técnica, oficio, poco se puede lograr que merezca la pena.
Yo he pintado de todo, si bien la fiesta de los toros siempre me ha atraído como pintor por su cromatismo.
–¿Es difícil pintar toros?
–Sí. El toro de lidia tiene una dinámica muy especial y, a la hora de captarla sí puede echar una mano la afición a la fiesta. Un ejemplo de ello se dio en Sorolla, para mí el genio de la pintura valenciana de este siglo. Sorolla pintó un hermoso cuadro como original para el cartel de una corrida de postín. Todo era precioso en él, pero al toro representado allí le faltaba algo, aquello no era un verdadero toro de lidia y, tuvo que ser un pintor de menos vuelos pero aficionado hasta las cachas –el maestro Ruano Llopis– quien, con el beneplácito de su amigo Sorolla, transformara aquel hermoso bóvido en un fiero toro de lidia.
–Maestro, ¿algún torero le ha enmendado los pinceles?
–No, los toreros no. Sí lo han hecho algunos técnicos de las empresas de artes gráficas para las que he pintado, por ejemplo, la famosa Litografía Ortega, de Valencia. Eso no me gustaba, pero si la corrección solicitada facilitaba su trabajo, pues la llevaba a cabo y todos tan contentos.
Cuando he pintado a o para toreros, nunca me han puesto ningún reparo, todos se han visto muy bien.
–¿Cuál cree que ha sido la época dorada del cartelismo taurino?
–Sin duda la época que plasmó Ruano Llopis, es decir, el primer tercio del siglo XX. Es la época de los Barrera, Lalanda, La Serna, Domingo Ortega y otros.
–¿Ha toreado usted alguna vez?
–De salón, sí.
–Si pudiera, ¿qué quitaría y que introduciría en la corrida de toros?
–Pues… quitar, no quitaría nada, e introducir creo que tampoco. Las cosas están bien como están, aunque hay que matizar que el toro actual es un toro mucho más débil que el de otros tiempos, pues de lo contrario no sería posible practicar el toreo esteticista que hoy predomina. Cosas de los tiempos.
–Maestro, si volviera a empezar, ¿sería pintor, y pintor de toros?
–Creo que si volviera a empezar haría otra vez lo que he hecho, con los mismos aciertos y los mismos errores.
Documentación
El próximo 19 de octubre se cumplirán los cien de la venida a este pícaro mundo del maestro del cartel de toros Juan Reus Parra, que estuvo considerado como una de los mejores representantes del impresionismo taurino
Juan Reus se inició joven en el dibujo y la pintura taurina. Tras unos años en los que se dedicó a pintar abanicos para una firma valenciana, pasó a trabajar en el taller artístico de la Litografía Ortega, cometido en el que sucedió a Ruano Llopis. De esta forma, entró en relación con el famoso pintor y cartelista de toros Roberto Domingo, que rápidamente se convirtió en un maestro.
Los pinceles de Reus retrataron a toreros de muy distintas épocas, desde Juanito Belmonte, El Choni, Manolete o Carlos Arruza, pasando por Luis Miguel Domínguín, Manolo González, Julio Aparicio, LItri, Antonio Ordóñez, El Albaicín, Manolo Vázquez, Pedrés, Ángel Peralta y Mondeño, entre otros muchos. Hasta llegar a diestros de la actualidad como Enrique Ponce y Vicente Barrera.
Su biógrafo y periodista Ricardo Triviño, escribió que "Juan Reus es el último representante del impresionismo taurino y uno de los grandes cartelistas y dibujantes de toros españoles de todos los tiempos". Pero por encima de sus valores artísticos, Triviño destaca su faceta humana, su entrega a los amigos, su pasión por los animales, su humanidad, su espíritu independiente.
Fue en la década de los años cuarenta cuando le contrató como dibujante de carteles taurinos en la litografía Ortega. Toda su obra se ha sustentado sobre un dibujo ágil y preciso, de trazo firme y definido y de una paleta esencialmente valenciana. Al trazo, muchas veces en tonos sepias, le acompañan toques de color vigorosos, agresivos incluso, con los que perfila la luz, las ceras, el gouache, los lápices de colores y los procedimientos mixtos.
En sus cuadros, dibujos y carteles de temática taurina presenta el toro en libertad, integrado en el paisaje profundamente lírico de Andalucía o del campo charro. Son muy característicos sus autorretratos en los que se presenta como restaurador o como pintor, bien sea junto al caballete, al lado de un tema taurino, o sentado en una vieja silla sosteniendo en sus manos algunas piezas de cerámica.
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