Carlos Núñez: «El sector debe ser consciente de lo que nos jugamos con el Plan Nacional»

por | 14 Nov 2013 | Entrevistas

Al pensar en esta entrevista, instintivamente se me venía a la cabeza un viejo recuerdo  que se remonta al 20 de abril de 1964, cuando Manuel Benítez “El Cordobés” cortó dos orejas y rabo en la Real Maestranza de Sevilla, una tarde que todavía sigue viva. Por más señas, se las concedió –y de un tirón, sin titubeos– un presidente, currista y exigente, pero ante todo un enorme aficionado que se llamaba don Tomás León. El toro era de don Carlos Núñez y se lidió como sexto.  De aquella corrida –insistamos: en la que se anunciaba quien había cogido el mando del toreo– Antonio Díaz Cañabate escribió en “ABC”: “¡Aleluya por los toros bravos que demuestran su raza, que se dejan torear, pero que oponen su temperamento, hacen patente su casta!”.

Pero no nos engañemos, ni mi recuerdo –que raya en la nostalgia–, ni mucho menos la cita son inocentes, ni menos es casual traerla ahora a colación. Por aquellas fechas abrileñas, nuestro protagonista de hoy iba para cumplir seis años. Con el sentido patriarcal del histórico ganadero, nada de extraño tendría que su nieto hubiera correteado por Los Derramaderos, cuando en sus pastos se criaba por entonces aquel toro, que conjugaba al decir del crítico raza, temperamento y casta, y que además se dejaba torear, hasta formar un encaste singular, que años mas tarde pasaría a sus manos.
 

Y es que aquello que Cañabate alababa entre aleluyas era toda una definición de la bravura que hoy añoramos ver hecha realidad. Esa era la definición más certera de lo que don Carlos Núñez Manso quiso que se fuera su ganadería, madre luego de otras muchas. Tengo para mí  que ahora, cuando Carlos Núñez Dujat des Allymes ensalza a lo que aquí  define como el toro no predecible, en su cabeza está presente aquel criterio ganadero que siempre acreditó su abuelo y que elogiaba el crítico.
 
En esa lucha de mantener intacta la herencia recibida anda hoy nuestro protagonista. Buscando ese toro que se deja torear, pero que en el ruedo saca también temperamento, casta y raza. Sigue hoy aquerenciado en aquellos orígenes de las tierras de Tarifa, cerca de donde surgió el milagro del nuevo encaste. Y vive pendiente de cuanto allí ocurre.
 
Pero aunque se trate de toros y de tradiciones, los nuevos tiempos imponen sus propias formas de vida. Por eso, este Carlos Núñez vive mitad en el campo, mitad en el AVE, porque tiene que responder también a la responsabilidad de presidir ahora la Unión de Criadores. Y eso imprime un cierto carácter, como el lector apreciará: se nota que a la hora de hablar siente la obligación de medir sus palabras, porque más allá de sus opiniones personales, tiene que mantener el papel institucional que hoy le corresponde.
 
“Las facultades que se le van a otorgar a la Comisión son un paso fundamental para poder abordar los problemas”

–En algo poco frecuente, los representantes de ganaderos, toreros y empresarios han emitido una opinión conjunta sobre la nueva Ley sobre la Tauromaquia. ¿Tan importante les ha parecido?
–La aprobación del pasado miércoles en el Senado supuso un paso tremendamente importante para la Tauromaquia y ante un hecho de esa relevancia consideramos que el agradecimiento y el comunicado debería ser conjunto. Tanto empresarios, como toreros, como ganaderos somos conscientes del esfuerzo y del trabajo que está realizando el Ministerio de Cultura, también del apoyo y de la demanda del pueblo por pedir este reconocimiento a la Tauromaquia como Patrimonio Cultural.
 

–Viene participando en todas las reuniones de la Comisión de la Tauromaquia y en su Comisión Ejecutiva. ¿A la vista de su experiencia como cree que debe realizarse su nueva organización de acuerdo con las mayores funciones que tiene que asumir?
–El Ministerio de Cultura está desarrollando una buena labor con la Tauromaquia. Nos encontramos ante el primer gobierno que se ha implicado plenamente en su protección y además en la toma de decisiones para el diseño de un Plan de Promoción y Fomento. Las facultades que se le van a otorgar a la Comisión Ejecutiva son un paso fundamental para poder abordar los problemas del sector a través de una estructura que pueda poder en marcha las medidas que se planteen.
 

–Recientemente el subsecretario de Educación nos decía que esperaba que los sectores taurinos tuvieron un papel activo y relevante en la puesta en práctica del futuro Plan Nacional. ¿Ve viable ese compromiso real y efectivo?
Lo consideramos vital. El sector taurino debe ser consciente de que el compromiso debe ser firme para poder garantizar la viabilidad futura de la Tauromaquia. Se ha trabajado mucho en la redacción del Plan precisamente porque lo necesitamos más que nunca, y esa necesidad hace que todos rememos en la misma dirección.
 
–Cambiemos de tercio. Siguiendo sus declaraciones, como su intervención en el Congreso, podría deducirse que al frente la UCTL trata que los ganaderos recuperen el lugar principal que históricamente les ha correspondido en la Tauromaquia y que hoy aparece demasiado desvaído. ¿eso es posible o se trata de una meta que resulta casi inalcanzable?
En la Tauromaquia hay dos protagonistas principales: el toro de lidia y los toreros que se ponen delante, y existe un tercero necesario para la organización de los festejos ya sea la figura de un empresario o de la Administración.
 
“La gravedad de la situación radica en la dificultad de cubrir los costes de nuestras explotaciones, unido a la inviabilidad de dar festejos y al cierre de plazas de toros”  

–Usted tiene detrás la experiencia de varias generaciones ganaderas y hoy ocupa un observatorio privilegiado, ¿cómo definiría el momento crítico que hoy viven los criadores de bravo?
–He conocido crisis graves en el toro, pero ninguna como ésta. Precisamente la gravedad de esta situación radica en la dificultad de cubrir los costes de nuestras explotaciones, unido a la inviabilidad de dar festejos y al cierre de plazas de toros, ambos hechos provocados por la coyuntura económica y la incapacidad de la estructura del espectáculo para adaptarse a ella.
 

–Veamos lo mismo, pero en positivo. ¿Podría darnos las tres o cuatro recetas que en su opinión resultan fundamentales para salir de esta situación?
–Lo primero y fundamental pasa por una unión necesaria entre el sector y la creación de una estructura que sirva para la toma de decisiones. Una vez creada la estructura, se deben abordar las medidas urgentes que permitan la viabilidad del sector que pasa por una adaptación de los pliegos de las plazas de toros, una revisión de los costes de los festejos taurinos que permitan ofrecer un espectáculo atractivo y asequible, además se debe poner en marcha el diseño y ejecución de un plan de comunicación. En este sentido y a pesar de carecer de patrocinios y publicidad, la Tauromaquia sigue siendo el segundo espectáculo de masas en España.
 

–Hay un consenso comúnmente aceptado que  la cabaña de bravo hoy está sobredimensionada.  ¿Cuáles son los términos más realistas de este desfase entre oferta y demanda?, ¿qué tiempo sería necesario para volver a un punto de equilibrio? 
–A finales de año cerraremos nuestras estadísticas y previsiones sobre la cabaña de cara a la próxima temporada y será el momento de hacer análisis pero las previsiones y la tendencia observada es que en algún momento se ajustarán la oferta y la demanda. Los festejos taurinos han descendido más de cincuenta por ciento, contando España y Francia, desde el inicio de la crisis en 2008, y los ganaderos hemos tratado de equilibrar nuestra oferta, el problema es que nuestras previsiones son a cuatro años vista y la regulación del mercado no es fácil.
 
–Me asombra que, pese a la crisis, sigan surgiendo ganaderías nuevas. Podría decirse que es lógico, porque se trata de una actividad libre en una economía de mercado. El castizo diría que cada cuál es muy libre de perder sus dineros como quiera. No sé si compartirá que, por mucho que sea así, todos estos movimientos no colaboran en nada a resolver la crisis actual. 
Aparecen algunos ganaderos nuevos, pero lo más relevante es la evolución que estamos observando en los censos de vacas y machos herrados, donde sí se está produciendo una reducción importante.
 

–¿No cree que ha llegado el momento para que, de forma excepcional, se establezca de manera oficial algo así como un periodo de veda en la creación de nuevas ganaderías, e incluso en cuanto a un número máximo de cabezas por hierro? En el caso de otros sectores ganaderos y agrarios se hace y no por eso se rompen las leyes del mercado; al revés, sirve para reordenarlo.
La ordenación del mercado debe ser de libre competencia. Y la mejor regulación es ser un buen ganadero de forma que sobreviva el toro que realmente interese a aficionados y público.
 
¿Sería oportuno, incluso: tendría viabilidad, que se desarrollara un programa específico para la preservación del toro de lidia en toda su diversidad?
–La mejor preservación del toro es su conocimiento y su correcta divulgación. La definición de Tauromaquia que recoge el BOE en la Ley que la regula como Patrimonio Cultural incluye a la crianza y la selección del toro de lidia como conceptos de protección. Por tanto, los poderes públicos están obligados a garantizar la conservación de la Tauromaquia, lo que conlleva una correcta difusión y promoción del toro. También es necesario continuar fomentando todas aquellas medidas necesarias para la conservación genética, la congelación de semen y embriones, etc…

“La estandarización del toro nos está conduciendo a un espectáculo predecible”
–Cualquier lector de las antiguas publicaciones, comprueba que la polémica de toro chico-toro grande, el toro de las figuras y el de los demás, es un debate tan antiguo como la propia Fiesta. Sin embargo, en aquellos tiempos cualquiera de los encastes tenia su propio sello y rompía siempre la monotonía que muchas tardes sufrimos ahora. ¿Puede entreverse un camino para romper con la dinámica actual?
–La estandarización del toro nos está conduciendo a un espectáculo predecible, en cuanto que se iguala en un tipo de toro a todos los encastes y ganaderías siendo muy diferentes zootécnicamente. Precisamente por este motivo, exigimos respeto y conocimiento al tipo zootécnico de cada encaste y de cada ganadería. La diversidad genética del toro de lidia evita la “predecibilidad” del toro y, en consecuencia también del espectáculo.
   

–Cuando empezaba a ver toros, cualquiera podía llevar de cabeza a un torero, sin sobrepasar los 460 kilos, y además tenían una movilidad casi agobiante, peleaban en el caballo y seguían embistiendo. De hecho, si vemos faenas históricas, por ejemplo de Ordoñez, aquellos toros hoy no habría pasado el primer reconocimiento. ¿Podría sacarme de la duda de cuál es el misterio que explica todo esto?
–El toro ha perdido su viveza por dos motivos fundamentales. El primero porque se ha producido un cambio en su tipo zootécnico. Actualmente se está criando un toro menos ágil y más grande, su embastecimiento es inversamente proporcional a la finura y la agilidad como pasa en cualquier otra raza.
 

–No creo que sean cosas antiguas, pero de los viejos aficionados aprendí que si es algo es esencial para la Fiesta era y es la integridad del toro. Pero hoy no resulta tan fácil definir que se entiende realmente por integridad, que es mucho más que la limpieza de los de pitones. ¿Cómo podría definirse hoy ese concepto de integridad?

–Entiendo que la integridad desde el punto de vista de respeto al público está fundamentalmente en el respeto al tipo zootécnico del toro de lidia y en los caracteres propios de cada ganadería. Aquí entra en juego la responsabilidad de los poderes públicos que son quienes deben velar por respetar a los derechos del espectador.
 

–En demasiados ocasiones, no sólo ahora con la crisis, me parece que estamos pillados en una cierta trampa. Los aficionados más estricto tienen un concepto de toro que luego comprobamos que no tiene ningún aliciente en la taquilla. Ha pasado ahora en Madrid: se piden los encastes minoritarios y luego no van ni casi los que lo pidieron. ¿No hay alguna manera para salir de este cierto embrollo?
–Hay dos aspectos sobre este punto. Por un lado, la confección de los carteles de este tipo de ganaderías que no tienen tirón en taquilla. Muchos de los toreros y, sobre todo novilleros, que matan estas ganaderías, son aquellos a los que se les ofrece esa corrida como ‘oportunidad’ cuando en realidad es una ‘encerrona’ porque no tienen la preparación suficiente como para hacer frente a la exigencia de esa actuación, en muchas ocasiones porque la reducción de festejos, como consecuencia de la crisis, evita su necesario rodaje. Y por otro lado, reitero una mejor difusión y promoción del toro de lidia, y de la cultura taurina en general.
 

–Dicho en términos coloquiales, ¿no cree que las prácticas actuales han hecho del ganadero de bravo un poco el “patito feo” de todo este planeta taurino?

–Puede parecerlo por la situación de desequilibrio de mercado, pero entiendo que el ganadero que cría un toro que interesa, sí que mantiene su sitio de relevancia dentro del sector. Por otro lado, insisto que una correcta difusión de la importancia del toro en los medios como animal único ayudaría a mejorar la percepción sobre los ganaderos de bravo.  
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Antonio Petit Caro

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